El cine dispara a la mafia
Un festival de cine social utiliza como sede propiedades confiscadas a los criminales del sur de Italia
En el n¨²mero 33 de via Bolonia, en Casal di Principe, viv¨ªa uno de los jefes m¨¢s sanguinarios de la camorra. Francesco Sandokan Schiavone, temido capo del clan de los Casalesi, ¡°pod¨ªa matarte por mirarle de reojo¡±. Lo cuenta Enzo Abate, polic¨ªa y actual inquilino de la vivienda, sentado en lo que fue el enorme armario de Sandokan que hoy es un estudio. ?Prueba de que los tiempos cambian? Hasta cierto punto. Porque el Estado italiano, tras condenar a Sandokan a varias cadenas perpetuas, confisc¨® su hogar y lo acab¨® asignando a la asociaci¨®n para ni?os autistas que dirige Abate. Sin embargo, las autoridades s¨®lo pudieron demostrar que parte de la vivienda estaba relacionada con la actividad criminal del capo. De ah¨ª que en la otra parte, a pocos metros y separada por un muro, siga residiendo la esposa de Sandokan, Giuseppina Nappa, con sus hijas.
As¨ª, la mujer del boss y el polic¨ªa que detuvo a uno de sus herederos ¡ªla mayor¨ªa en la c¨¢rcel, siguiendo el ejemplo de pap¨¤¡ª son vecinos de casa. De hecho, Nappa (que tambi¨¦n estuvo entre rejas) abre amablemente cuando Abate toca a su puerta. ¡°No tengo nada que decir¡±, se excusa sin embargo la mujer, mirada baja y voz afligida, mientras su perro C¨¦sar no para de correr alrededor y lamer las manos de los visitantes.
Una ficci¨®n sensible a la realidad
El cine italiano nunca ha entendido de omert¨¤, ese silencio complaciente que permite a la mafia vivir a sus anchas. En concreto, en los ¨²ltimos 30 a?os se han multiplicado los filmes que denuncian a los boss y sus cr¨ªmenes. En los ochenta, Cien d¨ªas en Palermo (1984), de Giuseppe Ferrara, se centraba en Cosa Nostra, mientras que El camorrista (1986), de Giuseppe Tornatore, describi¨® el ascenso de Raffaele Cutolo en el ¨¢mbito de la camorra napolitana.
En los noventa la mafia asesina a los magistrados Falcone y Borsellino y el cine se vuelca en recordarlos. La escolta, de Ricky Tognazzi, narra la historia de un juez que sigue adelante pese a las amenazas. Y Ferrara lleva a la pantalla la vida del magistrado m¨¢s querido de Italia en Giovanni Falcone, al igual que Pasquale Scimeca hace con Paolo Borsellino en 1995. Los cien pasos (2000), de Marco Tullio Giordana, recuerda a los italianos el asesinato del joven siciliano Peppino Impastato y se convierte en un ¨¦xito de cr¨ªtica y p¨²blico.
El mismo resultado cosecha ocho a?os despu¨¦s Gomorra, de Matteo Garrone, adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica del libro de Saviano. De 2008 es tambi¨¦n el documental Libera nos a malo, sobre la menos conocida presencia mafiosa en la Basilicata.
Este a?o en las salas italianas ha arrasado la que quiz¨¢s sea la primera comedia sobre asuntos tan espinosos: La mafia s¨®lo mata en verano, debut detr¨¢s de la c¨¢mara del c¨®mico Pif, ha recibido aplausos por todo el pa¨ªs y ha demostrado que Italia puede condenar a su gran c¨¢ncer tambi¨¦n ri¨¦ndose de ¨¦l. Y al menos tres pel¨ªculas italianas sobre la mafia (Belluscone una storia italiana, La trattativa, Anime nere) estar¨¢n en el pr¨®ximo festival de Venecia.
La escena, incre¨ªblemente real, bien podr¨ªa pertenecer a una pel¨ªcula. Quiz¨¢s a la comedia La mafia solo mata en verano, que est¨¢ arrasando en las salas italianas y ese mismo d¨ªa se proyect¨® en Casal di Principe. La trajeron Nello Ferrieri y Elisabetta Antognoni, responsables del festival itinerante Libero cinema in libera terra, en una de las etapas m¨¢s simb¨®licas de su ruta por ciudades del sur de Italia. Porque, entre disoluciones de la junta municipal, ajustes de cuentas y el dram¨¢tico relato de Roberto Saviano en Gomorra, Casal di Principe evoca en cualquier italiano el espectro de la camorra.
Hasta all¨ª, a unos 25 kil¨®metros de N¨¢poles, han viajado Ferrieri y Antognioni, con lo imprescindible: una furgoneta, una gran pantalla y un proyector. Llegan, muestran una pel¨ªcula de denuncia social ¡ªde Buongiorno Taranto, sobre c¨®mo las f¨¢bricas han envenenado esa ciudad, a La imagen perdida, sobre el genocidio de los jemeres rojos en Camboya¡ª y ponen rumbo al siguiente destino. Su receta es sencilla: cine gratuito contra la mafia y la injusticia ah¨ª donde m¨¢s fuerte laten.
¡°Una pel¨ªcula no puede acabar con la criminalidad pero es un instrumento m¨¢s. El cine itinerante lleva la sorpresa a lugares donde no ocurre nada. Y la sorpresa es enemiga de la mafia¡±, relata Ferrieri. La idea naci¨® en 2001 en Mozambique, con una caravana que recorri¨® el pa¨ªs a golpe de proyecciones. El proyecto, alabado por el mism¨ªsimo Nelson Mandela, inclu¨ªa tambi¨¦n v¨ªdeos para sensibilizar a los lugare?os en la lucha contra el sida. ¡°La imagen es comprensible por todos. Ettore Scola [presidente honor¨ªfico de Cinemovel, la fundaci¨®n detr¨¢s del festival] dice que el cine es el arte m¨¢s democr¨¢tico que hay¡±, a?ade Antognoni.
Hoy su lucha contin¨²a en ?frica pero se ha expandido a su pa¨ªs natal y hasta Par¨ªs y Berl¨ªn, donde el festival parar¨¢ en octubre. En lugar del VIH, tratan de acabar con la mayor enfermedad que padece Italia. La propia elecci¨®n del lugar es una declaraci¨®n de intenciones: la mayor¨ªa de las proyecciones se celebran en bienes confiscados a la mafia, con lo que conlleva para bien y para mal. Los organizadores recuerdan con orgullo una etapa en Corleone con m¨¢s de 700 asistentes. Pero sus memorias incluyen tambi¨¦n intimidaciones ¡ª¡°en Fiuggi, cerca de Roma, bajaron unos tipos de un Mercedes y nos amenazaron con partirnos la cara¡±¡ª y convocatorias desiertas.
?Pocas decenas fueron, por ejemplo, las que acudieron a ver La mafia solo mata en verano en Casal di Principe. El filme se proyect¨® en el jard¨ªn de la antigua casa de Mario A botta Caterino, cuyo apodo se debe a su extrema facilidad por perder los papeles. En la exvilla del killer, con escaleras de m¨¢rmol y aires de magnificencia, est¨¢ instalada hoy una cooperativa que abrir¨¢ un restaurante con la supervisi¨®n del c¨¦lebre pizzaiolo?Gino Sorbillo.
En general, por la Campania bullen asociaciones y cooperativas que buscan darles nueva vida a las antiguas pertenencias de los boss. Aunque, entre los tiempos eternos de la pol¨ªtica, los sabotajes de los viejos due?os y la degradaci¨®n de los inmuebles, tan solo el 30% de los bienes consigue ponerse de pie otra vez. Aun as¨ª, por ello siguen luchando tanto Libero cinema in libera terra como el Festival del empe?o civil, su gemelo a nivel m¨¢s local que organiza espect¨¢culos, conciertos y proyecciones en bienes confiscados de la regi¨®n.
En algunas poblaciones han recibido amenazas y boicoteos
¡°El cine contribuye a dar otra imagen de la ciudad. Por fin se habla de Casal di Principe por un acontecimiento cultural y no criminal¡±, sostiene Renato Natale, reci¨¦n nombrado alcalde en unas elecciones en las que, en la lista rival, compet¨ªan familiares de los capos. Era el en¨¦simo intento de los clanes de parar a Natale: tumbaron su anterior mandato, en los noventa, corrompiendo a tres consejeros comunales y, no satisfechos, planearon atropellarle con un coche. Pero ah¨ª est¨¢ Natale, mandatario para mostrar que la camorra ya no manda.
¡°La mafia aqu¨ª ha sido derrotada. Pero le ha faltado el golpe de gracia¡±, asegura Enzo Abate. En efecto, las cr¨®nicas y las investigaciones dan fe de la detenci¨®n de los principales jefes. Al parecer, ahora hay una organizaci¨®n horizontal y debilitada en la que nadie se atreve a alzarse con el poder. Sea como fuere, una vuelta por Casal di Principe deja a medias esa certeza de victoria. De entre una treintena de entrevistados, la mayor¨ªa habla abiertamente de la camorra y su efecto cancer¨ªgeno. Sin embargo, hay tambi¨¦n respuestas que van de insultos en napolitano a ¡°la mafia aqu¨ª no existe¡± o ¡°Saviano nos ha arruinado¡± que sueltan unos j¨®venes en un bar de la plaza central. M¨¢s sofisticada es la opini¨®n de un hostelero: ¡°Lo que ha habido es una situaci¨®n de sobrecorte de direcciones de la vida¡±. A saber qu¨¦ significar¨¢. Y a saber c¨®mo se llama el hombre, ya que se presenta como Vincenzo Pagano pero acaba sosteniendo que ha mentido y que su nombre real es Giuseppe Bellopede.
Augusto Di Meo, en cambio, pronuncia su nombre alto y fuerte. Este fot¨®grafo de Casal di Principe particip¨® en una conferencia previa a la proyecci¨®n de la pel¨ªcula, otra tradici¨®n de Libero cinema in libera terra, para relatar su tr¨¢gica experiencia. Todav¨ªa la narra como si fuera ayer. Resulta que, como muchas otras ma?anas, ¡°a las siete menos cinco¡± del 19 de marzo de 1994 acudi¨® a la iglesia. Buscaba al cura, don Peppe Diana, uno de sus mejores amigos. Se reunieron en el despacho del eclesi¨¢stico, Di Meo le felicit¨® ¡ª¡°era el d¨ªa de San Giuseppe¡±¡ª y comentaron los ¨²ltimos homicidios. 20 minutos, tal vez algo menos. Salieron y se encaminaron hacia el portal de la iglesia. Quiso el azar que Di Meo tuviera que atarse los cordones de los zapatos. As¨ª que se par¨®, mientras Peppino avanzaba. Ante ¨¦l apareci¨® de repente un hombre de pelo largo. ¡°?Qui¨¦n es don Peppe?¡±, pregunt¨®. El cura asinti¨® con la cabeza, y recibi¨® cinco balas en la cara. A la luz del sol, como si nada, muri¨® don Peppe. Por molestar demasiado. Pero ese d¨ªa Di Meo y muchos m¨¢s decidieron que ya bastaba.
Hoy, 20 a?os despu¨¦s, el comit¨¦ que lleva el nombre del cura desaf¨ªa a sus asesinos. De hecho, contribuye junto con Libera, la principal asociaci¨®n italiana antimafia, a la organizaci¨®n del festival de cine. Para contar que la camorra se puede derrotar, pero a condici¨®n de admitir que existe, es real y mata. No solo en verano.
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