Tr¨ªo de ases argentinos en el Col¨®n: Les Luthiers,Argerich y Barenboim
Los dos maestros pianistas ensamblaron su arte con la m¨²sica del grupo humor¨ªstico y la orquesta West-Eastern Divan
Hab¨ªa ganas de pasarlo bien. La semana del Festival Barenboim de M¨²sica y Reflexi¨®n estaba dejando a Buenos Aires con la boca abierta. Hubo de todo: un d¨ªa, Barenboim dirigi¨® a la que considera la mejor pianista del mundo, su compatriota Marta Argerich; otro d¨ªa, ¨¦l y ella tocaron a cuatro manos a Mozart, a Schubert y a Stravinsky; otra tarde, ¨¦l dirigi¨® a la West-Eastern Divan con varios fragmentos de Trist¨¢n e Isolda¡Y faltaba lo nunca visto, lo nunca imaginado incluso en Argentina: los cinco m¨²sicos del grupo humor¨ªstico Les Luthiers tocando junto a ellos y la West-Eastern Divan en el Teatro Col¨®n.
La idea de juntarlos a todos se le hab¨ªa ocurrido a la esposa de Barenboim, la pianista Elena Bashkirova. ¡°Yo le hab¨ªa hablado mucho de ellos y mostrado los v¨ªdeos¡±, cont¨® el maestro al diario Clar¨ªn. ¡°Y ella me dijo: ¡®Ya que vas a la Argentina con Martha y en un plan sentimental, ?por qu¨¦ no te das el gusto de hacer algo con ellos?¡± Y as¨ª fue. Pero, ?c¨®mo ensamblar el rigor de Barenboim o la sutileza de Argerich con los chistes de Les Luthiers y el delirio de sus instrumentos musicales?
El concierto estaba programado el s¨¢bado a las ocho de la noche, pero hab¨ªa tanta expectaci¨®n que el teatro casi se llen¨® durante el ensayo de las once de la ma?ana con gente que no pudo hacerse con una entrada. Hab¨ªa ganas de pasarlo bien, pero tambi¨¦n hab¨ªa cuchicheos, murmullos en la platea, mientras Barenboim dirig¨ªa. Y de pronto, el maestro, vestido con camisa blanca de mangas cortas, se volvi¨® en su silla, dio la espalda a la orquesta, encar¨® al p¨²blico y con una voz tremebunda grit¨®: ¡°?Silencio, por favor!¡±
No falt¨® el caso de una se?ora temeraria que se atrevi¨® a aplaudir el grito del maestro. Pero ¨¦l continu¨®:
¡ª Estamos aqu¨ª trabajando para que ustedes lo pasen bien. Pero necesitamos silencio. ?Y no olviden encender los m¨®viles al salir!
Con la misma voz:
Creo que no tuvimos ni lo mejor de Les Luthiers ni lo mejor de Barenboim y Argerich Un espectador
¡ª ?Y no me corrijan! ?No olviden encender los m¨®viles al salir!
La seriedad estaba puesta al servicio del arte y el humor. Esa fue la clave de una mezcla tan at¨ªpica. En la primera parte del concierto tocaron La historia de un soldado, compuesta en 1917 por Igor Stravinski sobre la base de un texto de Charles Ferdinand Ramuz. Tres de Les Luthiers relataban la historia de un soldado que le vendi¨® su viol¨ªn al Diablo y la orquesta acompa?aba la narraci¨®n con la m¨²sica. O viceversa. Y en medio, a Barenboim se le ocurri¨® meter a una pareja bailando tango y no se priv¨® en el ensayo de probar algunos pasos junto a la bailarina.
En la segunda parte interpretaron El carnaval de los animales, suite de 14 movimientos escrita en 1886 por Camille Saint-Sa?ns. Ah¨ª se incorpor¨® Martha Argerich al espect¨¢culo.
Y uno a uno fueron apareciendo Les Luthiers, cada uno con sus instrumentos surrealistas. Algunos espectadores comentan que result¨® especialmente gracioso escuchar a artistas consagrados de la talla de Argerich y Barenboim practicando escalas, como si hicieran sus primeros pinitos en el piano.
El teatro estaba lleno, pero no abarrotado como cuando tocaron el martes a cuatro manos Barenboim y Argerich. En esa ocasi¨®n hab¨ªa personas de pie en los pasillos laterales de la platea. Esta vez fue una noche agradable, pero no apote¨®sica. Solo hubo un bis, que interpretaron en su totalidad Les Luthiers, con Barenboim y Argerich como espectadores. ¡°Solo hubo un bis porque Barenboim ten¨ªa que tocar al d¨ªa siguiente¡±, explica un empleado del Teatro Col¨®n. ¡°Tanto ¨¦l como Argerich estaban muertos de cansancio. Pero hubo 15 minutos de ovaci¨®n. Y, desde el punto de vista musical, hubo un momento muy bueno, que fue cuando el chelista de la orquesta toc¨® un instrumento de Les Luthiers y le agarr¨® un sonido que se comi¨® toda la ovaci¨®n del p¨²blico¡±, a?ade.
Un espectador muy asiduo del Col¨®n, que prefiere preservar su nombre, comentaba: ¡°No fue f¨¢cil unir dos estilos totalmente distintos. Les Luthiers han hecho de su vida un cuestionamiento de la estructura de los conciertos y ahora no era f¨¢cil verlos con los dos maestros. La primera parte, la del soldado, creo que al p¨²blico en general le pareci¨® lo m¨¢s tedioso. Y, sin embargo, puede que fuese lo m¨¢s logrado, porque Les Luthiers se limitaban a narrar, a?adiendo algunos comentarios jocosos al texto original¡±.
¡°En la segunda parte¡±, continu¨® el citado mel¨®mano, ¡°que era la de El carnaval de los animales, Barenboim actu¨® con ellos para crear algunos chistes. Pero en el fondo, fondo, fondo¡ Creo que no tuvimos ni lo mejor de Les Luthiers ni lo mejor de Barenboim y Argerich. Como experiencia hubiese sido m¨¢s provechoso asistir a un concierto de Les Luthiers solos y re¨ªrnos a mand¨ªbula batiente y a otro de Barenboim y Argerich tocando juntos ellos dos, como el del martes. Ese s¨ª que fue irrepetible¡±.
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