¡®Juego de tronos¡¯ letal
La serie que nos deja temblando ha batido su propio r¨¦cord po¨¦tico y letal con la muerte del actor J. J. Murphy
Juego de tronos logr¨® tres cosas importantes en la cuarta temporada: 1. Remontar. 2. Cumplir con el anhelo de todo universo de ficci¨®n: que cada espectador (?qu¨¦ pobre resulta ya esta palabra en tiempos de interacci¨®n!) se sienta identificado con sus personajes. Igual que algunos seguimos huyendo en un halc¨®n milenario cada vez que perdemos la espada o nos refugiamos en alg¨²n pliegue de la galaxia para intentar restituir la dignidad perdida como jedis abatidos, Juego de tronos nos ha actualizado el imaginario de escondites necesarios, regal¨¢ndonos disfraces veraces, crudos y divertidos: ?Qui¨¦n no se ha sentido alguna vez como un Jon Snow impotente ante esas nevadas aciagas, desterrado en Invernalia o v¨ªctima de la ira de un Joffrey cualquiera? ?Qui¨¦n no se ha mirado en el espejo de Khaleesi y de su ej¨¦rcito de inmaculados dispuestos a dar todo a cambio de esa falsa libertad? Quien no lo haya hecho, seamos claros, no es de este mundo (real), sino de alg¨²n otro (de ficci¨®n).
Y... 3.?Tambi¨¦n ha logrado hacer verdad lo que nos tem¨ªamos: que m¨¢s vale no coger cari?o a ninguno de esos personajes porque todos, desde las geniales chicas Stark al m¨¢s malvado de los Lannister, pueden morir. Sin piedad.
Pero ahora, adem¨¢s, la serie que nos deja temblando ha batido su propio r¨¦cord po¨¦tico y letal: su ¨²ltimo fichaje, el actor J.?J.?Murphy, ha muerto incluso antes de que se estrene la quinta temporada. El hombre elegido para encarnar al miembro m¨¢s veterano de la Guardia de la Noche cumpli¨® su sue?o al participar en esta gran producci¨®n ¡ªasegura su agente¡ª y sin m¨¢s, a los 86 a?os, como dicen en ingl¨¦s, ¡°colaps¨®¡±. Descanse en paz el anciano actor que seguramente nos conmover¨¢ en oto?o y que, ve¨¢moslo as¨ª, nos ha ganado ya al morir antes de que le maten. Logr¨® su gloria. Donna Tartt nos ense?a en El jilguero que todos siempre perdemos, que todo termina mal para todos. Y que pese a ello, a¨²n es posible jugar ¡°con una especie de alegr¨ªa¡±.
Disfrutemos el juego como suponemos lo hizo J.?J. Murphy. En Invernalia, en Desembarco del rey o en las c¨¢lidas tierras de la Khaleesi. Que, si hay que volver a huir, siempre nos quedar¨¢ el Halc¨®n Milenario. Escoltado esta vez por dragones en siniestra rebeli¨®n.
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