Cuando Espa?a marcaba tendencia
La historia oficial de las raves suele comenzar en el verano de 1987, con el descubrimiento trascendental de unos pinchadiscos brit¨¢nicos que pasaban unos d¨ªas en Ibiza
Han pasado m¨¢s de 25 a?os desde que Espa?a ayud¨® a prender la mecha del Segundo Verano del Amor en Inglaterra. La historia oficial de las raves suele comenzar en el verano de 1987, con el descubrimiento trascendental de unos pinchadiscos brit¨¢nicos que pasaban unos d¨ªas en Ibiza: entendieron lo que hac¨ªan djs locales como el argentino Alfredo Fiorillo, que combinaba maxis de baile con r¨ªtmicos temas indie y potentes producciones de artistas mainstream como Peter Gabriel. Bajo los efectos del ¨¦xtasis, la mezcla ten¨ªa sentido.
De vuelta en el Reino Unido, Paul Oakenfold y sus colegas intentaron reproducir aquella tolerancia estil¨ªstica y hasta la vestimenta veraniega de los clientes de Pach¨¢ o Ku. Lo llamaron -era indispensable bautizarlo- balearic beat, y era inicialmente una forma de pinchar; luego, pasar¨ªa a denominar una variedad risue?a del acid house, adecuada para la fraternidad generada por el MDMA. Ya en los noventa, Ibiza tambi¨¦n export¨® el gusto por el downtempo y el chill out, ejemplarizado por las sesiones de Jos¨¦ Padilla en los atardeceres del Caf¨¦ del Mar.
Hay otras facetas menos conocidas de la spanish connection. Como el Efecto Blue Monday: los DJs levantinos adoraban ese tema de 1983 de New Order y machacaban las remezclas que sal¨ªan; a la vuelta, los turistas brit¨¢nicos compraban la nueva reencarnaci¨®n de la pieza, que alcanz¨® sus m¨¢ximas ventas en 1988. Importante igualmente aquel puente a¨¦reo musical que funcion¨® a finales de los ochenta entre Manchester y Valencia: el programa radiof¨®nico La conjura de las danzas, pilotado por Jorge Alb¨ª, organizaba anualmente fiestas babil¨®nicas en macrodiscotecas; los Stone Roses o los Happy Mondays, todav¨ªa en su primera encarnaci¨®n, se quedaron impactados por la abundancia de drogas y la finura de djs que alternaban rock alternativo, deep house y italo house.
Hay otras facetas menos conocidas de la spanish connection. Como el Efecto Blue Monday: los DJs levantinos adoraban ese tema de 1983 de New Order
Fueron relaciones subterr¨¢neas que, est¨¦ticamente hablando, no prosperaron. La escena electr¨®nica valenciana opt¨® por la contundencia del bakalao; el chill out ibicenco triunf¨® tanto que se convirti¨® en anodino decorado sonoro universal. Tampoco dur¨® mucho la etapa ecl¨¦ctico-balear de las raves brit¨¢nicas, que sumaban rock, indie, jazz-funk, electro (luego, techno) y las distintas variedades del house. De repente, lo que imperaba era el acid house, m¨²sica ad hoc para la juerga colectiva, abundante en gui?os a la droga del momento; los anteriormente citados y otros muchos grupos de rock se subieron al carro.
Medios sensacionalistas, polic¨ªa y legisladores sufrieron un ataque agudo de p¨¢nico moral y liquidaron las raves ilegales, al aire libre o en edificios industriales abandonados. En realidad, desplazaron al p¨²blico a las grandes discotecas, con ocasionales festivales r¨ªgidamente controlados. El efecto final de aquella histeria fue el establecimiento de la industria de la dance music. Que, ya en el siglo XXI, incluso prender¨ªa en Estados Unidos, bajo la etiqueta de EDM (Electronic Dance Music).
?Y Espa?a, preguntara alguien? En verano, Ibiza funciona como el para¨ªso del dance, aunque ya olvidadas sus pol¨ªticas musicales lib¨¦rrimas. Sus discotecas, copadas por empresarios for¨¢neos, tienen precios internacionales: un m¨ªnimo de 75 euros por entrada, quince por un refresco. Ya no exporta tendencias: se conforma con traer a las luminarias de los platos, incluyendo -no es broma- a Paris Hilton. Hace poco, algunas de estas figuras lamentaban que la experiencia ibicenca est¨¦ orientada a VIPs con alto poder adquisitivo. Pero todos siguen acudiendo, cobrando cach¨¦ completo y aprovechando el hedonismo reinante. Esta noche le toca al californiano Skrillex, que ser¨¢ la estrella del Amnesia. Seguramente, su set ya est¨¢ programado: ni rastro del esp¨ªritu aventurero que caracterizaba a las sesiones de DJ Alfredo, que en aquel mismo espacio alucin¨® a unos pinchas londinenses de vacaciones.
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