La casa de los esp¨ªas
Un libro revela la historia del londinense edificio Isokon , nido de agentes desde los a?os treinta


Si visitan el barrio londinense de Hampstead, no dejen de internarse por Lawn Road. En esa frondosa calle residencial, aparece repentinamente una especie de¡ ?trasatl¨¢ntico varado? Un bloque de cuatro plantas que rompe con todo lo que le rodea, una audaz avanzadilla modernista: formas redondeadas, suave color rosa y pasillos al aire libre, ahora objeto de la investigaci¨®n de David Burke, que en The Law Road Flats (Boydell and Brewer) husmea entre los moradores del edificio para encontrar un enjambre de esp¨ªas en activo en los a?os 30 y durante la Guerra Fr¨ªa. Restaurado en la pasada d¨¦cada, hoy el edificio luce tan provocador como pudo serlo en 1934, cuando entraron sus primeros inquilinos.
El edificio Isokon fue el producto de la feliz intersecci¨®n entre una pareja de idealistas, Jack y Molly Pritchard, y un dise?ador visionario, el canadiense Wells Coates. Gente muy al tanto de los debates entre los arquitectos europeos sobre la arquitectura funcional, la vida en com¨²n, el ideal igualitario.
Exiliados de la Bauhaus se refugiaron all¨ª tras el ascenso de Hitler
Les atra¨ªa el concepto del ¡°piso m¨ªnimo¡±, que ellos consideraban indispensable para trabajadores intelectuales en un entorno urbano. Y decidieron ponerlo en pr¨¢ctica en la parcela que ten¨ªan en Lawn Road, cerca de la estaci¨®n de Metro de Belsize Park.
A pesar de utilizar t¨¦cnicas entonces novedosas, como el hormig¨®n armado, el edificio se construy¨® dentro de los plazos, reafirmando la creencia de sus creadores: aparte de progresista, era econ¨®micamente factible. Inclu¨ªa 22 minimun flats m¨¢s tres estudios, cuatro apartamentos dobles y el ¨¢tico para el matrimonio Pritchard, aparte de los espacios comunes ¡ªcocina, lavander¨ªa, bar-restaurante¡ª y las habitaciones para empleados (bastante miserables).
El inquilino ideal deber¨ªa ser soltero y llevar poco equipaje: el servicio se ocupar¨ªa de todo lo dem¨¢s. El espacio era escaso pero aprovechado al m¨¢ximo con los muebles de Coates. Se buscaba el ideal de Le Corbusier, ¡°la m¨¢quina habitacional¡±, enriquecida por el pragmatismo brit¨¢nico: el equipamiento inclu¨ªa un hornillo el¨¦ctrico, para que no faltara el t¨¦.
Fue un ¨¦xito desde el principio, aunque el perfil de sus habitantes cambi¨® por las urgencias pol¨ªticas. Con la ascensi¨®n de Hitler al poder, el Isokon acogi¨® a luminarias de la Bauhaus como Walter Gropius, L¨¢szl¨® Maholy-Nagy o Marcel Breuer. Pritchard estuvo a la altura de las circunstancias: no cobr¨® alquiler a los exiliados y testific¨® que eran antifascistas, para evitar que fueran internados tras el inicio de la guerra. Pero no pod¨ªa estar seguro de las verdaderas lealtades de muchos refugiados.
Burke investiga entre la extraordinaria fauna que ocup¨® los pisos, desde el escultor Henry Moore a Eva Collett, la propietaria de influyentes librer¨ªas y tiendas de discos. Pero sus cuentas son nebulosas: para llegar al n¨²mero de 32 esp¨ªas sovi¨¦ticos conectados con el Isokon, suma supuestos visitantes, residentes en los alrededores y parientes sospechosos.

Todav¨ªa hoy, con la inaccesibilidad de muchos archivos de la era sovi¨¦tica, hay demasiados casos abiertos: imposible saber qui¨¦nes eran agentes y qui¨¦nes no pasaron de compa?eros de viaje. Respond¨ªan, adem¨¢s, a diferentes amos: el NKVD, el GRU (inteligencia militar) o la Komintern. Semejante concentraci¨®n de esp¨ªas puede sonar a disparate pero est¨¢ el famoso principio de esconder algo dej¨¢ndolo a la vista.
Los pisos de Lawn Road eran un centro visible de actividad izquierdista: se celebraron veladas de solidaridad con Espa?a o China, con men¨²s t¨ªpicos de los pa¨ªses en guerra. Pero tales eventos eran de rigor en la sociedad intelectual de Londres. Se entiende que hasta una dama conservadora como Agatha Christie se mudara all¨ª en 1941: se trataba de un edificio que ofrec¨ªa m¨¢s protecci¨®n ante los bombardeos alemanes que su domicilio habitual. Curiosamente, su estancia coincidi¨® con la publicaci¨®n de El misterio de Sans Souci, una de sus raras novelas con tem¨¢tica de espionaje: algunos de los detalles incomodaron a las autoridades.
?Controlaban el Isokon los servicios brit¨¢nicos de contrainteligencia? Liquidada la Guerra Fr¨ªa, aseguraban informalmente que estaban al tanto pero que la invasi¨®n de la URSS por los nazis les impidi¨® recurrir a arrestos o expulsiones; los antiguos enemigos hab¨ªan ascendido a aliados. Asuman con escepticismo tanta sabidur¨ªa retrospectiva: en el Isokon se instal¨® tranquilamente el austriaco Arnold Deutsch, responsable de reclutar a Kim Philby y dem¨¢s miembros del C¨ªrculo de Cambridge, los topos m¨¢s eficaces de los a?os treinta y cuarenta.
En realidad, el MI5 ignor¨® los peligros de la situaci¨®n. Un ejemplo: en el Isokon residi¨® Charles Brasch, un poeta neozeland¨¦s que trabajaba en las ultrasecretas instalaciones de Bletchley Park, descifrando los mensajes alemanes (y que seguramente sab¨ªa que, entre 1943 y 1944, se comenz¨® a hacer seguimiento de las comunicaciones sovi¨¦ticas). M¨¢s adelante, incluso vivi¨® all¨ª un despistado agente de la CIA, desconocedor de la reputaci¨®n del lugar.
David Burke llega a contar hasta 32 infiltrados sovi¨¦ticos ligados al edificio
A¨²n fue m¨¢s milagroso que el Isokon sobreviviera a la piqueta. Pritchard no busc¨® la rentabilidad y, en los a?os sesenta, se lo traspas¨® a la revista socialista New Statesman. Poco tiempo despu¨¦s, fue adquirido por el distrito londinense de Camden, que tuvo una iniciativa feliz ¡ªlograr que, como edificio protegido, tuviera la m¨¢xima calificaci¨®n¡ª pero que apenas invirti¨® en combatir su deterioro.
A final de siglo, el Isokon estaba abandonado. En 2003, se inici¨® una rehabilitaci¨®n a fondo, gracias al acuerdo entre una asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro, la Notting Hill Home Ownership, y Avanti Architects, un estudio versado en la regeneraci¨®n de edificios. La obra fue financiada por la venta de los mayores apartamentos; el resto, pertenece a una cooperativa de trabajadores municipales de Camden. Se ha a?adido una Isokon Gallery, que cuenta la asombrosa historia del lugar.
La Isokon Gallery se puede visitar exlusivamente los s¨¢bados y domingos, entre marzo y octubre. M¨¢s detalles en info@isokongallery.co.uk.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.