El cine chino ya no quiere callar
La censura a ¡®Un toque de violencia¡¯, la ¨²ltima pel¨ªcula de Jia Zhang-ke, levanta a directores locales contra el Gobierno
Gala televisada en directo. Por un canal nacional, el CCTV-6. En horario de m¨¢xima audiencia para que toda China lo viera. Quinta entrega de los premios del Sindicato de Directores chinos, los ¨²nicos galardones que concede la industria. El objetivo, imitar a los Oscar, sacar pecho ante los logros del cine chino. 9 de abril de 2014. Alfombra roja, oropel y rostros conocidos. Y en un golpe de mano, la fiesta devino en acto reivindicativo. El jurado decidi¨® que los dos premios principales, mejor direcci¨®n y mejor pel¨ªcula, quedaran desiertos.
As¨ª se llamaba la atenci¨®n sobre la fiereza de la censura, que ha prohibido en China la comercializaci¨®n de Un toque de violencia, de Jia Zhang-ke, considerado el mejor filme del a?o por sus compa?eros ¡ªse estren¨® el viernes en Espa?a¡ª. Sale a dar la cara Feng Xiaogang, presidente del jurado y uno de los cineastas m¨¢s taquilleros del pa¨ªs: ¡°No hay que darle m¨¢s vueltas a esta decisi¨®n. En vez de ello, debemos pensar en establecer unos est¨¢ndares de calidad mejores, que nos hagan sentir orgullosos¡±, dice el realizador de Big shot's funeral. Puede, pero tambi¨¦n entregaron un discutido galard¨®n, el de mejor actriz para Tang Wei, por Encontrando al hombre perfecto: Tang sufri¨® el boicot de los medios oficiales hace a?os por el contenido sexual de sus secuencias en Deseo, peligro, de Ang Lee.
M¨¢s a¨²n, d¨ªas antes, a finales de marzo, Feng y Jackie Chan, que tambi¨¦n colaboran como asesores pol¨ªticos de su Gobierno, dieron un pu?etazo en la mesa en la Conferencia Consultiva Pol¨ªtica del Pueblo Chino ¡ªuna especie de Senado¡ª, reunida en el Gran Palacio del Pueblo, y se quejaron ante los l¨ªderes del Partido Comunista. ¡°No hagan que los directores tiemblen de miedo cada d¨ªa¡±, dijo Feng. ¡°Actualmente, acabar con una pel¨ªcula depende de unos examinadores. ?Es que su patriotismo, juicio pol¨ªtico y gusto art¨ªstico son mejores que los nuestros?¡±, coment¨® Feng seg¨²n South China Morning Post. Y en esa l¨ªnea habl¨® Jackie Chan: ¡°Si una pel¨ªcula sufre cortes por la censura, su taquilla sufrir¨¢ mucho y tendr¨¢ resultados desastrosos para los productores. Si los filmes chinos no se toman en serio su comercializaci¨®n, dif¨ªcilmente superar¨¢n a Hollywood¡±. En el fondo, lat¨ªa una amarga reflexi¨®n: ?por qu¨¦ el Gobierno permite el estreno de pel¨ªculas estadounidenses como Asalto a la Casa Blanca, que resultan ser un taquillazo, y lastran las obras nacionales pensadas para lograr el mismo ¨¦xito? ¡°Porque es algo aceptable para las autoridades chinas, ya que muestran que el capitalismo es ca¨®tico¡±, reflexionaba Feng: ¡°Los filmes chinos no pueden hacerlo ya que, por lo visto, no tenemos violencia ni corrupci¨®n policial¡±.
Debemos empujar con los guiones para que el sistema caiga¡±, defiende el cineasta Jia
Violencia, corrupci¨®n pol¨ªtica y policial. Exactamente los temas centrales de Un toque de violencia, mejor gui¨®n en Cannes 2013. Jia no es un desconocido ni un cualquiera. Nacido en 1970 en Fenyang, en la provincia de Shanxi, estudi¨® como sus grandes predecesores en la Academia de Cine de Pek¨ªn. Todas sus pel¨ªculas han obtenido mucha repercusi¨®n en cert¨¢menes internacionales. Pero hasta 2007 no dio la campanada, cuando Naturaleza muerta obtuvo el Le¨®n de Oro en Venecia. Siempre ha luchado con la censura, y reconoce que solo pudo ver pel¨ªculas de generaciones anteriores de cineastas compatriotas cuando entr¨® en la Universidad, ¡°porque solo eran accesibles para los investigadores¡±. Cara a cara, Jia es un tipo sonriente, que no rehuye ning¨²n tema: ¡°A los medios chinos les sorprendi¨® que autorizaran la proyecci¨®n de mi pel¨ªcula en diversos festivales. ?Por qu¨¦ no? Habla de lo que ocurre en China, me baso en cuatro historias reales. Me parece m¨¢s peligrosa la autocensura que la censura oficial¡±. Y a?ade: ¡°No deber¨ªa ocurrir, obviamente. Esa sombra nos acompa?a desde hace d¨¦cadas. Debemos luchar, empujar con nuestros guiones para que el sistema caiga. Ahora bien, no puedes escribir con el miedo a ¡®no pasar¨¦ la censura¡¯. Habr¨¢ un momento en que desaparecer¨¢¡±.
Un toque de violencia es la menos realista de sus pel¨ªculas, a pesar de basarse en historias aut¨¦nticas, y que Jia conoci¨® por Weibo, el Twitter chino. ¡°Tuvieron una enorme repercusi¨®n en mi pa¨ªs. Me hizo reflexionar sobre por qu¨¦ alguien llega al extremo de usar tama?a violencia, qu¨¦ desesperaci¨®n debe de albergar¡ Y tambi¨¦n en que algo falla en nuestra sociedad. Por eso cuento cada cap¨ªtulo en una provincia distinta, y diferente respecto a donde ocurri¨® en realidad, para que el p¨²blico entienda la complejidad del problema y el aumento de las desigualdades all¨¢ donde vayas¡±.
El cineasta Zhao Liang se pas¨® al arte y la fotograf¨ªa para regatear a la censura
Jia quiere llegar a cuanta m¨¢s gente, mejor, y por eso Un toque de violencia es una pel¨ªcula wuxia, es decir de artes marciales, lo que la aleja del realismo y la acerca a un cierto ¡°surrealismo¡±, seg¨²n el director. Un g¨¦nero literario y cinematogr¨¢fico muy taquillero en el extremo Oriente, y que hasta Hollywood ha exprimido en, por ejemplo, Tigre y drag¨®n. ¡°No las conoc¨ªa mucho. Sin embargo s¨¦ que en ese g¨¦nero sus protagonistas encaran las dificultades, no se amilanan. Como en mi guion, buscan una salida al conflicto social¡±. ?Y as¨ª est¨¢n las cosas en China? ¡°S¨ª, nos debemos preguntar por qu¨¦ se dan esos cr¨ªmenes. Solo habr¨¢ menos violencia cuando solucionemos los problemas de corrupci¨®n y desigualdad. Adem¨¢s, en mi pa¨ªs no se respeta a los individuos. Todos tenemos nuestro l¨®gico orgullo y el sistema tiende a despreciarlo. La gente tiene que poder expresarse, no hay sitios donde reclamar, oficinas gubernamentales ante las que quejarse, y la ¨²nica v¨ªa que queda es la violencia¡±.
Hay una tradici¨®n china para dar cierta espita de escape a esas protestas: una vez al a?o la gente de la calle viaja a Pek¨ªn a quejarse de los poderes locales. No pueden llevar pancartas, as¨ª que sus reclamaciones las escriben sobre sus camisas blancas. Zhao Liang, otro reputado cineasta chino, dedic¨® una pel¨ªcula a esas peregrinaciones, Petition, que concurs¨® en 2009 en Cannes. Tampoco encontr¨® cauces normales para estrenarla, y entonces Zhao, un a?o m¨¢s joven que Jia pero de la misma generaci¨®n de cineastas, busc¨® otras maneras de expresarse: el arte y la fotograf¨ªa, que regatean m¨¢s f¨¢cilmente la censura: ¡°Ellos controlar¨¢n el mensaje, pero yo busco nuevas formas para ser fiel a m¨ª mismo¡±. El resultado se vio hace dos a?os en Madrid, en la Cineteca, mientras se proyectaba un ciclo con sus pel¨ªculas: la instalaci¨®n Lanterns (The petitioners) expon¨ªa la ropa de esos peticionarios en la que escriben sus mensajes, ahora plastificada y con luz interior. Uno de los pantalones ten¨ªa un parche: es la autocensura de su portador, porque se pueden meter con el gobierno local... pero nunca con el Partido. Trozo de tela superpuesto y mensaje cambiado. ¡°Quiero ganar influencia, que no solo vean mis pel¨ªculas mis amigos y en el extranjero, que m¨¢s compatriotas observen lo que est¨¢ ocurriendo¡±, explicaba entonces su autor.
¡°Con el tiempo, dudo si lo que hago importa. Conozco la sociedad y me gustar¨ªa que la gente supiera qu¨¦ est¨¢ pasando. En China me dicen que deje de mostrar lados oscuros, me piden que hable de cosas positivas. Tonter¨ªas. En el cine muestro a la gente, sus problemas. Para m¨ª, la sociedad china se divide en dos: una minor¨ªa de cuello blanco y una mayor¨ªa formada por el pueblo. Claro que hay fascinaci¨®n por los cambios. Pero, ?hacia d¨®nde van?¡±. Incluso entre los mismos creadores hay clases. Zhao opinaba as¨ª de la persecuci¨®n al artista chino m¨¢s famoso, Ai Weiwei: ¡°Es un buen actor y conoce muy bien las reglas del juego¡±.
Jia tambi¨¦n est¨¢ preocupado por esos cambios que, por ejemplo, ¡°han dejado de lado el medio rural¡±. ¡°China siempre est¨¢ cambiando. Lo noto, y sin embargo la velocidad, esa cierta lentitud, no es la adecuada. Ahora bien, yo viajo mucho, y encuentro la misma violencia en Occidente. Nadie est¨¢ haciendo las cosas bien¡±.
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