Ejercicios de estilo y lluvia en Benic¨¤ssim
Kasabian, Paul Weller, Jake Bugg y Tame Impala fueron los reclamos de la jornada m¨¢s consistente
Cuando en los ¨²ltimos a?os se trata de abordar el reparto de nacionalidades que se congregan entre el p¨²blico del FIB, la frialdad de los datos oficiales siempre termina chocando con la percepci¨®n personal. El recuento dictamina una progresi¨®n lenta pero constante cada a?o que pasa, en la que el porcentaje de brit¨¢nicos no llega al 70%. Pero la sensaci¨®n de estar absolutamente rodeado por ciudadanos ingleses, como si uno hubiera dado con sus huesos en Glastonbury o en Salou, se repite cada d¨ªa unas cuantas veces. Y as¨ª desde hace a?os.
Paul Weller ofreci¨® un notable pase arrimado a su faceta ¡®rythm¡®n¡¯blues¡¯
El reclamo de Kasabian encaja a la perfecci¨®n con ese perfil de turista musical brit¨¢nico medio. Un p¨²blico que s¨®lo denota cierta exigencia de forma minoritaria, aunque lo cierto es que la vulgar bacanal r¨ªtmica desatada por la banda de Tom Meighan hizo las delicias no solo de los for¨¢neos, sino tambi¨¦n de gran parte del p¨²blico hispano. Un sector, este ¨²ltimo, que ha ido menguando de forma gradual en los ¨²ltimos a?os: quiz¨¢ por eso Melvin Benn, nuevo director del FIB desde este a?o (en sustituci¨®n del controvertido Vince Power), se ha afanado por recuperar la imbricaci¨®n del festival con el pueblo (a trav¨¦s de los conciertos gratuitos de bandas valencianas) y por proclamar una apertura de miras que a¨²n est¨¢ por concretarse, dado que este a?o la cita tan solo ha podido nadar y guardar la ropa, tras la amenaza de suspensi¨®n que a punto estuvo de mandarlo al traste el verano pasado como consecuencia del concurso de acreedores en el que se vio envuelto.
El FIB es ahora una marca de nuevo fiable en lo econ¨®mico, pero en lo musical no ha llegado a tiempo de poder celebrar su 20 aniversario con el cartel de campanillas que hubiera sido de rigor. Y no queda m¨¢s remedio que darle el beneficio de la duda ante lo que pueda deparar en un futuro, si bien no es f¨¢cil dar un giro maestro cuando la saturada oferta de festivales patria parece que ya ha colmado todos sus targets en citas que adem¨¢s revientan su aforo muchas veces: desde la especializaci¨®n sibarita del Primavera Sound al pr¨®spero paladar filoindie y poco exigente de esa pl¨¦yade de cert¨¢menes que congrega al grueso del p¨²blico joven. Cabe preguntarse si hay hueco para un h¨ªbrido entre ambos extremos, o si Benic¨¤ssim debe buscar la reafirmaci¨®n de su personalidad alej¨¢ndose del patr¨®n britanizado de este ¨²ltimo lustro.
En esa clave hay que enmarcar jornadas como la del jueves pasado, en la que apenas las actuaciones de los veteran¨ªsimos James y la despoblad¨ªsima aportaci¨®n de los madrile?os El Pardo merecen ser resaltadas en un balance realmente pobre (Ellie Goulding, Klaxons, Tinie Tempah), parecido a los de aquellos jueves que se perfilaban como meras fiestas de presentaci¨®n.
El list¨®n subi¨® unos cuantos enteros con lo ocurrido durante la tarde del viernes, pr¨®diga en ejercicios de estilo muy bien definidos, dicho sea sin sesgo peyorativo. Aunque no siempre las propuestas de m¨¢s fuste creativo son las que acaban acaparando el fervor mayoritario, como suele ocurrir con frecuencia en ediciones con marchamo transicional como la que nos ocupa. La veterana nota de clase la hab¨ªa puesto Paul Weller, a quien los elementos hab¨ªan arruinado su actuaci¨®n de 2009 (un vendaval oblig¨® a cancelar su actuaci¨®n) pero dejaron indemne su paso por el escenario grande el viernes, ya que cay¨® una tromba de agua en solo diez minutos pero lo hizo justo cuando termin¨® su concierto. El inveterado padrino del brit pop, desde su atalaya de superviviente del punk al frente de The Jam y reconvertido en exitoso artista en solitario en los noventa (tras The Style Council), ofreci¨® un notable pase arrimado a la faceta m¨¢s rhythm'n'blues de su temario, en formato de rock sudoroso. Recuper¨® My Ever Changing Moods (The Style Council) y Start (The Jam) y allan¨® el camino para que el jovenc¨ªsimo Jake Bugg renovara sus votos en esa religi¨®n que tiene dos deidades b¨¢sicas: Johnny Cash y Bob Dylan. El chico repiti¨® la jugada por segundo a?o consecutivo, con una compa?¨ªa instrumental de lo m¨¢s escueta, y solvent¨® otra vez la papeleta con mucho oficio. Demasiado, si hay que guiarse por sus 20 a?os. Luego Kasabian orquestaron su efectista verbena dance rock, de efecto devastador. En todos los sentidos, por desgracia.
La jornada depar¨® otros conciertos notables. Fue el caso de la psicodelia de los australianos Tame Impala, cada vez m¨¢s afianzada, el pop jovial de Of Montreal, el rock acerado de Albert Hammond Jr. o las estupendas actuaciones de los hispanos Manel y, sobre todo, Juventud Juch¨¦.
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