¡°Diga que soy yugoslavo¡±
Slavko Goldstein publica sus memorias '1941, el a?o que retorna' El escritor combati¨® en la Segunda Guerra Mundial y presidi¨® el Partido Social Liberal
El otro d¨ªa, antes de presentarlo al p¨²blico, le pregunt¨¦ a Slavko Goldstein (Karlovac, Yugoslavia, 1928), el autor de 1941, el a?o que retorna (C¨®mplices):
¡ª?C¨®mo prefiere que le llame, se?or Goldstein? ?Escritor croata o escritor yugoslavo?
¡ªDiga usted yugoslavo.
Como tantos de su generaci¨®n, el se?or Goldstein ha tenido una vida agitada, sacudida por terribles acontecimientos. Siendo una vida tambi¨¦n relativamente larga, le ha dado para combatir como partisano en la Segunda Guerra Mundial; para vivir unos a?os en Israel y regresar; crear una editorial; fundar y presidir el Partido Social Liberal en febrero de 1989, y al cabo de un a?o y medio, cuando comprob¨® que se hab¨ªa infiltrado en ¨¦l el nacionalismo y que repuntaba en el pa¨ªs el antisemitismo, abandonarlo; para asistir a la repetici¨®n de las guerras civiles y la descomposici¨®n de Yugoslavia; y, en fin, para exponer su memoria de todo ello con gran talento narrativo, en un libro de factura muy compleja e interesante, en la que se alternan y simultanean la microhistoria con los acontecimientos hist¨®ricos generales, el testimonio personal de su peripecia particular y familiar, con una masa enorme de datos precisos, exhumados de los archivos.
El objetivo del libro de Goldstein es explicarse y explicar por qu¨¦ a finales del siglo XX croatas y serbios repitieron la guerra fratricida que hab¨ªan librado cincuenta a?os atr¨¢s. Por qu¨¦ un pa¨ªs considerable en el Este europeo se ha convertido en nada menos que siete Estados insignificantes.
Despu¨¦s de la invasi¨®n de Yugoslavia por los ej¨¦rcitos alemanes, en 1941, el abogado nacionalista Ante Pavelic volvi¨® de 12 a?os de exilio, al frente de sus ustachas (¡°alzados¡± o ¡°insurgentes¡±) ardientes de resentimiento y sed de venganza, para fundar un Estado croata independiente, t¨ªtere de las fuerzas del Eje ¡ªAlemania e Italia¡ª; inmediatamente procedieron a efectuar la limpieza ¨¦tnica del territorio, contra las comunidades serbias, gitanas y jud¨ªas con determinaci¨®n y ferocidad. Esa limpieza en realidad era una tarea imposible, porque casi la mitad de los habitantes de la Croacia independiente pertenec¨ªan a esas etnias. A falta de c¨¢maras de gas, el exterminio de hombres, mujeres y ni?os se realizaba a tiros, a hachazos, a martillazos, o a deg¨¹ello con "mataserbios", un cuchillo curvo, sujeto a un brazalete de cuero que el verdugo se ataba al brazo y con el que pod¨ªa degollar en cadena, de forma bastante descansada.
"El fanatismo al servicio de la ideolog¨ªa se convirti¨® en heredero del fanatismo al servicio de la religi¨®n", dice Goldstein. "Viene de la necesidad humana de creer y ser fiel y leal a lo Absoluto, hasta el punto de ser intolerante con el otro y con cualquiera que sea diferente".
El genocidio ¡ªcientos de miles de v¨ªctimas¡ª obtuvo entre otras consecuencias una contraria al objetivo que persegu¨ªa: nutri¨® de voluntarios las filas de los partisanos que luchaban contra los alemanes y los ustachas. Este fue el caso del ni?o Slavko Goldstein. Su padre, librero y propietario de una biblioteca en Karlovac, izquierdista e influyente en su comunidad, de etnia jud¨ªa, reun¨ªa demasiados ¡°factores de riesgo¡± para sobrevivir, y ya en los primeros d¨ªas de la ocupaci¨®n desapareci¨® en un campo de concentraci¨®n.
¡ªNo sabemos c¨®mo muri¨®, pero nos lo suponemos.
Su madre y ¨¦l no tuvieron otra alternativa que presentar el cuello o combatir. A la primera ocasi¨®n que se present¨® escaparon al bosque, y se incorporaron a los partisanos comunistas. Slavko fue guerrillero a los 13 a?os y acab¨® la guerra, cuatro a?os despu¨¦s, con el grado de teniente. Pero la victoria result¨® amarga, por la p¨¦rdida de tantos amigos y conocidos, porque las represalias produjeron nuevas matanzas masivas y, en fin, por la imposici¨®n de un r¨¦gimen totalitario sat¨¦lite de la URSS, con sus purgas pol¨ªticas a imagen y semejanza de las estalinistas. Goldstein se dio de baja del partido y emigr¨® a Israel. All¨ª permaneci¨® un par de a?os, conoci¨® la democracia y ley¨® los libros de Koestler que denuncian el totalitarismo socialista, pero cuando supo que su pa¨ªs hab¨ªa roto con la URSS, que el r¨¦gimen de Tito empezaba un deshielo y se iba volviendo progresivamente liberal y tolerante, decidi¨® que val¨ªa la pena regresar para colaborar en ese proceso.
Tuve que renunciar a publicar ciertos libros,
pero por lo menos mantuve los puestos de trabajo. Para m¨ª esto
era lo prioritario.
Como veterano de la guerra, conoc¨ªa ¡ªincluso hab¨ªa sido camarada de armas¡ª a todas las personalidades del nuevo r¨¦gimen. Fue amigo de Milovan Djilas, el comandante partisano, ¨ªntimo colaborador de Tito y su sucesor in pectore, y luego, autor de La nueva clase (el primer libro que denunci¨® desde dentro del sistema comunista la perversa arquitectura del poder en ese mundo) y de Conversaciones con Stalin, entre otras joyas de importancia hist¨®rica que no est¨¢n disponibles en espa?ol.
¡ªYo era de Djilas. Estaba de acuerdo con ¨¦l. Asist¨ª a su ca¨ªda. Tito aceptaba la cr¨ªtica hasta cierto punto; estaba dispuesto a asumir para el Estado cierto grado de liberalizaci¨®n, pero no transig¨ªa con el multipartidismo, que dada su formaci¨®n como bolchevique no pod¨ªa aceptar. ?l estaba convencido de que con un solo partido el Estado es m¨¢s eficiente, preserva la energ¨ªa que se pierde en debates innecesarios, se ahorran conflictos; y como Djilas porfiaba, pas¨® nueve a?os en la c¨¢rcel.
Goldstein se dedic¨® al periodismo cultural y a escribir guiones para el cine, y en 1960 fund¨® la editorial Novi Liber, que ¨¦l, consciente de que en su pa¨ªs a una marea de liberalizaci¨®n (1953, 1960) segu¨ªa una resaca de intransigencia, gestion¨® con prudencia pol¨ªtica y sentido posibilista. La editorial a¨²n existe. Es un hombre que tanto por escrito como de viva voz expresa sus convicciones desapasionadamente, y pone empe?o en comprender los motivos del otro. Superviviente y testigo de tantos horrores, cronista de acontecimientos de una repugnancia incomparable, da una impresi¨®n de serenidad y de honestidad sin sentimentalismos, antirrom¨¢ntica.
¡ªTuve que renunciar a publicar ciertos libros, pero por lo menos mantuve los puestos de trabajo. Para m¨ª esto era lo prioritario.
En el libro, Goldstein sostiene
que el m¨¢s tr¨¢gico error
del r¨¦gimen de Tito
fue cerrar en falso las heridas
El cap¨ªtulo 18, ¡®Historia de dos pueblos¡¯, es especialmente instructivo. Explica con lujo de detalles la siembra del odio eterno entre dos pueblos vecinos, uno mayoritariamente poblado por croatas y el otro por serbios, que hasta 1941 se hab¨ªan llevado con el aceptable desd¨¦n caracter¨ªstico de tantos pueblos contiguos. Una brigada de ustachas llegados desde Zagreb prepar¨® desde Prkos (el pueblo croata) el exterminio de los habitantes (serbios) de Banski Kovacevac, y los vecinos de Prkos no se atrevieron a advertir a los de Kovacevac. Los supervivientes de la matanza y sus descendientes siempre consideraron que los otros fueron c¨®mplices de los verdugos. Cuarenta a?os m¨¢s tarde, se present¨® la ocasi¨®n de tomarse la revancha¡
1941 sostiene que el m¨¢s tr¨¢gico error del r¨¦gimen de Tito fue cerrar en falso las heridas de la Segunda Guerra Mundial y no haber aclarado, en exhaustivos debates p¨²blicos, qui¨¦n exactamente hizo o no hizo qu¨¦, y por qu¨¦ lo hizo, durante la guerra. El duelo no tuvo su catarsis, ni los implicados pudieron explicarse. El silencio impuesto bajo la consigna de unidad mantuvo vivos los rencores y el temor al vecino, y tras la muerte del mariscal, cuando el r¨¦gimen colaps¨®, el a?o 1941 se repiti¨®.
¡ªYo en 1990 estaba convencido?de que si se llegaban a producir escaramuzas, despu¨¦s de los primeros cien muertos todos recordar¨ªan los horrores de la Segunda Guerra Mundial y enseguida parar¨ªan¡ Siempre he pecado de ingenuo y de optimista.
1941, el a?o que retorna. Slavko Goldstein. Traducci¨®n de Maja Drnda. C¨®mplices. Barcelona, 2014. 550 p¨¢ginas. 29,90 euros.
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