¡°La revoluci¨®n, tambi¨¦n la egipcia, la hace siempre una minor¨ªa¡±
Alaa Al Aswany, autor del fen¨®meno editorial ¨¢rabe 'El edificio Yacobi¨¢n', habla sobre su nuevo libro El intelectual m¨¢s ic¨®nico de la Revoluci¨®n Egipcia publica 'El autom¨®vil Club de Egipto'
A pesar de ser el escritor egipcio m¨¢s exitoso a nivel internacional, Alaa Al Aswany (El Cairo, 1957) nunca ha querido abandonar su profesi¨®n de dentista, pues es el instrumento que mejor le permite auscultar el sentir de la sociedad egipcia. En su nueva consulta, situada a las afueras de El Cairo, el autor del fen¨®meno editorial en el mundo ¨¢rabe El edificio Yacobi¨¢n, luego convertido en pel¨ªcula, reflexiona sobre su nueva novela, El Autom¨®vil Club de Egipto, cuya traducci¨®n al catal¨¢n ya est¨¢ disponible en Edicions 84, y la espa?ola pronto lo estar¨¢ (Mondadori). En ella, el intelectual m¨¢s ic¨®nico de la Revoluci¨®n Egipcia aborda, precisamente, una rebeli¨®n.
Pregunta. ?Qu¨¦ le llev¨® a escribirla?
Respuesta. Es una historia que llevaba dentro desde la infancia, y ahora sent¨ª la necesidad de contarla. Adem¨¢s de escritor, mi padre era abogado del Club del Autom¨®vil, y all¨ª ten¨ªa su oficina. As¨ª que, de ni?o en los a?os 60, pas¨¦ mucho tiempo all¨ª. Mientras mi padre trabajaba, los empleados y sirvientes del club me contaban historias. Muchos de ellos hab¨ªan trabajado en el palacio real, antes de la Revoluci¨®n que aboli¨® la monarqu¨ªa en Egipto. Sus historias eran fascinantes, y siempre las conserv¨¦ en la memoria.
P. A usted siempre le atrae el componente m¨¢s humano de las historias. ?D¨®nde est¨¢ en su ¨²ltimo libro?
R. En el choque de dos sociedades, de dos filosof¨ªas de vida, que ten¨ªa lugar en el Club del Autom¨®vil. Los miembros del club eran solo extranjeros, los egipcios ten¨ªan prohibida su admisi¨®n. Est¨¢bamos en el periodo colonial ingl¨¦s, y hab¨ªa un complejo de superioridad respecto a los aut¨®ctonos. Cuando lleg¨® el autom¨®vil aqu¨ª, a los egipcios les fascin¨® el invento, y quienes pod¨ªan, se lo compraban, pero no pod¨ªan acceder al club. Pero s¨ª eran egipcios los sirvientes, la mayor¨ªa eran nubios, de piel negra. Y el contraste entre este grupo y los miembros del club era enorme.
Autor de ¡®El edificio Yacobi¨¢n¡¯, fue una de las caras de la plaza de Tahrir
P. As¨ª que se sublevaron ...
R. S¨ª, y fue una casualidad que mientras ya estaba trabajando en una novela sobre una revuelta, sucediera la Revoluci¨®n del 2011, lo que me ayud¨® mucho en la escritura. Entre los sirvientes, algunos se rebelaron contra el Co (el rey), una especie de capataz que tambi¨¦n era nubio. Pero la mayor¨ªa no lo hizo. No les gustaba la idea de la revoluci¨®n. No todo el mundo est¨¢ preparado para pagar el precio de la libertad. La gente se adapta a la dictadura, y cuando el cambio les empuja, se sienten inc¨®modos. Las revoluciones siempre las hace una minor¨ªa. Es un fen¨®meno ¨²nico y misterioso. ?Por qu¨¦ alguien que se pasa a?os en actitud d¨®cil, temeroso de la polic¨ªa, un d¨ªa decide salir y arriesgar su vida?
P. ?Tambi¨¦n la revoluci¨®n de 2011 la hizo una minor¨ªa?
R. Por supuesto. En sociolog¨ªa pol¨ªtica, se considera que si un movimiento pol¨ªtico alcanza un 12% de la poblaci¨®n ya puede hacer una revoluci¨®n. En Egipto, fuimos casi el doble; un 20%. En frente, nos encontramos con aquellas personas cuyos intereses estaban vinculados al viejo r¨¦gimen de Mubarak. Y entre ambos, estaba la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, preocupada solo por el d¨ªa a d¨ªa. Esta gente no ten¨ªa la imaginaci¨®n suficiente para sumarse a la Revoluci¨®n. Ahora bien, una vez triunfa, tambi¨¦n a ellos la Revoluci¨®n les transforma sin que se den cuenta. Y por eso, a pesar de todo, soy optimista sobre el futuro de Egipto.
Con Mubarak, los intelectuales ten¨ªan m¨¢s margen para discrepar del poder¡±
P. Por qu¨¦ ha dejado de escribir su columna semanal en el peri¨®dico al-Masry al-Youm?
R. Lleg¨® un nuevo director y empezaron a violar las normas de mi contrato. Ya tengo experiencia en este tipo de cosas. Es lo t¨ªpico que sucede cuando tus art¨ªculos incomodan al gobierno. Van poniendo trabas a tu trabajo para que abandones. Por mi opini¨®n cr¨ªtica, me han dicho de todo en los medios oficialistas: que si soy un agente de Catar, un alcoh¨®lico, un traidor....
P. En el Egipto de al Sisi, hay menos libertad de expresi¨®n que en el de Mubarak?
R. A este paso, as¨ª ser¨¢. Con Mubarak, los intelectuales ten¨ªan un mayor margen para discrepar del poder, pues se consideraba que no eran capaces de influir en la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Tras la experiencia de la revoluci¨®n, los servicios de seguridad, en los que no hubo ninguna purga, se dieron cuenta que las palabras de los intelectuales eran peligrosas.
P. ?Se arrepiente de haber apoyado el golpe de Estado?
R. No, fue una acci¨®n necesaria porque el pa¨ªs estaba al borde de la guerra civil. Adem¨¢s, aqu¨ª no consideramos que fuera un golpe de Estado. El Ej¨¦rcito cumpli¨® la voluntad de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, que se expres¨® unos d¨ªas antes en manifestaciones multitudinarias. Viv¨ªamos una situaci¨®n excepcional.
P. ?C¨®mo ve el panorama literario actualmente en Egipto?
R. Prometedor, y dir¨ªa que no solo en la literatura, sino en las artes en general. Por ejemplo, hay una nueva generaci¨®n de directores de cine muy buena. Una revoluci¨®n es una experiencia transgresora, que expande horizontes, y siempre acaba generando un movimiento cultural muy potente.
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