La victoria del exilio
Hace 75 a?os, M¨¦xico dio refugio a la Espa?a perdedora de la Guerra Civil La cultura actual del pa¨ªs norteamericano recoge los frutos de aquel encuentro
Cuenta una historia que muy pocos conocen que hace ya muchos a?os un profesor de filosof¨ªa calvo, disc¨ªpulo de Ortega y Gasset y buen conocedor del laberinto existencial heideggeriano cerr¨® la puerta de un mundo. Ese pensador, de nombre Jos¨¦ Gaos, tom¨® la decisi¨®n hacia 1938, cuando Espa?a ard¨ªa por los cuatro costados y nadie dudaba de que las tropas franquistas tomar¨ªan la capital. A la vista de la barbarie, Gaos, en su calidad de rector, orden¨® al jefe de bedeles que echase el cierre a la Universidad Central (hoy Complutense), la mayor de Espa?a y s¨ªmbolo de una cultura que viv¨ªa sus ¨²ltimos d¨ªas. Clausuradas las puertas de aquel universo, Gaos parti¨® de Espa?a. Inici¨® entonces un viaje que representa como pocos el del exilio republicano. Un ¨¦xodo que le condujo, al igual que a otros miles de refugiados espa?oles, hasta M¨¦xico, el pa¨ªs que, como dej¨® escrito Carlos Fuentes, "abraz¨® el cuerpo ca¨ªdo de una Espa?a libre y democr¨¢tica". Al otro lado del oc¨¦ano se hab¨ªa abierto una puerta.
Han pasado tres cuartos de siglo de aquel encuentro. M¨¦xico debate acabar con el monopolio del petr¨®leo decretado en 1938 y el ascensor se eleva con suavidad por el m¨¢s brillante rascacielos de la avenida de la Reforma. En su interior, Frank Sinatra canta con voz de platino That¡¯s why the lady is a tramp. En el ¨¢tico, a la altura de Life without care, el elevador se detiene y sus puertas de acero pulido se abren en silencio. A unos pasos aguardan Carlos Camacho, padre, y Carlos Camacho, hijo. Nieto y bisnieto de Jos¨¦ Gaos. Visto desde su oficina con panor¨¢micas a la inacabable Ciudad de M¨¦xico, el exilio parece haber culminado en una historia de ¨¦xito. Carlos (padre) es un reconocido consultor, que ha ocupado altos cargos gubernamentales e impartido clases de econom¨ªa en el Instituto Tecnol¨®gico Aut¨®nomo de M¨¦xico, el criadero de la actual ¨¦lite dirigente. Su hijo es un conocido y agudo asesor pol¨ªtico. Representan esa simbiosis, tan com¨²n entre los descendientes, que se siente mexicana a rabiar y, al mismo tiempo, enarbola con orgullo su origen. "Eso no se olvida. Defendemos los valores del exilio y su contribuci¨®n, que fue posible porque hubo una compenetraci¨®n de la cultura mexicana y la espa?ola", explican los Camacho Gaos.
En su despacho, casi a¨¦reo, destaca una gran fotograf¨ªa en blanco y negro del presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas, el mismo que nacionaliz¨® el petr¨®leo en 1938. Un personaje venerado por los exiliados y sus sucesores. Fue este carism¨¢tico general revolucionario quien, en un mundo que se precipitaba al abismo, dio la llave de M¨¦xico a los refugiados espa?oles. S¨ªmbolo de aquella hist¨®rica decisi¨®n fue el Sinaia, un barco de vapor de dos chimeneas, que el 13 de junio de 1939 arrib¨® al puerto de Veracruz. Por sus escalerillas bajaron 1.599 republicanos, entre ellos un poeta llamado Pedro Garfias ("Espa?a que perdimos, no nos pierdas", escribi¨® en la traves¨ªa) y ese profesor de filosof¨ªa calvo, miope y de nariz puntiaguda que, en una definici¨®n que hizo historia, calific¨® a aquellos fugitivos de transterrados.
Eran el primer contingente de la heroica operaci¨®n de asilo auspiciada por C¨¢rdenas y que, mantenida a lo largo de una d¨¦cada, llev¨® a tierras mexicanas a m¨¢s de 20.000 espa?oles. Casi todos hab¨ªan tenido que cerrar puertas antes de partir. "Un 25% correspond¨ªa a intelectuales; el resto eran trabajadores, pero con niveles baj¨ªsimos de analfabetismo y cargados de los valores de la Rep¨²blica", se?ala la profesora Mar¨ªa Luisa Capella, experta en el exilio espa?ol.
Esta di¨¢spora se abri¨® camino por los mundos m¨¢s diversos. Aunque en Espa?a ha germinado la idea de que ejerci¨® una influencia eminentemente literaria, con figuras estelares como Emilio Prados, Max Aub, Luis Cernuda, Le¨®n Felipe o Pedro Garfias, el per¨ªmetro del impacto fue mucho mayor y abarc¨® la ciencia, la medicina, el derecho, la filosof¨ªa, la arquitectura, el cine¡ "Este fen¨®meno fue posible por la capacidad de absorci¨®n institucional que demostr¨® M¨¦xico, un pa¨ªs que ya ten¨ªa una densidad intelectual propia. Y no olvidemos que el exilio que qued¨® en la memoria es el exilio letrado. No fue el m¨¢s numeroso, pero s¨ª el que dej¨® testimonio de su existencia", indica la historiadora Clara E. Lida.
Defendemos los valores del exilio y su contribuci¨®n, que fue posible porque hubo una compenetraci¨®n de la cultura mexicana y la espa?ola Carlos Camacho Gaos
Personajes como el ensayista e historiador Daniel Cos¨ªo Villegas resultaron fundamentales en esta maniobra de atracci¨®n del mejor capital intelectual de la Rep¨²blica. Cos¨ªo Villegas persuadi¨® a C¨¢rdenas para que diese asilo a los republicanos, instrument¨® buena parte del rescate y, con Alfonso Reyes, fund¨® la Casa de Espa?a, que luego se transformar¨ªa en el Colegio de M¨¦xico. Este centro de altos estudios universitarios se erigi¨®, bajo el empuje del contingente de intelectuales republicanos, al que luego se a?adieron otras oleadas de refugiados, como los argentinos huidos del peronismo, en una instituci¨®n de excelencia sin apenas competencia en Latinoam¨¦rica y que a¨²n hoy acoge a lo m¨¢s granado del pensamiento mexicano.
Profundamente entrelazado con el Colegio de M¨¦xico floreci¨®, tambi¨¦n de la mano de Villegas, el Fondo de Cultura Econ¨®mica (FCE), donde los exiliados, entre ellos la familia D¨ªez-Canedo, desempe?aron un papel clave. "Los republicanos trajeron la profesionalizaci¨®n, mejores correctores, tip¨®grafos, traductores; m¨¢s autores y t¨ªtulos", explica Joaqu¨ªn D¨ªez-Canedo, actual director general de la Comisi¨®n Nacional del Libro de Texto y que dirigi¨® el FCE, al igual que lo hiciera su padre, antes de fundar en 1962 con Carlos Barral y V¨ªctor Seix la m¨ªtica editorial Mortiz. Dos sellos por los que pas¨® la pr¨¢ctica totalidad de la gran literatura latinoamericana.
"Las humanidades en M¨¦xico son, en buena medida, deudoras del exilio espa?ol. Todos somos hijos o nietos de aquellos transterrados que llegaron a nuestro pa¨ªs e imprimieron profundidad y seriedad a la filosof¨ªa, la historia, la sociolog¨ªa, el derecho. Y gracias a su labor en el FCE estos mexicanos adoptivos cambiaron tambi¨¦n el perfil de las humanidades en Am¨¦rica Latina", afirma el historiador mexicano Enrique Krauze.
La fidelidad a los valores republicanos es una constante en los v¨¢stagos del exilio. Durante 75 a?os sus familias han mantenido en alto esa bandera
Otra de las puertas que se abri¨® al exilio fue la de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico, la mayor de Latinoam¨¦rica. En sus aulas dieron clases bi¨®logos como Enrique Rioja, qu¨ªmicos como Francisco Giral ¡ªfundador de la revista Ciencia¡ª o fil¨®sofos como Gaos, Eduardo Nicol, Adolfo S¨¢nchez V¨¢zquez o Ram¨®n Xirau. La lista es interminable y su influencia casi imposible de cuantificar. "Son como las ondas en una cubeta, ?c¨®mo se determina el efecto en los alumnos de los profesores republicanos? Se form¨® una red difusa que dio lugar al M¨¦xico moderno. No se puede separar su aportaci¨®n de la cultura actual", explica el ensayista Ricardo Cayuela, director general de Publicaciones del Consejo Nacional de Cultura (Conaculta), y nieto del fusilado presidente de la Generalitat Llu¨ªs Companys. "Ten¨ªan prohibido manifestarse pol¨ªticamente y ocupar determinados puestos, pero aprovechaban sus clases para transmitir sus valores", detalla Cayuela.
Un buen ejemplo de esta condensaci¨®n intelectual lo proporciona la Facultad de Derecho. All¨ª irradiaron sus conocimientos juristas republicanos de enorme fuste como el exministro de Justicia Mariano Ruiz Funes o Manuel Pedroso, antiguo rector de la Universidad de Sevilla. Entre sus disc¨ªpulos figuraban los escritores Sergio Pitol o Carlos Fuentes, quien a?os despu¨¦s escribir¨ªa: "Los espa?oles que llegaban a M¨¦xico eran lo mejor de una cultura que nos oblig¨® a decirnos a los mexicanos: esto es parte de nosotros y, si no lo entendemos, no seremos nunca nosotros mismos".
Antes que nada soy mexicana, aunque tengo un pie firme en la herencia republicana. Es una forma de vida, no te puedes olvidar Marisol Schultz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
En un juego de "influencias mutuas", en la definici¨®n de la historiadora Clara Lida, este inmenso torrente se fundi¨® en el magma mexicano. "Fue una alquimia m¨¢s que una revoluci¨®n, trajeron una forma de entender la vida, nos ense?aron a ver de manera oblicua nuestro pa¨ªs", explica Jordi Soler, escritor mexicano radicado en Espa?a. Esta nueva mirada tuvo singularidades del tama?o de Luis Bu?uel, cuya feroz inteligencia pas¨® a M¨¦xico por el alambique en Los olvidados, con m¨²sica, por cierto, del tambi¨¦n exiliado Rodolfo Halffter. "Digiri¨® de tal forma la cultura del Distrito Federal, que con Los olvidados aprendimos lo que era M¨¦xico", a?ade Soler, tambi¨¦n ¨¦l descendiente de republicanos.
Pero la huella m¨¢s profunda que dejaron los asilados fueron sus hijos, y los hijos de sus hijos. Muchos recibieron educaci¨®n en instituciones propias como el Colegio Madrid o el Instituto Luis Vives, donde cada catorce de abril a¨²n se canta el himno de Riego. Esta constante rememoraci¨®n no fren¨® su fusi¨®n con M¨¦xico. "Antes que nada soy mexicana, aunque tengo un pie firme en la herencia republicana. Es una forma de vida, no te puedes olvidar", recalca Marisol Schultz, hija y nieta de exiliados, alumna del Colegio Madrid y actual directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Esta fidelidad a los valores republicanos es una constante en los v¨¢stagos del exilio. Durante 75 a?os sus familias han mantenido en alto esa bandera. Pero son conscientes de que a 9.000 kil¨®metros de distancia, al otro lado del oc¨¦ano, la mirada es otra. "Para Espa?a, el exilio no es espa?ol; para aquellos que se quedaron, los que se fueron dejaron de serlo", reflexiona Cayuela. La historia de la Rep¨²blica se bifurc¨®.
En Espa?a se convirti¨® en pasado; en M¨¦xico alcanz¨® una segunda y fruct¨ªfera vida. Esta distancia hizo casi imposible el retorno. La puerta que Gaos orden¨® cerrar nunca volvi¨® a abrirse para los exiliados.
El fil¨®sofo muri¨® el 10 de junio de 1969. Lo hizo ejerciendo su magisterio y en uno de los lugares que m¨¢s amaba. Un infarto le fulmin¨® tras examinar a un doctorando en el Colegio de M¨¦xico, la instituci¨®n que le hab¨ªa acogido poco despu¨¦s de desembarcar del Sinaia y que a¨²n hoy es signo visible de la fortaleza intelectual mexicana. Una puerta abierta de su cultura.
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