Constelaci¨®n latina
'Bajo el mismo sol' lleva al Guggenheim neoyorquino el arte latinoamericano de hoy
?Cu¨¢ndo una identificaci¨®n geopol¨ªtica pasa de ser una estrategia coyuntural de representaci¨®n para transformarse en una f¨®rmula aceptable? La pregunta la formulo en el contexto de la exposici¨®n Bajo el mismo sol: arte de Latinoam¨¦rica hoy ¡ªque el comisario Pablo Le¨®n de la Barra ha organizado para el Museo Guggenheim Nueva York¡ª porque, a pesar de la favorable opini¨®n que merece la muestra, me parece que las cartograf¨ªas de nuestro tiempo, y las que exploran los artistas involucrados en esta muestra, han venido experimentando un giro que articula una ruptura con lo geogr¨¢fico, a partir de formulaciones, posiciones y lenguajes abiertos o inconcluyentes de reconocimientos, identificaciones o proyecciones, ya sean locales o transnacionales, con Latinoam¨¦rica.
Para empezar, la muestra se enmarca en ¡°La iniciativa de arte global Guggenheim UBS Map¡±, que seg¨²n J¨¹rg Zeltner, CEO del UBS Wealth Management, se propone transmitir ¡°una visi¨®n completa de las regiones m¨¢s din¨¢micas y evolutivas del mundo¡± y alinear ¡°una perspectiva global y cultural con nuestra experiencia en los mercados emergentes¡±. ?Totalizar y homogeneizar econ¨®micamente la diversidad cultural? ?Aplicar una f¨®rmula Monsanto al arte? Desde luego esa no es la intenci¨®n del comisario, sino la finalidad condescendiente de esta iniciativa que el Guggenheim ya ha extendido hacia Asia y que pr¨®ximamente se ocupar¨¢ de ?frica. Para Le¨®n de la Barra, por el contrario, la exposici¨®n ¡°puede entenderse como un intento de redefinir los mapas culturales dentro de las Am¨¦ricas, de eliminar fronteras y de crear nuevas relaciones entre diferentes centros art¨ªsticos¡±. ¡°A pesar de las contradicciones y conflictos en nuestras historias tanto coloniales como modernas y de las peculiaridades que deben ser reconocidas y respetadas¡±, para este comisario de origen mexicano y tambi¨¦n de pasaporte brit¨¢nico, ¡°todos vivimos bajo el mismo sol y debemos aprender a reconocer que lo que est¨¢ ocurriendo en otros lugares es tan importante como lo que est¨¢ ocurriendo en nuestro entorno inmediato¡±.
Para ello, De la Barra ha desplegado casi medio centenar de obras de m¨¢s de cuarenta artistas en las salas del segundo y cuarto pisos del museo, adyacentes a la rotonda principal del legendario Guggenheim neoyorquino (y no es que los latinoamericanos no hayan hecho todav¨ªa m¨¦ritos para exponer en el m¨ªtico espacio principal; Nancy Spector organiz¨® una muestra de F¨¦lix Gonz¨¢lez-Torres en 1995). El despliegue es, pues, algo apretado, aunque preferible, en este caso, a ese devanado y tortuoso remolino de Frank Lloyd Wright que engulle todo lo que no lo asuma o lo transforme irreconocible. Y esa escasez de espacio ¡ªagotado este hasta lo insospechado entre pasillos y barandas¡ª, apenas si permite distinguir d¨®nde empiezan las diferencias de lo que De la Barra entiende por conceptualismo, modernismo o participaci¨®n, o d¨®nde terminan las del activismo pol¨ªtico o la tropicolog¨ªa, que son los temas abiertos entre los que el comisario quiere articular la muestra. Ello, en todo caso, nos ayuda a establecer nuestras propias lecturas y narrativas, y a involucrarnos, ¡°f¨ªsica y mentalmente¡±, como expresamente desea el comisario, para entrar a formar parte activa de la exposici¨®n.
La muestra se propone establecer una relaci¨®n entre artistas de generaciones anteriores como Rafael Ferrer, Luis Camnitzer, Juan Downey, Marta Minuj¨ªn, David Lamelas o Alfredo Jaar ¡ªsus ideas, formulaciones o resoluciones pol¨ªticas y discursivas¡ª con generaciones m¨¢s recientes, como las de Javier T¨¦llez, Paul Ram¨ªrez Jonas, Donna Conlon y Jonathan Harker, Tania Bruguera, Minerva Cuevas, Regina Jos¨¦ Galindo, Mariana Castillo Deball, Mario Garc¨ªa Torres o Carlos Motta, que abarcan tanto y con la misma complejidad y rigor que aquellos. Se agradece tambi¨¦n la presencia ineludible, interactiva, de Carlos Amorales, Rivane Neuenschwander, Amalia Pica y Carla Zaccagnini, as¨ª como las complejas sutilezas de Wilfredo Prieto, Dami¨¢n Ortega, Jonathas de Andrade, Tamar Guimar?es o Erika Verzutti. Dominique Gonz¨¢lez-Foerster es, sin duda, la invitada sorpresa en una reuni¨®n heterog¨¦nea y relevante donde podr¨ªamos echar de menos a tantos artistas como los que est¨¢n presentes. Pero esa ser¨ªa otra historia.
Por lo dem¨¢s, esta muestra de instalaciones, pinturas, fotograf¨ªas, esculturas, v¨ªdeos y dibujos, que a veces provoca y otras veces invita a reflexionar, que a veces suena y otras veces denuncia o nos permite jugar, no se propone unificar ni resumir nada, sino reflejar aproximaciones y contig¨¹idades, fragmentaciones y discontinuidades, a veces polif¨®nicamente y otras veces apelando a heterotop¨ªas.
El an¨¢lisis que despliega De la Barra tampoco trata de contextualizar hist¨®ricamente las obras que presenta, ni las condiciones de su producci¨®n, sino como ejemplos de la actualidad, insinuando c¨®mo ciertas situaciones y sucesos pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales o culturales han afectado, se reflejan o se referencian en el arte y la producci¨®n de estos artistas latinoamericanos contempor¨¢neos. Precisamente en estos argumentos descansa la relevancia y la probable influencia de esta muestra, inconclusa porque apunta hacia su propia continuidad.
Under the Same Sun: Art from Latin America today. Museo Guggenheim Nueva York. Hasta el 1 de octubre. La muestra viajar¨¢ al Museo de Arte Moderna (MAM) de S?o Paulo y al Museo Jumex de la Ciudad de M¨¦xico en 2015.
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