El carnaval de Notting Hill entra en el museo
La Tate Modern se apunta este a?o a la gran fiesta londinense, que cumple su 50? aniversario
Una marea de destellos plateados desfila al ritmo de la percusi¨®n sobre uno de los puentes que cruza el r¨ªo T¨¢mesis. Es tiempo de carnaval en Londres, pero su tradicional epicentro en el barrio de Notting Hill est¨¢ bastante alejado de la comparsa que cruza la pasarela para acabar desembocando en el inusual recinto de un museo. La Tate Modern se ha apuntado a la gran fiesta del verano, que cumple ahora su 50? aniversario, con una r¨¦plica puertas adentro del mayor festival callejero de Europa, concebida como plataforma para explorar todo el potencial art¨ªstico de las tradiciones culturales de la comunidad afrocaribe?a.
¡°Encerrar¡± el carnaval en una galer¨ªa resultar¨ªa imposible. El festejo que arranc¨® ayer por las calles de Notting Hill, y que hoy encara su d¨ªa grande con una eclosi¨®n de color y m¨²sica, de desfile de carrozas y vistosos trajes, se ha convertido en un fen¨®meno masivo al que se entrega la ciudad a finales de agosto. La propuesta de la Tate, en la v¨ªspera de esa cita, ha buscado evocar sus esencias a trav¨¦s de un engarce de performances que recogen el legado afrocaribe?o en la sociedad multicultural brit¨¢nica. El carnaval es una fiesta, pero ante todo una forma de expresi¨®n importada hace medio siglo por los inmigrantes de Jamaica, de Trinidad y Tobago y otras antiguas colonias.
¡°Queremos subrayar el creciente reconocimiento de la influencia del carnaval en el ¨¢mbito del arte contempor¨¢neo, plasmada en una joven generaci¨®n que lo reivindica como inspiraci¨®n de sus obras y un medio de cr¨ªtica social y pol¨ªtica¡±, explica Claire Tancons, comisaria de la exposici¨®n Up Hill Down Hall. Los visitantes que en ¨¦poca estival atiborran la Sala de Turbinas del museo ¡ªun inmenso espacio consagrado a las instalaciones contempor¨¢neas¡ª se vieron sorprendidos el s¨¢bado por la irrupci¨®n de una comparsa muy particular, ajena a lentejuelas o plumas. El brillo que poco antes hab¨ªan vislumbrado a lo lejos en el desfile del Millenium Bridge se tornaba, en la distancia corta, en un despliegue de escudos muy parecidos a los que porta la polic¨ªa antidisturbios.
No black in the Union Jack (ning¨²n negro bajo la bandera brit¨¢nica) es una performance que cuestiona a qui¨¦n pertenece el carnaval, a sus actores, al p¨²blico o a los 9.000 agentes que velan por la seguridad y que, en los d¨ªas previos al evento, ejecutan una serie de redadas. Todav¨ªa hoy en el Reino Unido, ser un ciudadano negro multiplica las posibilidades de ser detenido. Forjado como artista en la confecci¨®n de atuendos y mas (el popular acr¨®nimo de las m¨¢scaras) para los desfiles en su Trinidad natal, Marlon Griffith ha ligado ese trasfondo a las celebraciones de Notting Hill, cuya convocatoria de 2011 se vio empa?ada d¨ªas antes por los violentos disturbios desatados en la ciudad a ra¨ªz de la muerte de un joven negro a manos de la polic¨ªa.
Las calles de Londres tambi¨¦n ardieron a finales de los cincuenta tras una cadena de confrontaciones raciales surgidas del rechazo de una clase blanca proletaria ante la llegada de los nuevos inmigrantes al entonces destartalado barrio de Notting Hill. El carnaval naci¨® all¨ª, con un esp¨ªritu reivindicativo del acervo caribe?o.
La fusi¨®n del calypso, el reggae o el punk es la banda sonora que el soundsystems del grupo Dubmorphology brinda a las procesiones carnavalescas de la Tate. Sus protagonistas llevan m¨¢scaras con formas de animal que rememoran rituales africanos, pero sus mazas no golpean un tambor sino una superficie forrada con fotograf¨ªas de una t¨ªpica casa adosada inglesa. ¡°?De qui¨¦n son las calles de Notting Hill?¡± plantea el artista Hew Locke, desde su doble herencia inglesa y de la Guayana, sobre un barrio cuyos tonos afrocaribe?os vienen siendo diluidos en la ¨²ltima d¨¦cada y media por una legi¨®n de opulentos y pijos que casi han conseguido apropi¨¢rselo. La respuesta: a pesar de las tensiones sociales latentes ¡°el carnaval pertenece hoy a todo el mundo¡±, en palabras de Tancons, porque forma parte de la cultura brit¨¢nica en su mejor versi¨®n integradora. Aquella que en la presente edici¨®n est¨¢ arrastrando a casi dos millones de personas, el grueso locales, hacia una fiesta erigida en parte del querido patrimonio de los londinenses.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.