Silencioso homenaje a Robin Williams en las dos orillas
Su casa en Tibur¨®n y la de la Se?ora Doubtfire en San Francisco se convierten en los altares de recuerdo al actor
Solo hay una persona cansada del homenaje, Douglas Ousterhout, cirujano pl¨¢stico con especializaci¨®n facial. En 1997 se hizo con una casa de cine, en el 2640 de la calle Steiner con Broadway, por un 1,7 millones de d¨®lares. El inmueble donde Robin Williams dio vida a la m¨ªtica se?ora Doubtfire. Al igual que el protagonista de la pel¨ªcula, el galeno tiene una habilidad especial, convertir los rostros femeninos en masculinos y viceversa. Su habilidad con el bistur¨ª le ha permitido hacerse con un hogar en Pacific Heights, la zona noble de San Francisco. La valoraci¨®n actual de la casa, construida en 1906, ronda los cinco millones de d¨®lares.
La molestia de este doctor que pasa consulta en el barrio de Castro, cuna del orgullo gay, tiene algo de pose, en el fondo tiene mucha tolerancia con los curiosos que se acercan y con la unidad m¨®vil de televisi¨®n que hace guardia y alumbra su puerta.
Cada media hora se asoma en pantuflas: ¡°?Os vais a quedar aqu¨ª toda la noche?¡±. Y se vuelve esquivando cuidadoso el improvisado altar. Una vela con la imagen de la Virgen de Guadalupe hace de pisapapeles sobre una notita de tributo: ¡°Oh, capit¨¢n. Mi capit¨¢n¡±. Un pelda?o m¨¢s abajo, flores y un coraz¨®n rosa fucia escrito con rotulador negro: ¡°Robin, siempre ser¨¢s querido y a?orado. XOXO¡±. Tres escalones m¨¢s arriba, casi en el rellano, una edici¨®n antigua de Peter Pan abierta. Todo un gui?o a un hombre de mil caras e infinidad de sentimientos que se neg¨® a madurar.
La peregrinaci¨®n es constante pero discreta, sin estridencias
La peregrinaci¨®n es constante pero discreta, sin estridencias. Como mucho una oraci¨®n, un momento de silencio ante el porche y siguen el paseo. El Great American Music Hall de la calle O¡¯Farrell, uno de los lugares d¨®nde muchas noches actu¨® sin estar en el programa, guard¨® un minuto de silencio antes del comienzo de la sesi¨®n. El club Laughs, dedicado a la comedia e improvisaci¨®n, cambi¨® su programa para rendir tributo al amigo que tantas noches, sin previo, aviso se dejaba caer en la sala como un espectador m¨¢s que, si se sent¨ªa a gusto, improvisaba para deleite del personal.
Al otro lado de la bah¨ªa, pasado el Golden Gate todo es oscuridad. En Tibur¨®n, un pueblecito pegado a Sausalito, donde las casas, de dos alturas y grandes ventanales, parecen espolvoreadas por la ladera, todo era silencio. El ¨²ltimo ferry desde San Francisco llega a las siete de la tarde. La comisar¨ªa est¨¢ cerrada. La escuela tambi¨¦n. En el supermercado de comida org¨¢nica, la moda en California, nadie dice saber d¨®nde vive el actor. Lo mismo sucede en una impersonal farmacia perteneciente a una gran cadena, pacto de silencio, como si el nombre m¨¢s c¨¦lebre de los 8.666 habitantes de Tibur¨®n no existiera. Basta seguir hasta el muelle para dar con el lugar donde encontraron muerto al actor, en el 95 de la Avenida de Santo Tom¨¢s. Vistas a la prisi¨®n de Alcatraz, la silueta de San Francisco y acceso directo al mar. Una luna gigante cumple mejor que las escasas farolas.
En la puerta del garaje dos coches de grandes dimensiones, con forma de todoterreno pero solo tracci¨®n delantera, los SUV, otra moda que han exportado, siguen aparcados. Dentro del hogar se vislumbra alguna luz. Nadie sale. Los vecinos de la casa de enfrente s¨ª, para ofrecer agua. De paso, entablaron conversaci¨®n con Amy Esparze y Chaka Gorden, dos amigas, playeras, vaqueros y sudadera con capucha que se han acercado desde Benicia, para dejar una flor en su verja. ¡°Para m¨ª siempre ser¨¢ Patch Adams¡±, dice emocionada Gorden. Visita de menos de 10 minutos.
Pocos kil¨®metro m¨¢s adelante, en San Rafael, municipio al que donde pertenece la polic¨ªa que encontr¨® sus restos mortales, el sheriff ha convocado a la prensa a las 11 de la ma?ana, las 20h peninsulares, para esclarecer detalles sobre el fallecimiento del actor.?
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