Desconsolado recuerdo a Picasso
Los inv¨¢lidos y descastados toros de Luis Algarra dieron al traste con la V corrida Picassiana. La plaza apareci¨® engalanada con motivos pict¨®ricos, pero el recuerdo al pintor malague?o qued¨® muy desangelado.
Se celebraba la quinta corrida Picassiana. Loren, un artista franc¨¦s, hab¨ªa adornado las tablas de la barrera y del callej¨®n con trazos pict¨®ricos en recuerdo de la ¨¦poca azul del genio malague?o, que asisti¨® al festejo desde las hojas de las cinco puertas del ruedo, adornadas con primeros planos de su singular y penetrante mirada.
Suenan los clarines y el pase¨ªllo es una serpiente multicolor en la que cada cual se ha vestido con lo m¨¢s extra?o que encontr¨® en el armario. Algunos se confundieron de pintor y se enfundaron en un traje goyesco. Sea como fuere, la voluntad se agradece.
Algarra/Conde, Vega, Fortes
Toros de Luis Algarra, correctos de presentaci¨®n, inv¨¢lidos, mansos, descastados y sosos.
Javier Conde: media atravesada _aviso_ y siete descabellos (silencio); media travesada y un descabello (pitos).
Salvador Vega: casi entera trasera, un descabello y el toro se echa (saludos por su cuenta); casi entera ca¨ªda _aviso_ (ovaci¨®n).
Jim¨¦nez Fortes: estocada que hace guardia y estocada (vuelta); estocada (ovaci¨®n).
Plaza de la Malagueta. 21 de agosto. Quinta corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada.
La corrida fue un bodrio. Si Picasso levantara la cabeza y comprobara en sus carnes c¨®mo celebran su recuerdo en su ciudad natal, vuelve a cerrar los ojos del disgusto. En fin, que es mejor acabar de una vez con festejos sin sentido que utilizan la imagen de grandes personajes que no merecen tal deshonor.
Los toros de Algarra ofrecieron un espect¨¢culo muy lamentable; animales tullidos, inv¨¢lidos y moribundos, que no permitieron la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de lucimiento. De hecho, los ¨²nicos toros bien armados y astifinos de la corrida aparec¨ªan fotografiados sobre el frontal de los burladeros, seg¨²n la imaginaci¨®n del escen¨®grafo, que quiso ser torero en su juventud, y a¨²n cree en fantasmas toristas. La realidad era bien distinta, y los de carne y hueso eran representantes birriosos de masas informes sin sangre en las venas.
Con tal material de desecho es f¨¢cil imaginar la labor de los toreros, perseverantes en su entrega, pero nulos ante el triunfo por las insalvables dificultades de toros imposibles, sin m¨¦rito alguno para ser considerados parte de esta fiesta.
Por cierto, apareci¨® el local Javier Conde, enfundado en un vestido tecnicolor, bordado con motivos picassianos. Se siente artista este hombre, y parece serlo m¨¢s por convicci¨®n personal que por su obra. Es como un poeta sin inspiraci¨®n; ¨¦l es un torero sin capacidad. Hace a?os que navega entre las procelosas aguas de su propio ocaso. Es todo desconfianza, huye de su propia sombra, intenta dar muletazos muy despegados, contrae en exceso la figura y la recupera y aflamenca cuando el toro ya no est¨¢ en su terreno. Y lo peor no es eso; lo peor es que su propia gente ya no lo toma en serio, y eso s¨ª es muy grave. No tuvo toros, es verdad, pero lo que no hubo fue torero.
Le acompa?¨® Salvador Vega, que dej¨® hace tiempo de ser una esperanza y no acaba de salir del foso de la frustraci¨®n. Mantiene su buen corte y lo demostr¨® en sendos quites por chicuelinas y a la ver¨®nica. Hizo el esfuerzo con la muleta, y alg¨²n muletazo lo traz¨® con inspiraci¨®n, pero su lote no le permiti¨® expresi¨®n alguna. Su primero se derrumb¨® en la arena y solo se levant¨® cuando le tiraron del rabo; y un muermo era el quinto.
Mejor impresi¨®n ofreci¨® Jim¨¦nez Fortes con tan escaso material torista. Se luci¨® por chicuelinas y gaoneras, y se estir¨® por ambas manos con mucho m¨¢s inter¨¦s del que merec¨ªan sus oponentes.
Al final del birrioso festejo, los ojos de Picasso segu¨ªan abiertos sobre las puertas del ruedo; el festejo no mereci¨®, ni por asomo, el esfuerzo del genio. Aquello fue, no m¨¢s, un desconsolado recuerdo.
Babelia
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