Un vagabundo mental
La ¨²ltima entrega de los diarios de S¨¢nchez-Ostiz da testimonio de la ¨¦poca que vivimos
En esta ¨²ltima (por ahora) entrega de sus diarios, el correspondiente a 2013, el escritor navarro Miguel S¨¢nchez-Ostiz (Pamplona, 1950) hace suyas unas palabras sobre los dietarios que encuentra en el blog de Marcos Ord¨®?ez y en las que habla de que los diarios tienen algo de vagabundeo mental del que anota. El autor acaba apareciendo ¡ªdice Ord¨®?ez¡ª "con todos sus vicios y virtudes".
El lector, que sigue a Ostiz desde hace tiempo, sabe, s¨ª, de sus vicios y virtudes, como de los de los dem¨¢s, y percibe en sus diarios c¨®mo van transform¨¢ndose, seg¨²n va cambiando el humor del autor, su malestar no tanto como escritor, sino sobre todo como ciudadano libre, "con todos sus vicios y virtudes", claro. Autor de una notable obra literaria ¡ªnovelas, dietarios, poes¨ªa, ensayos; en t¨ªtulos como El pasaje de la luna, Las pira?as o El escarmiento¡ª, Ostiz ha ido voluntariamente o no alej¨¢ndose de la vida literaria al uso, y por eso en sus diarios hay muy poco ya del escritor en ejercicio y s¨ª de dos actividades que frecuenta con ardor y convicci¨®n, y a las que no renuncia: a dar honesto y vigoroso testimonio de la ¨¦poca (espa?ola) que vivimos, y que no le gusta nada (a qui¨¦n s¨ª), y a vagabundear, geogr¨¢fica y mentalmente. En este volumen ¡ªque contin¨²a la serie de va de La negra provincia de Flaubert (1996) a Vivir de buena gana (2011)¡ª apenas hay ya menciones literarias, tan del gusto de otros diaristas; apenas una referencia a alg¨²n escritor de los del otro lado de la raya pirenaica, a la que siempre anda tan anclado, Pierre Loti, Modiano, y otros aunque no sean franceses, Mutis, Vallejo, Chirbes, y poco m¨¢s.
A ¨¦l, lo confiesa en una de estas p¨¢ginas, acaso la 20, "lo cotidiano le tiene agarrado de las solapas", y lo cotidiano es lo que pasa en su pa¨ªs, en su burgo ¡ªesa Pamplona, esa Umbr¨ªa, madrastra a la manera cernudiana¡ª. Lo que pasa, en fin, a su alrededor, lo que traen los peri¨®dicos de la ma?ana, lo que arde en la Red. Y cuando se asfixia pone distancia y¨¦ndose, viajando a Bolivia, una y otra vez, buscando (o busc¨¢ndose, acaso) huellas de vascos-navarros, ciudadanos airados de otras ¨¦pocas o aventureros, huellas con las que acotar, quiz¨¢s, en alg¨²n momento, escritor que no desfallece, esa novela que har¨¢; Bolivia y, en esta ocasi¨®n, Estambul, en anteriores entregas fue Bucarest, y as¨ª.
En un momento de Con las cartas marcadas, Miguel S¨¢nchez-Ostiz cita a Gelman: hay que escribir desde la p¨¦rdida, no desde el odio. Y hay que hacerlo como ¨¦l lo hace: leg¨ªtima, convincentemente airado. Su diario, as¨ª, como testimonio de un momento convulso, ¨¦ste, consigue un valor a?adido.
Con las cartas marcadas. Miguel S¨¢nchez-Ostiz. Pamiela. Pamplona, 2014. 323 p¨¢ginas. 19,50 euros.
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