El valor del saber
En nuestra sociedad el conocimiento se ha industrializado aceleradamente. Es un bien m¨¢s
La idea de que vivimos en una sociedad del conocimiento se ha convertido en un lugar com¨²n. El saber y la formaci¨®n, se dice, son los principales recursos, y quien invierta en formaci¨®n estar¨¢ invirtiendo en el futuro. A primera vista parecer¨ªa que se cumple as¨ª el sue?o de una sociedad formada. Una segunda mirada es m¨¢s bien decepcionante: mucho de lo que se presenta como ¡°sociedad del conocimiento¡± no deja de ser un gesto ret¨®rico que tiene menos que ver con la idea de formaci¨®n que con intereses pol¨ªticos y econ¨®micos inmediatos. Uno tiene incluso la impresi¨®n de que en la sociedad del conocimiento precisamente lo que no tiene ning¨²n valor propio es el conocimiento, en la medida en que el saber es definido de acuerdo con criterios, expectativas, aplicaciones y valoraciones externas.
Se dice que la sociedad del conocimiento ha sustituido a la sociedad industrial, pero da la impresi¨®n de que, al contrario, es el saber el que se ha industrializado de manera acelerada y se piensa la producci¨®n, transmisi¨®n, almacenamiento y aplicaci¨®n del saber como si se tratara de un bien m¨¢s. De hecho el lenguaje es muy delator: nos hablan de transferir la investigaci¨®n en tecnolog¨ªas, es decir, en zonas de rentabilidad econ¨®mica.
La Universidad est¨¢ sufriendo una enorme presi¨®n de funcionalizaci¨®n econ¨®mica inmediata, lo que se pone de manifiesto en esa alianza ideol¨®gica entre las cantidades y la pedagog¨ªa, en virtud de la cual todo es resuelto en magnitudes contables y dispuesto para su utilidad mercantil gracias a una gen¨¦rica capacitaci¨®n pedag¨®gica. Para comprender este proceso basta con reflexionar sobre la significaci¨®n que tienen algunos procedimientos en marcha: la acreditaci¨®n est¨¢ todav¨ªa muy condicionada por el peso de las cantidades; los nuevos cr¨¦ditos ECTS est¨¢n pensados a la medida de las normas industriales; la euforia del PowerPoint sirve para prescindir de las conexiones l¨®gicas; el impulso del trabajo en equipo funciona como procedimiento para favorecer la homogeneizaci¨®n y disuadir de la creatividad individual; los rankings son un producto de la mentalidad del management aplicada a la ense?anza¡
Quien pone sus habilidades cognitivas a disposici¨®n de los mercados fren¨¦ticos es una caricatura de la formaci¨®n humana
Lo que todo esto revela es que no estamos hablando tanto de formaci¨®n como de un tipo de saber que es tratado como una materia prima y que convierte a los estudiantes en algo disponible para el mercado de trabajo. El saber y la formaci¨®n no son ning¨²n fin en s¨ª, sino un medio para los mercados emergentes, la cualificaci¨®n de los puestos de trabajo, la movilidad de los servicios y el crecimiento de la econom¨ªa. No es extra?o que el lenguaje de los valores inmateriales adopte la forma del capital: como capital humano, social o relacional. Toda capacidad humana se convierte en una capacidad de la que se puede hacer un balance. De ah¨ª la dificultad a la que se enfrentan aquellas materias en las que se ejercita una forma de pensamiento que no tiene relaci¨®n inmediata con una praxis, como las lenguas cl¨¢sicas, las matem¨¢ticas, el arte, la m¨²sica, la filosof¨ªa¡ Domina el modelo de la empleabilidad y la competitividad. Como nos advierten reiteradamente, en un mundo que cambia velozmente, en el que se modifican las competencias, habilidades y contenidos exigidos, la ¡°falta de formaci¨®n¡± (lo dicen con otras palabras, pero es esto) se convierte en una virtud que permite al sujeto, con flexibilidad, rapidez y sin cargas, ponerse a disposici¨®n de las exigencias del mercado.
Ahora bien el ¡°hombre flexible¡±, que est¨¢ dispuesto a aprender toda su vida, que pone sus habilidades cognitivas a disposici¨®n de los mercados fren¨¦ticos es una caricatura de la formaci¨®n humana. Sin capacidad sint¨¦tica, sin sentido ni interpretaci¨®n, un saber as¨ª no es m¨¢s que piezas prefabricadas (m¨®dulos y cr¨¦ditos), que se pueden poner a disposici¨®n de casi cualquier cosa y se olvidan. De un saber fragmentado y universalmente disponible no se sigue ning¨²n ideal de formaci¨®n ni de sentido cr¨ªtico.
Todo esto revela un profundo desconcierto acerca de lo que significa el saber y de su utilidad social ¨²ltima. El saber es m¨¢s que informaci¨®n con utilidad inmediata; es una forma de apropiaci¨®n del mundo: conocimiento, comprensi¨®n y juicio. Sin reelaboraci¨®n y apropiaci¨®n subjetiva en t¨¦rminos de comprensi¨®n, la mayor parte de las informaciones se quedan como algo meramente exterior. A diferencia de la informaci¨®n, que es interpretaci¨®n de datos en orden a la acci¨®n, el saber es una interpretaci¨®n de datos en orden a describir su relaci¨®n causal y su consistencia interna. Los datos y conceptos s¨®lo se convierten en saber cuando pueden ser vinculados de acuerdo con criterios l¨®gicos y consistentes que constituyan una totalidad con sentido. El saber existe ¨²nicamente all¨ª donde algo es explicado o comprendido. Saber significa siempre poder dar una respuesta a la pregunta acerca del qu¨¦ y el porqu¨¦.
El valor del saber que la Universidad est¨¢ obligada a representar no es el del almacenamiento, la competencia o la utilidad inmediata. Cuando sostenemos que la Universidad es un espacio en el que hay docencia e investigaci¨®n no estamos aludiendo a dos actividades que deban realizarse al mismo tiempo sino a la naturaleza del saber que se cultiva en la Universidad; que uno ense?a lo que investiga e investiga lo que ense?a quiere decir que nos interesa aquella dimensi¨®n del saber que lo tiene como algo provisional, revisable, discutible, sujeto a cr¨ªtica; de alguna manera nos dedicamos a ense?ar lo que no sabemos. Para el saber asegurado est¨¢n otras academias de noble oficio.
La Universidad es el lugar de la problematizaci¨®n del saber, donde el saber es continuamente revisado y convertido en objeto de reflexi¨®n. Este tipo de saber no se puede producir donde no hay una cierta libertad frente a la utilidad, el imperativo de la relevancia para la praxis, la cercan¨ªa social, la actualidad. El saber en este sentido se escapa de los modelos estandarizables y reproducibles; remite siempre a una creatividad que no se puede institucionalizar en procedimientos que la aseguren. Y esto es precisamente lo que est¨¢ en juego: la consideraci¨®n del saber como una mercanc¨ªa o como algo que tiene valor en s¨ª mismo, como mera pericia que se transmite o como juicio cr¨ªtico que cada uno (cada sujeto, cada generaci¨®n) debe adquirir.
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