Egos, excesos y coca¨ªna
Se publican las grabaciones de la gira por estadios de Crosby, Still, Nash & Young en 1974
Puede que inicialmente fuera un movimiento igualitario pero, que nadie se enga?e, el hippismo tambi¨¦n tuvo su aristocracia. Se encarn¨®, por ejemplo, en aquel proyecto musical llamado Crosby, Stills & Nash. Su mera existencia suger¨ªa la gozosa posibilidad de la reinvenci¨®n: proced¨ªan de grupos frustrados o culturalmente superados (The Hollies, Buffalo Springfield, The Byrds).
Si hemos de creerlos, se juntaron de forma espont¨¢nea. En el verano de 1968, coincidieron en California y sus voces empastaron m¨¢gicamente. En realidad, el hecho de que cada uno grabara para una discogr¨¢fica diferente requiri¨® alta diplomacia por parte de Ahmet Erteg¨¹n, responsable de la compa?¨ªa que se llev¨® el gato al agua, Atlantic. Fue tambi¨¦n Ertegun quien sugiri¨® que el supergrupo se reforzara tras su primer LP, incorporando a alguien que era pr¨¢cticamente un desconocido: Neil Young. Funcion¨®: se sumaba garra a lo que inicialmente era un tr¨ªo angelical. A la larga, tambi¨¦n fue un fichaje fatal: Neil, que hab¨ªa chocado con Stills en Buffalo Springfield, ten¨ªa una agenda propia.
Pero no nos adelantemos. Conviene remachar que, en tr¨ªo o en cuarteto, facturaron mensajes urgentes para la contracultura. Desde canciones coyunturales (Woodstock, Ohio) a reflexiones sobre la educaci¨®n de los hijos (Teach your children). De fantas¨ªas escapistas (Wooden ships) a reivindicaciones del nuevo estilo de vida (Almost cut my hair). Hasta nos informaban de sus ¨¦picos enamoramientos: la relaci¨®n de Stephen Stills con la vocalista Judy Collins qued¨® retratada en Suite: Judy blue eyes; un par de temas del primer LP estaban inspirados por la seductora Joni Mitchell.
En la cotidianeidad, sin embargo, despuntaban los egos. Aunque estuvo con ellos en Woodstock (1969), Neil Young rechaz¨® aparecer en la pel¨ªcula del festival, en la que ¨²nicamente se pudo ver a Crosby, Stills & Nash. En 1973, CSN&Y dej¨® de existir tras sacar un directo, 4 way street. Nada dram¨¢tico: todos ten¨ªan proyectos particulares en marcha.
Con un matiz: s¨®lo Neil triunf¨® a lo grande, a partir de Harvest (1972), disco que suger¨ªa la retirada generacional hacia una vida rural. De repente, surg¨ªa el macho alfa de la manada: un jefe genial, esquivo, caprichoso. En 1973, hubo un intento de grabar un nuevo disco de CSN&Y en el rancho de Young. Se iba a llamar Human highway y qued¨® inacabado, aunque hab¨ªa hasta portada (un retrato de los cuatro en Hawai). El tema hom¨®nimo fue rescatado por Neil para Comes a time, en 1978.
Y sin embargo, un a?o despu¨¦s CSN&Y se reun¨ªan para una tarea tit¨¢nica: unos 30 conciertos en estadios de Estados Unidos y Canad¨¢, con cierre en el Wembley Stadium londinense. Lo que hab¨ªa comenzado como un grupo de sala de estar se transformaba en un monstruo para multitudes veraniegas. De la inicial wooden music (m¨²sica de madera) al decibelio masivo. Por mucho que sugirieran ¡°la necesidad de cerrar el ciclo¡± y coartadas similares, estaba lamentablemente claro: la motivaci¨®n era econ¨®mica.
El demonio sabe burlarse: en vez del mill¨®n y medio de d¨®lares que se calculaba ingresar¨ªa cada uno, los beneficios fueros modestos. Hubo alguna cancelaci¨®n, con los consiguientes problemas legales. Se luch¨® contra el equipo de amplificaci¨®n, que ya hab¨ªa sido usado unos meses antes en la gira de Bob Dylan con The Band. Sobre todo, se dispararon los gastos: los m¨²sicos y sus asociados exigieron ser tratados como realeza. Comenzaba la era de los jets privados, los chefs contratados que finalmente cocinaban poco. Mandaba la coca¨ªna, substancia que no favorece el ascetismo.
Hace unos a?os, cuando Graham Nash empez¨® a revisar las cintas grabadas durante el recorrido, se qued¨® avergonzado: muchas de las interpretaciones estaban encocadas, aceleradas y coronadas por voces deterioradas. Debi¨® desechar buena parte de las cintas y, sobre todo, mimar el sonido: Neil Young, que en 1974 se neg¨® a dar permiso para sacar un live, quer¨ªa que alcanzara el est¨¢ndar de su reproductor Pono. Con todo, Nash ha sacado una s¨ªntesis luminosa de aquella odisea.
CSNY 1974 llega en dos versiones. La edici¨®n completa incluye tres CD, un DVD y un libro; tambi¨¦n se vende un resumen, en un CD. Y resulta una revelaci¨®n. Se escucha con una nitidez de la que s¨®lo disfrut¨® una m¨ªnima porci¨®n de los asistentes a aquellas jamborees contraculturales.
No, el problema no era el repertorio: ten¨ªan los dos discos m¨¢s el abundante material grabado en solitario (Neil Young prescindi¨® de sus ¡°grandes ¨¦xitos¡± para dar salida a temas frescos, incluyendo una improvisada despedida al presidente Nixon, Goodbye Dick). Y se organiz¨® inteligentemente. Los conciertos se abr¨ªan y cerraban con segmentos el¨¦ctricos; en el medio, la parte ac¨²stica.
La potencia instrumental era fenomenal: con tres m¨²sicos contratados en la secci¨®n de ritmo, las estrellas alternaban entre teclados y guitarras. En t¨¦rminos de personalidad, hab¨ªa donde elegir: el hedonismo so?ador de Crosby, la prudencia pr¨¢ctica de Nash, el musculoso romanticismo de Stills, la incre¨ªble fertilidad de Young.
Se trataba, sin embargo, de un espejismo: demasiadas fuerzas centr¨ªfugas para soportar tan fr¨¢gil fraternidad; los antiguos amigos se ignoraban o peor. A finales de 1974, intentaron rematar otro LP conjunto; t¨ªpicamente, Young se march¨® sin avisar.
En los 40 a?os que han pasado, todos conspiraron para olvidar aquella gira de excesos y masas alborotadas. La reciente publicaci¨®n de CSNY 1974 (Rhino Records) muestra que tambi¨¦n crearon m¨²sica excelsa. Que ahora suena a canto del cisne, a despedida del sue?o de poner banda sonora a una sociedad alternativa. Lo siguiente fue la fragmentaci¨®n, el s¨¢lvese quien pueda.
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