Rom¨¢ntico pero contenido
Haitink, a sus 85 a?os, dirige con maestr¨ªa la ¡®Segunda¡® y ¡®Tercera¡® de Schumann en Lucerna
No hay tregua. El Festival de Lucerna llega estos d¨ªas a su ecuador con unos resultados muy estimables, mientras en la trastienda calientan motores para la pr¨®xima semana la Filarm¨®nica de Berl¨ªn con Simon Rattle para escenificar la Pasi¨®n seg¨²n San Mateo, de Bach, en la puesta en escena de Peter Sellars: la Concertgebouw de ?msterdam con Mariss Jansons, y la Gewandhaus de Leipzig con Riccardo Chailly. Un marat¨®n orquestal de primer¨ªsimo nivel que clausurar¨¢ Gustavo Dudamel con tres programas diferentes al frente de la Filarm¨®nica de Viena.
El pasado jueves termin¨® el ciclo de tres conciertos dedicados a Robert Schumann con la Chamber Orchestra of Europe, dirigida por Bernard Haitink. El primero de ellos con una notable Primera sinfon¨ªa y una excelente Cuarta tuvo lugar en abril en el Festival de Pascua. Esta semana ha sido el turno de la Tercera y la Segunda, con unas realizaciones que no dudo en calificar como magistrales. Adem¨¢s, se han interpretado como complemento obras tan significativas como el Concierto para viol¨ªn, con Isabelle Faust, y el de piano, con Murray Perahia. La energ¨ªa que ha transmitido Haitink a sus 85 a?os ha sido asombrosa. En su estilo habitual, todo estaba en su sitio. Versiones s¨®lidas, seguras, acad¨¦micas en el mejor sentido del t¨¦rmino, precisas, esenciales en el esp¨ªritu y sin ning¨²n tipo de adorno innecesario. Haitink es una fuerza de la naturaleza y cuando se concentra en un autor alcanza resultados asombrosos. Record¨¦ el irresistible nivel art¨ªstico que obtuvo con las sinfon¨ªas Segunda, Tercera y Sexta en el m¨ªtico Festival de ?msterdam dedicado a Mahler en 1992. Pues ahora igual: la misma concentraci¨®n, la misma desnudez, la misma sensaci¨®n de plenitud. La orquesta estuvo impecable en su condici¨®n camer¨ªstica. La sombra de Abbado volvi¨® a aparecer. A esta orquesta estuvo muy ligado el maestro milan¨¦s en sus comienzos en la d¨¦cada de los ochenta del pasado siglo. Con ella hizo el m¨ªtico Il viaggio a Reims, de Rossini, entre otras obras, y tambi¨¦n les dirigi¨® en su primera actuaci¨®n en el Festival de Lucerna.
Los m¨²sicos brillaron con el holand¨¦s tanto por secciones como solistas
Los m¨²sicos brillaron con Haitink por secciones y como solistas, manteniendo en todo momento su proyecci¨®n sinf¨®nica. Al finalizar el segundo movimiento de la Segunda, el maestro no se pudo contener y mando un expresivo beso de felicitaci¨®n a la concertino. No era para menos. La orquesta evoc¨® pict¨®ricamente a Caspar David Friedrich en su interpretaci¨®n. Y es que todo sonaba muy rom¨¢ntico, aunque con la contenci¨®n que la m¨²sica exige.
Cap¨ªtulo aparte merecen los solistas. Isabelle Faust, que ya convenci¨® en el pasado Festival de Pascua de Lucerna con el Concierto para viol¨ªn de Alban Berg, con Nelsons, realiz¨® una lectura excepcionalmente sensible del Concierto para viol¨ªn WoO 23 de Schumann. La violinista alemana nos tiene acostumbrados a sentar c¨¢tedra en Bach ¡ªadmirable la propina que concedi¨® de su autor fetiche¡ª y en la manera en la que aborda el repertorio contempor¨¢neo. Su lado rom¨¢ntico brill¨® con luz propia en Schumann. M¨¢s sonriente que de costumbre y m¨¢s colorista en su vestuario, Faust realiz¨® una versi¨®n no por extrovertida menos intimista. Su dominio del estilo estuvo en consonancia con su profundidad. En cuanto al estadounidense Murray Perahia, volvimos a comprobar la excepcionalidad en su manera de tocar el piano. La identificaci¨®n con el concepto musical es total. Su t¨¦cnica, fuera de serie. Todo fluye con una enorme naturalidad, algo dif¨ªcil de escuchar en un concierto tan frecuentado. Dos solistas, pues, de enjundia para completar un ciclo que nos ha dejado felizmente boquiabiertos.
Esta tarde vuelve Nelsons aunque con la Orquesta de Birmingham, lo que posibilita escucharle al margen de la del Festival de Lucerna. Ello aporta matices a la excitante pol¨¦mica de la sucesi¨®n de Abbado. Como nota sociol¨®gica, se ven m¨¢s espa?oles que otros a?os en el festival, o, por as¨ª decirlo, en Suiza como destino tur¨ªstico. No llegan al n¨²mero de los ciudadanos de diferentes pa¨ªses ¨¢rabes, con una m¨¢s que curiosa invasi¨®n a la ciudad pero, en fin, eso es otra historia.
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