Intimidades de su sat¨¢nica majestad
Philip Norman desvela los misterios de Mick Jagger en una prodigiosa biograf¨ªa
No hubo noticia de ello. Pero a uno le entra la duda despu¨¦s de leer la nueva biograf¨ªa de Philip Norman. ?Le contar¨ªa Mick Jagger al pr¨ªncipe Carlos cuando fue investido con la orden de caballero del Imperio Brit¨¢nico la alucinaci¨®n que tuvo en su primer viaje al probar el LSD? Seg¨²n quienes le acompa?aron en esa experiencia, entre otros, su novia de entonces, Chrissie Shrimpton, el cantante de los Rolling Stones vio la cabeza del duque de Edimburgo ¡ªpadre del heredero¡ª clavada en una pica medieval mientras recorr¨ªan en coche una ruta pegada a un abismo de m¨¢s de 100 metros por carretera de monta?a.
Pero, probablemente, aquella aparici¨®n quedara borrada en tan insigne momento por otro de sus proverbiales s¨ªndromes no exentos de habilidad: la amnesia Jagger. Plagado de ese lujo de detalles, junto al vendaval de su nueva gira, llega tambi¨¦n este prodigioso retrato de uno de los iconos m¨¢s inquietantes, vivos y enigm¨¢ticos de nuestra era, publicado por Anagrama. Un personaje lleno de aristas, fascinantes ambig¨¹edades, desesperantes silencios medidos con una inquebrantable sonrisa y acciones en cadena que le han mantenido activo m¨¢s de 50 a?os sobre los escenarios.
Mick Jagger, cumplidos ya los 70, habla todav¨ªa por medio de su fibroso y flexible cuerpo con m¨¢s elocuencia que con su propia voz un tanto contaminada por su a menudo fingido acento cockney. La palabra es otra de sus m¨¢scaras. Aun as¨ª, Norman ha construido un relato ejemplar, basado en m¨²ltiples testimonios y archivos de gente muy cercana al m¨²sico, en el que no s¨®lo descubrimos sus rincones m¨¢s oscuros ¡ªmenos los que ata?en a Keith Richards y al difunto y atormentado Brian Jones¡ª, sino que, por momentos, nos sentimos dentro de las escenas m¨¢s cruciales, escabrosas o luminosas de su vida.
El autor construye un relato ejemplar con testimonios de gente cercana
Desde su primera experiencia en la c¨¢rcel de Brixton, a los nada disimulados escarceos bisexuales de quien ha sido s¨ªmbolo para todos por igual, sus medidas experiencias con la droga o su algo acomplejado ¡ªy sin embargo brillante¡ª crecimiento como letrista y compositor al lado de Richards, todo parece caber en este trabajo de casi 600 p¨¢ginas.
El ni?o Jagger era un proverbial, discreto y cumplidor v¨¢stago de Dartfort (Kent). Buenas notas, ejercicio f¨ªsico programado por un padre que fue profesor de gimnasia y una madre ama de casa ejemplar, consiguieron que Mick ¡ªque durante su infancia y adolescencia fue Mike y sufri¨® cuando vio transmutado su nombre¡ª creciera armoniosamente en un ambiente tranquilo y pre?ado de una nada desde?able raci¨®n de puritanismo
Semejante ambiente pacato le produjo, pese a las apariencias, tal agobio que no extra?a se encargara de dinamitarlo despu¨¦s ¡ªcon efectividad, pero sin demasiada acritud¡ª convirti¨¦ndose en el enemigo p¨²blico n¨²mero a batir por el establishment anglosaj¨®n, CIA incluida. Buena prueba de ello fue la trampa que se les tendi¨® para acabar con el grupo por medio de un oscuro personaje ¡ªque result¨® agente estadounidense con el prop¨®sito de arruinarles futuras entradas en Estados Unidos¡ª, vestido de camello y gur¨² de los alucin¨®genos, llamado Acid King David Snyderman.
Desde sus problemas con la justicia a sus mujeres ¡ªMarianne Faithfull, Bianca Jagger, Jerry Hall, Carla Bruni¡¡ª, en Mick Jagger Norman va montando y desmontado mitos, como el de una nada tensa relaci¨®n con The Beatles, producto m¨¢s bien de estrategias previas cara a la imagen que de visos de realidad.
Mitos como la enemistad con The Beatles quedan desmontados
Ni demonio ni profeta, ni extremista, ni guarro, ni desparramado¡ M¨¢s bien pulcro, poco amigo de los gatos, curioso, lector atento y avispado para los negocios, Jagger gobierna el imperio de los Stones y lo mantiene vivo milagrosamente, pese a sus reales, palpables y probadas tensiones constantes contra el cambio de los tiempos, los desbarres y ataques de su socio Richards y el ruido, las cr¨ªticas o el hartazgo convertido en asombro de los m¨¢s esc¨¦pticos ante su obra.
Un asombroso tacto para la supervivencia a prueba de bombas ha catapultado su figura y la ha mantenido en forma. Capaz de sobreponerse a su reciente viudedad (de L¡¯Wren Scott) y las campa?as de la prensa m¨¢s sensacionalista con el contoneo en¨¦rgico de un equilibrista, Jagger pas¨® ayer por Madrid, donde dej¨® la s¨®lida energ¨ªa de sus gestos, los ¨²nicos que nos sirven para captar una esencia legendaria, la jugosa materia de los mitos que perduran en mitad de la espuma contempor¨¢nea.
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