Von Taxis
La mayor amenaza para los taxistas no son las nuevas tecnolog¨ªas. Y si alguien lo interpreta as¨ª, ya puede darse por vencido como se han dado otros gremios antes
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Cuenta la leyenda que la palabra taxi proviene del apellido alem¨¢n de la familia de los Von Taxis, cuyo primog¨¦nito Franz cre¨® el invento con la l¨ªnea de postas entre Holanda y Francia. Y aunque las huelgas de taxis han sido muchas a lo largo de la historia, con la tan famosa de Par¨ªs hace m¨¢s de cien a?os, donde los conductores se enfrentaron a los propietarios para mejorar sus condiciones laborales, la de la semana pasada, convocada en varias ciudades europeas de manera simult¨¢nea, es la primera con sabor a siglo XXI. Porque ha enfrentado a los taxistas con las plataformas digitales, especialmente contra otra de nombre alem¨¢n, Uber, aunque inventada en San Francisco, y ya valorada en 18.000 millones de d¨®lares y con socios financieros como Goldman Sachs o Google.
Sin quererlo, obviamente, el gremio del taxi le ha hecho a Uber la mejor campa?a de publicidad, con aumentos que han cuadriplicado el uso de la aplicaci¨®n en las casi 140 ciudades del mundo en que est¨¢ implantado. Los taxistas, que seguramente en su d¨ªa fueron muy solidarios con los cantantes y los compositores, cuando la pirater¨ªa vaci¨® ese antiguo modelo de negocio consistente en la venta de discos, se enfrentan ahora al monstruo invisible que desde que se comi¨® la merienda de editores de prensa y libros comienza a hacerse visible en los an¨¢lisis de la econom¨ªa mundial. Parece evidente que esa visibilidad ya es una realidad que condiciona el mercado laboral, especialmente en los pa¨ªses desarrollados. Pero mientras el drama les tocaba a otros, pod¨ªamos permitirnos el lujo de la insolidaridad.
Pese al debate, la mayor amenaza para los taxistas no son las nuevas tecnolog¨ªas, al menos hasta que se haga realidad el teletransporte que tanto nos fascinaba en Star Trek. Y si alguien lo interpreta as¨ª, ya puede darse por vencido como se han dado otros gremios antes, porque su magm¨¢tica presencia es irreversible. La gran tarea de los Estados es la vigilancia fiscal, que en un reino como Espa?a, ultrarregulado, lleno de licencias, tasas, seguros y dificultades para poner en marcha un negocio, permite la extracci¨®n de millones de euros hacia vol¨¢tiles contabilidades tramposas que responden a un patr¨®n de desigualdad y aniquilamiento de la protecci¨®n laboral.
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