Literatura nacida en prisi¨®n
La iran¨ª Sahar Delijani narra en ¡®A la sombra del ¨¢rbol violeta¡¯ la crueldad de la Rep¨²blica Isl¨¢mica La autora vino al mundo en una c¨¢rcel del r¨¦gimen de Jomeini
Una pulsera hecha con huesos de d¨¢tiles en la c¨¢rcel. Todos los libros tienen un punto de partida. Y para Sahar Delijani (prisi¨®n de Evin, Teher¨¢n, 1983), esa pulsera que hab¨ªa visto alguna vez en su casa de Ir¨¢n fue lo que le llev¨® a escribir A la sombra del ¨¢rbol violeta, su primer libro. La pulsera se la hizo su padre mientras estaba cumpliendo condena por ¡°activismo contrarrevolucionario¡± en los primeros a?os del r¨¦gimen del Ayatol¨¢ Jomeini. Id¨¦ntico motivo por el que tambi¨¦n estuvo presa su madre y por el que ella naci¨® en la c¨¢rcel de Evin. Lleg¨® al mundo despu¨¦s de un brutal periplo de su madre, ya de parto, desde la c¨¢rcel a dos hospitales que narra en el primer cap¨ªtulo de la novela. Ni rastro de tan duro despertar a la vida en su radiante expresi¨®n.
¡°La pulsera la hab¨ªa visto alguna vez, pero no fue hasta que un d¨ªa le pregunt¨¦ a mi padre cuando la encontr¨¦ de nuevo por casualidad. Me explic¨® entonces que me la hizo como regalo cuando yo nac¨ª, recogiendo los huesos de los d¨¢tiles que com¨ªa ¨¦l y los que le daban sus compa?eros de celda¡±, explica Delijani. Sab¨ªa que hab¨ªa nacido en la c¨¢rcel y fue criada por su abuela y una t¨ªa. ¡°Claro que me lo dijeron, pero no con mucho detalle. Cuando pens¨¦ en escribir el libro, tuve que insistir bastante a mi madre para que me lo contara bien. Creo que le daba miedo verlo sobre el papel porque supon¨ªa, de alguna manera, volver a vivirlo¡±. Al final, lo consigui¨® y decidi¨® trazar las historias de varios personajes, todos hijos de madres y padres presos en Ir¨¢n.
A la sombra del ¨¢rbol violeta, en referencia a un ¨¢rbol de la casa familiar, es un compendio de ficci¨®n ¡°para que todos estuvieran tranquilos¡± y porque tambi¨¦n le facilitaba explicar lo que ella define como ¡°un ¨¢rbol geneal¨®gico de c¨¢rcel¡±. Pero, en parte, es autobiogr¨¢fico porque est¨¢ plagado de vivencias de ella, de sus primas ¡ªhijas de otras presas¡ª y de otros miembros de su familia.
Cuando su madre y su padre recobraron la libertad, abandonaron el pa¨ªs
Relatos que muestran la dureza de la vida de los presos pol¨ªticos en la Rep¨²blica Isl¨¢mica, especialmente en la d¨¦cada de los ochenta, con los fusilamientos indiscriminados ¡ªla cifra de 15.000 es m¨¢s o menos oficial¡ª, la fortaleza de las mujeres y de la familia y el miedo a que 30 a?os despu¨¦s pueda pasar algo parecido.
En 1996, ten¨ªa 12 a?os, Delijani se instal¨® en California. ¡°La familia de mi madre hab¨ªa emigrado en los cincuenta y en Ir¨¢n ya no le quedaba nadie. Por eso y por buscar un mejor futuro para sus hijos, decidieron marchar¡±, explica. Despu¨¦s de cumplir cuatro a?os de c¨¢rcel, su padre, y dos y medio, su madre, quer¨ªan salir del pa¨ªs pero poder volver cuando quisieran. ¡°Yo tambi¨¦n iba, pero no he vuelto despu¨¦s de la publicaci¨®n del libro el a?o pasado en EE?UU. Tengo miedo a que me quiten el pasaporte. El Gobierno actual de Ir¨¢n es m¨¢s reformista, pero el n¨²cleo duro del r¨¦gimen es el que era. Y la realidad es que hay 800 presos pol¨ªticos entre estudiantes, abogados, escritores y activistas de derechos civiles¡±.
La novela, editada en espa?ol por Salamandra y en catal¨¢n por Ara Llibres, se ha publicado en 28 idiomas. Una editorial sueca est¨¢ preparando la edici¨®n en iran¨ª. Muy interesada en pol¨ªtica, en general, y en la de su pa¨ªs, en particular, cuenta que el periodo que desgrana en la novela es muy importante. Y no solo por la vivencia familiar: ¡°Creo que entre 1983 y 1988 fue cuando de verdad naci¨® la dictadura, fue cuando ejecutaron a much¨ªsimos prisioneros y se solidific¨® el sistema que tenemos todav¨ªa ahora. En los ochenta mataban en las c¨¢rceles y en 2009 disparaban en la calle. No les interesaba m¨ªnimamente esconder la violencia que ejerc¨ªan¡±.
No queremos que nos digan si nos ponemos el velo. Queremos decidirlo¡±
Para Delijani, ¨¦se es el motivo de que muchos padres ¡ªque fueron represaliados en los primero a?os de Jomeini¡ª tengan miedo de que les ocurra ahora lo mismo a sus hijos: ¡°Estamos hartos de la sangre, de la violencia. Ir¨¢n est¨¢ viviendo un momento muy delicado, hay riesgos muy serios. Por un lado, hay que luchar contra el r¨¦gimen y tratar de reformarlo, pero sin dar ning¨²n pretexto a los poderes extranjeros para que lo ataquen. Por otro, sorprende que Estados Unidos se quiera aliar con Ir¨¢n, su eterna bestia negra, para combatir al Estado Isl¨¢mico en Irak, el pa¨ªs que ocup¨®. No tiene mucho sentido¡¡±.
Humanamente, en el libro quer¨ªa destacar la dignidad de todas las personas que estaban en prisi¨®n en medio de tanta violencia. Son unos relatos protagonizados, en gran parte, por mujeres decididas, comprometidas: ¡°Es lo que viv¨ª. Mi entorno era de mujeres fuertes que hab¨ªan estado en la c¨¢rcel¡±. Uno de los relatos cuenta el incidente que tuvo al ir al colegio el primer d¨ªa. Como no llevaba la cabeza cubierta con un pa?uelo no la dejaron entrar: ¡°Mi madre viv¨ªa ajena a todas las normas y ¨®rdenes del r¨¦gimen y no me puso el velo, as¨ª que el primer d¨ªa tuvo que improvisar uno para que me dejaran entrar¡±.
A prop¨®sito del debate sobre la imposici¨®n de esa prenda, la escritora cree que es una pol¨¦mica exagerada y m¨¢s propia de Occidente: ¡°Hay problemas m¨¢s serios, como los derechos humanos y civiles que no se respetan en Ir¨¢n. Si preguntas a una abogada de derechos de las mujeres te dir¨¢ muchas otras cuestiones antes del velo, como que no se puedan divorciar hasta que el hombre no de el consentimiento o que las mujeres no puedan ser jueces. Considero que la discriminaci¨®n se produce cuando es una obligaci¨®n, por ley. Por ejemplo, el padre del Sha Reza Pahlevi fue el primero que hizo una ley que obligaba a que las mujeres se quitaran el velo con una violenta campa?a en las calles porque si iban cubiertas no las dejaban salir de casa. Y con la Rep¨²blica Isl¨¢mica, exactamente al rev¨¦s¡±. ¡°Nosotras¡±, dice luciendo una espl¨¦ndida cabellera negra, ¡°no queremos que nadie nos diga si nos ponemos o no el velo. Queremos decidirlo¡±.
Babelia
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