Ortega desde Ortega
La biograf¨ªa del fil¨®sofo escrita por Jordi Gracia sigue muy de cerca sus libros y su acci¨®n pol¨ªtica
La fascinaci¨®n ejercida por Ortega sobre el historiador Jordi Gracia qued¨® de manifiesto en el art¨ªculo Fulgurante Ortega, publicado hace un mes en estas p¨¢ginas: ¡°Cuando Ortega se olvida de s¨ª mismo ¡ªescribe¡ª, cuando desiste de ser quien es, desatado y brioso, entonces en un ensayista arrebatado y arrebatador: el mejor ant¨ªdoto contra el idealismo embaucador, el m¨¢s sugestivo int¨¦rprete de sucesos en movimiento, el m¨¢s apto para fabricar en silencio, rumiando, personas libres y contingentemente felices, como lo fue el mismo: un escritor del siglo XXI¡±. El art¨ªculo, brillante s¨ªntesis del libro que comentamos, re¨²ne ya, en una lectura cronol¨®gica, los principales hitos del pensamiento y de la actividad del fil¨®sofo, y anticipa para el lector de este modo los supuestos en que el historiador sustenta su valoraci¨®n.
Una interpretaci¨®n l¨²cida de las obras de Ortega, por fin disponibles en una edici¨®n cr¨ªtica gracias a la Fundaci¨®n y a Zamora Bonilla, el trabajo de investigador sobre un archivo ahora abierto de par en par, y la atenci¨®n al contexto, a fuentes y bibliograf¨ªa complementarias se funden para dar vida a esta biograf¨ªa sensacional. Pienso c¨®mo hubieran disfrutado con su lectura disc¨ªpulos como Juli¨¢n Mar¨ªas y el bueno de Paulino Garagorri (un poco menos, Maravall y D¨ªez del Corral por las caracterizaciones limitadas al falangismo que Gracia hace de ambos en los a?os 1940, lo cual es insatisfactorio: El liberalismo doctrinario es de 1945). Para reconstruir la trayectoria vital de Ortega, Jordi Gracia no se limita a sus escritos y actuaciones filos¨®ficas y/o pol¨ªticas, sino que precisa cuidadosamente la complejidad de su formaci¨®n y relaciones intelectuales, sin olvidar la sensibilidad amorosa de ese hombre bajito y cabez¨®n a quien sin embargo Conchita Montes encontrara ¡°tan flamenco¡±.
Aunque l¨®gicamente habla de Ortega en tercera persona, es tal la minuciosidad, el ritmo y la precisi¨®n con que el autor desarrolla su reconstrucci¨®n que el lector se siente inmerso en el curso de la narraci¨®n, al modo de esas filmaciones de f¨®rmula 1 donde las im¨¢genes proceden de la c¨¢mara instalada en el veh¨ªculo del conductor. Tampoco faltan los comentarios recurrentes de Ortega sobre sus ¨¦xitos, frustraciones, prop¨®sitos y reacciones ante esta o aquella postura de un amigo o de un contempor¨¢neo, similares a las que expresa el piloto en el desarrollo de la carrera sobre sus propios problemas y la amenaza de sus competidores.
El ¨²nico reproche que cabe realizar a este enfoque es que de vez en cuando, en momentos cruciales, resulta imprescindible no solo dar cuenta puntual de una actitud, una declaraci¨®n o, sobre todo, de una reflexi¨®n te¨®rica, sino distanciarse para tratar de elaborar un cuadro de situaci¨®n. A veces es suficiente con una inteligente pincelada, como cuando Gracia explica el sentido del viraje hacia la filosof¨ªa al fundar la Revista de Occidente en 1923, respecto de los a?os anteriores en que se sucedieron los proyectos pol¨ªticos fallidos: ¡°La elecci¨®n del imperativo de intelectualidad no deja de ser causada por el fracaso de la acci¨®n¡±.
El lector se siente inmerso en el curso de la narraci¨®n, al modo de esas filmaciones de f¨®rmula 1 donde las im¨¢genes proceden de la c¨¢mara instalada en el veh¨ªculo del conductor
En cambio, no bastan las cuidadas par¨¢frasis ni la exactitud de la cr¨®nica para dar cuenta, en un momento inmediatamente anterior, del significado de la condena a la lectura escolar del Quijote, puesto que Ortega cree necesario inculcar en el ni?o ¡°la posibilidad del hero¨ªsmo¡±. A ello se une su reivindicaci¨®n de la nobleza en una Espa?a donde la miseria moral de los privilegiados resulta evidente, y sobre todo la conversi¨®n de su juvenil propuesta de la movilizaci¨®n del pa¨ªs por minor¨ªas cargadas de modernidad, de la patria como Kinderland, en una ordenaci¨®n jer¨¢rquica regida por ¡°unos cuantos hombres¡± frente a las masas ignorantes y rencorosas. Ortega nunca fue fascista, ni prefascista ¡ªen todo caso ¡°un Nietzsche civilizado¡± (Gracia)¡ª, pero hasta que la dictadura de Primo de Rivera le mostr¨® su verdadera cara, dist¨® de ser un opositor. Entonces, como m¨¢s tarde en los a?os 1930, la orientaci¨®n de su pensamiento no fue ir hacia una democracia reformadora, ni al socialismo liberal de 1910.
El pensador hizo la lectura de la crisis org¨¢nica que sigui¨® a la Gran Guerra en un doble sentido: de reflexi¨®n penetrante, excepcionalmente penetrante, sobre las nuevas implicaciones de una pol¨ªtica y de una mentalidad ligadas a la ampliaci¨®n del sujeto de la historia (La rebeli¨®n de las masas), y de rechazo terminante a que esas ¡°masas ignaras¡± se hicieran due?as de la escena. No es que Ortega se fosilizase, sino que pasaba a adoptar una postura defensiva, en plena sinton¨ªa con su visi¨®n previa del orden social. Cuando llega la Rep¨²blica, la historia se repite y la propuesta orteguiana de articulaci¨®n entre la naci¨®n y el trabajo se enfrenta ya a cuanto propone el nuevo r¨¦gimen. No es cuesti¨®n de actitud, sino de incompatibilidad. El contraste con Urgoiti hubiese sido aqu¨ª ¨²til. El ¡°no es eso¡± aparece de inmediato.
Vista desde el siglo XXI, la grande bellezza de la personalidad de Ortega debe pasar a primer plano, seg¨²n propone Jordi Gracia. Pero eso no invalida que desde generaciones de estudiosos anteriores se viera justamente en Ortega, como se pudo ver en Aza?a, al protagonista del brillante y tr¨¢gico fracaso de la modernizaci¨®n pol¨ªtica de Espa?a, lo cual no borra, sino que resalta, su grandeza. Y el legado no fue solo filos¨®fico: en octubre de 1955, el cortejo f¨²nebre de Ortega se convirti¨® en la primera expresi¨®n del movimiento estudiantil contra el r¨¦gimen, anticipo de su salida a la luz en febrero de 1956. En torno a la figura del pensador, la historia retomaba con nuevos aires el camino de la modernidad.
Jos¨¦ Ortega y Gasset. Jordi Gracia. Taurus. Madrid, 2014. 687 p¨¢ginas. 20 euros (electr¨®nico, 10,99)
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