¡®Sa-tis-fac-tion¡¯ en Chamart¨ªn
Los septuagenarios Rolling Stones despliegan su legendaria energ¨ªa en el Santiago Bernab¨¦u 54.000 personas asistieron a la cuarta visita de la m¨ªtica banda a Madrid
Con miradas que mezclaban a la vez fe e incredulidad, los 54.00 espectadores que ayer llenaron el estadio Santiago Bernab¨¦u recibieron con los brazos abiertos y el asombro intacto a los Rolling Stones en Madrid. Fe porque m¨¢s de uno repet¨ªa, tripit¨ªa, regresaba impasible a lo que muchos consideran uno de los mejores espect¨¢culos que pueden verse en vivo hoy en d¨ªa. E incredulidad por el hecho de que la mayor¨ªa deseaba ser testigo de ese despliegue de energ¨ªa intacto y legendario por parte de una banda cuya mayor¨ªa de miembros supera los setenta a?os de edad.
Entre 85 y 225 euros pagaron quienes llenaron el campo de f¨²tbol
En algo m¨¢s de dos semanas, el pr¨®ximo 12 de julio, se cumplir¨¢n 52 a?os de la primera actuaci¨®n en directo de los Rolling Stones. Fue en el Marquee londinense y Mick Jagger se present¨® con un jersey marinero a rayas alejado de la colecci¨®n de camisas coloridas y las americanas exclusivas que luci¨® ayer. La entrada costaba 20 peniques. Anoche, en el Santiago Bernab¨¦u, tambi¨¦n estaban cerca de cumplirse 32 a?os desde que la banda pis¨® por primera vez Madrid. Fue el 7 de julio de 1982, bajo los rayos de la bien atada transici¨®n, en plena movida y en otro estadio: el Vicente Calder¨®n. Costaba 2.000 pesetas de entonces (12 euros). Entre 85 y 225 pagaron quienes llenaron ayer el campo de f¨²tbol madrile?o a la espera de acudir a la cuarta visita a la capital de los Rolling Stones.
En julio se cumplen 32 a?os de su primera actuaci¨®n en la capital
Pasadas las diez de la noche las apuestas que hab¨ªan tenido en vilo a los asistentes se cerraron: ?Abrir¨¢n con Start me up o Jumpin Jack Flash como hab¨ªan venido haciendo a modo de intercambio durante los conciertos precedentes de esta gira? Leyva acababa de dejar el escenario entre generosos coros de sus nuevas canciones unidas a algunos ¨¦xitos de Pereza, especialmente emocionado por compartir escenario con las leyendas, una sorpresa de la que se hab¨ªa enterado apenas cuatro d¨ªas antes del concierto.
Perdonado el agravio general por el caos que se mont¨® el d¨ªa en que se pusieron a la venta sus entradas, los fans comenzaron a merodear el campo desde mucho antes de las 18.30, cuando se abrieron las puertas. Calor medido para un entusiasmo desbordado que prendi¨® al ritmo y a coro del cuarteto que lleva a sus espaldas m¨¢s de 2.000 actuaciones en vivo desde aquel estreno londinense en el Marquee, cuando una banda del sur pretend¨ªa competir con los cuatro nacidos en Liverpool.
El esperado repertorio cuaj¨® entre el sonido todav¨ªa canalla y met¨¢lico de sus cuerdas y la a¨²n atl¨¦tica entrega de Mick Jagger. Este gur¨² del desahogo planetario sigue entonando con voz juvenil Let's spend the night together, canci¨®n esc¨¢ndalo cuando vio la luz con esa descarada invitaci¨®n a una noche loca en medio de las habladur¨ªas que le convert¨ªan en un hacha del cunnilingus aderezado con chocolatinas Mars. Tambi¨¦n Tumbling dice, que en Lisboa cant¨® junto a Bruce Springsteen o convocando a Sat¨¢n en Sympathy for the devil, la canci¨®n que le inspir¨® una arrebatada lectura de El maestro y Margarita, de Mijail Bulgakov, aconsejado por su novia de entonces, la celestial Marianne Faithfull.
El esperado repertorio cuaj¨® entre el sonido todav¨ªa canalla
Ninguna de ellas falt¨®, como tampoco dejaron de escucharse Honky Tonk Woman, Miss you, Brown sugar o ese lema que cualquier padre con sentido com¨²n puede inculcar a unos hijos que desea responsables: ¡°No siempre puedes conseguir lo que quieres. Pero si lo intentas, conseguir¨¢s lo que necesitas¡±.
Que septuagenario, Mick Jagger siga confesando que no encuentra satisfacci¨®n puede resultar grotesco. Pero no por ello deja de causar asombro o¨ªrselo de nuevo y corearlo a pleno pulm¨®n como ocurre en sus conciertos. Satisfaction sigue siendo un himno nihilista, un retrato del vac¨ªo creciente, una visionaria perorata con la que cualquiera de nosotros se puede identificar.
El reciente viudo Mick Jagger ahoga sus penas dando botes en el escenario
El reciente viudo ahoga sus penas y su lamento por el pasado fallecimiento de su pareja, la dise?adora L'Wren Scott, que oblig¨® a suspender parte de su gira por Asia, dando botes encima del escenario. Retomada la carretera en pleno luto, enfundado en sus camisas de seda y arropado por las 70 guitarras que puede llegar a tener a disposici¨®n Richards, acompasado en el marcaje de los ritmos por la flema de Charlie Watts a la bater¨ªa y la sorna de Ronnie Wood, Jagger sigue dejando patente esa avasalladora seguridad, la m¨ªmica y el alarido intactos, el lenguaje corporal intensamente sensual, su mueca y su enorme boca ardiente a disposici¨®n de la concurrencia a trav¨¦s de las pantallas gigantes.
Al joven que qued¨® arrebatado por el blues y que es hoy un maestro del rock and roll, del espect¨¢culo de masas, de la cultura popular, no le vence el v¨¦rtigo del tiempo. Tampoco a sus tres colegas. Es lo que tienen las leyendas.
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