Y la peque?a pantalla se hizo grande
'Hombres fuera de serie' reconstruye la historia de los creadores que revolucionaron la televisi¨®n
El t¨ªtulo original de un libro de lectura obligatoria, para todos los cin¨¦filos que en los ¨²ltimos 15 a?os han comprobado que el cine m¨¢s poderoso, inteligente y adictivo se pod¨ªa disfrutar sin necesidad de salir de casa, en pantallas con un tama?o al gusto de cada espectador, contenido en el formato de las ancestralmente despreciadas (por razones frecuentemente incontestables) series de televisi¨®n, es Hombres complejos. Y habla de los cerebros, personalidades y esp¨ªritus de la gente que ha creado el duradero esplendor en la hierba, de algo con aroma y sabor a gran cine transmitido por series de televisi¨®n. Pero aqu¨ª ha sido traducido como Hombres fuera de serie. A ver si la cortedad de mi entendimiento pilla la gracia. Despu¨¦s de un rato d¨¢ndole vueltas, lo capto. Se refiere a que van a hablarnos de las cualidades excepcionales de los hombres que acaudillaron la gloriosa revoluci¨®n de las series. Vale, enterado.
Tambi¨¦n destacan en la portada del libro una frase promocional reproduciendo la opini¨®n de The Guardian sobre Hombres fuera de serie. Dice as¨ª: ¡°Este libro es a las grandes series de los ¨²ltimos a?os lo que Moteros tranquilos, toros salvajes fue al cine de los setenta¡±. Estoy de acuerdo. Probablemente, la investigaci¨®n de Peter Biskind sobre la gloriosa generaci¨®n de directores que hicieron inolvidable el cine estadounidense de los a?os setenta se ocupaba m¨¢s de las miserias humanas de aquellos directores que de su grandeza art¨ªstica. Buceaba con complacida mala hostia en los pasotes, envidias, traiciones, desencuentros y zancadillas que marcaron la relaci¨®n de aquellos se?ores tan creativos y listos, una sordidez que todav¨ªa alcanzar¨ªa cotas m¨¢s altas en Sexo, mentiras y Hollywood, aquel ajuste de cuentas con los rapaces hermanos Weinstein, y con la muy tonta idealizaci¨®n de los prop¨®sitos, principios y logros del cine independiente, que alentaba desde el Festival de Sundance, el no tan inmaculado Robert Redford. Brett Martin, autor de Hombres fuera de serie, no hurga con afanes taxidermistas tan extremos en la existencia de los showrunners que parieron y desarrollaron series tan apasionantes como Los Soprano, The Wire, Deadwood, A dos metros bajo tierra, Mad Men y Breaking Bad. Est¨¢ m¨¢s atento a la imaginaci¨®n, el talento, la creatividad y la capacidad de liderazgo de esos tipos que a las l¨®gicas sombras que habitaban en ellos. No descuida lo segundo, nos informa de esas tinieblas, neurosis y crueldades, pero no se ensa?a demasiado. Todos eran hombres complejos, que alternaban virtudes espectaculares y defectos terror¨ªficos, obsesionados con la evoluci¨®n de la criatura art¨ªstica que engendraron, con inevitable lista de agraviados entre las personas que trabajaron con ellos, pero tambi¨¦n con colaboradores que les guardan eterno agradecimiento a pesar de los pesares. Y ante todo, Brett Martin destaca el genio, la originalidad, la audacia y la determinaci¨®n de estos tipos para cambiar todo en un g¨¦nero que siempre hab¨ªa estado regido por las convenciones, la mediocridad, los t¨®picos y la voluntad caprichosa o puritana de los anunciantes publicitarios.
La aristocracia de los directores cinematogr¨¢ficos, gente como Martin Scorsese y David Fincher, han dirigido algunos cap¨ªtulos
Para mi gusto, Brett Martin dedica poco espacio a dos series excelentes como Roma y Boardwalk Empire. El nombre de John Millius, coautor de la primera, clausurada al final de la segunda temporada por el incendio de los estudios de Cinecitt¨¤, no aparece entre la crema de los showrunners. En cuanto a Terence Winter, creador de esa serie admirable sobre la hermandad entre el g¨¢nsterismo y la corrupci¨®n pol¨ªtica en la Atlantic City de la prohibici¨®n, se le cita muchas veces por su trabajo como guionista y productor en Los Soprano, pero no por haberse inventado Boardwalk Empire.
En los ¨²ltimos a?os de las series, la aristocracia de los directores cinematogr¨¢ficos, gente como Martin Scorsese y David Fincher, han dirigido algunos cap¨ªtulos y figuran como productores ejecutivos en series como Boardwalk Empire y House of cards, algo que hab¨ªa sido impensable a lo largo de la historia de la televisi¨®n. De acuerdo en que existi¨® la ilustre generaci¨®n de los Ritt, Frankenheimer, Pollack y otros futuros directores de cine cuyo aprendizaje lo realizaron en la televisi¨®n de finales de los a?os cincuenta, pero todos ten¨ªan claro que no quer¨ªan quedarse ah¨ª, que su anhelo era hacer pel¨ªculas. David Chase, el hombre que imagin¨® en Los Soprano al jefe de la mafia de Nueva Jersey absolutamente deprimido porque la familia de patos que visitaba su piscina decidi¨® emigrar a otros parajes al cambiar de estaci¨®n, y recurriendo a una psiquiatra, siempre se sinti¨® frustrado por trabajar para la televisi¨®n, su sue?o era dirigir cine. Seguimos sin saber lo que hubiera logrado hacer en ¨¦l, pero nos conformamos con la maravilla que nos regal¨® con el derroche de sabidur¨ªa y ambig¨¹edad sobre la naturaleza humana titulada Los Soprano.
Y es muy fascinante el retrato que hace Brett Martin de ese Chase intuitivo, neur¨®tico y temible, capaz de aprovechar para su causa lo mejor del talento ajeno, a trav¨¦s de un pu?ado de guionistas con enorme capacidad para inventar situaciones, desarrollar personajes, escribir di¨¢logos brillantes. Esa facultad para seleccionar todos los elementos de la orquesta y utilizar el virtuosismo de cada solista para conseguir que todo sea arm¨®nico es com¨²n en todos los showrunners que aparecen en este libro.
Resulta transparente que Brett Martin tiene sus preferencias entre ellos, a trav¨¦s de las entrevistas que les ha hecho, o de los datos y los testimonios que ha recibido de las personas que trabajaron con esos creadores, pero esa simpat¨ªa o antipat¨ªa no nubla jam¨¢s la valoraci¨®n que hace de su profesionalidad, el reconocimiento de la brillantez de su cerebro.
Despu¨¦s de leer este libro descubro muchas y enriquecedoras cosas sobre el funcionamiento de la productora HBO, mecenas arriesgado de tanta concentraci¨®n de talento. Y de la inspiraci¨®n y la metodolog¨ªa de personas inquietantes como David Chase, David Milch, Mattew Weiner, Vince Milligan y otros personajes que han hecho m¨¢s feliz nuestra existencia con sus extraordinarias series. Y, por supuesto, el que mejor me cae es un se?or calvo ¡ªy aseguran que siempre vestido como un estibador polaco¡ª, alguien que no concibe su trabajo sin discutir continuamente sobre todo. Se llama David Simon. Junto a Ed Burns, es el autor de la serie m¨¢s desasosegante, profunda, emocionante, compleja y genial que he visto nunca. ?Hay que aclarar que se titula The Wire?
Hombres fuera de serie. Brett Martin. Traducci¨®n de Jorge Paredes. Ariel. Madrid, 2014. 400 p¨¢ginas. 22,90 euros (electr¨®nico: 9,99).
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