La revoluci¨®n de Etxeberria
La primera colecci¨®n femenina del dise?ador vasco proporciona car¨¢cter y emoci¨®n a MBFWM. Llega a Madrid tras su paso por la pasarela de Nueva York
En la tercera jornada de desfiles de Mercedes-Benz Fashion Week, hay voces que invitan al optimismo sobre la existencia de narrativas singulares en la moda espa?ola.
Un viaje por la Provenza y la Costa Azul francesa con parada en la casa de Dora Maar, la Fundaci¨®n Maeght y la villa Santo Sospir articulan la colecci¨®n marinera de Ailanto para primavera/verano 2015, que juega con superposiciones y combinaciones de colores el¨¦ctricos con otros empolvados. Pero es la artesan¨ªa de sus estampados lo que distingue a los gemelos I?aki y Aitor Mu?oz (Bilbao, 1968), formados en Bellas Artes. Los barcos que navegan entre olas geom¨¦tricas parten de un collage realizado con diferentes papeles, escaneado y retocado hasta transformarse en las telas que forman abrigos, vestidos y bolsos. Las camelias en grises recortadas sobre rojo han sido pintadas con t¨¦mperas y convertidas en la seda de fluidos batines. ¡°La gente no se imagina c¨®mo son los cuadros originales de los que nacen esos estampados¡±, admite Aitor Mu?oz. ¡°Pero realizar esas peque?as obras es lo que m¨¢s nos motiva. Siempre empezamos por ah¨ª al plantear una colecci¨®n. Es una forma de plasmar los recuerdos de nuestros viajes¡±.
El ¨¦xito del dise?ador vasco habla de las carencias del paisaje en el que ha brotado?
Otra creadora cuyo trabajo pide a gritos un plano corto es Teresa Helbig. Su taller barcelon¨¦s, que emplea a 14 personas, ha desarrollado complejos tejidos artesanos. Un mosaico de puntillas acaricia la piel como un suspiro y un trenzado de finas cuerdas emula la textura de la silla Thonet en la superficie de una falda con volumen. ¡°Hemos imaginado dos mujeres francesas del final de los sesenta y los primeros setenta. Una en la Provenza y la otra en Par¨ªs, como si fueran Loulou de la Falaise y Jane Birkin¡±, explica. Helbig viste a la primera de rafia y cuerda; a la segunda, con lentejuelas doradas y ante rosa. Ambas comparten su gusto por los vestidos blancos, largos como un d¨ªa de verano. La suya es una propuesta tan bonita y agradable que uno se pregunta c¨®mo ninguna gran compa?¨ªa textil ha tratado de ficharla para comercializar su est¨¦tica a gran escala. En su respuesta se adivina la f¨¦rrea defensa de la integridad de su creaci¨®n que late bajo sus dulces tules de algod¨®n. ¡°Hemos tenido propuestas, pero nunca nos han convencido. Esta peque?a marca es como nuestro beb¨¦. La cuidamos y la protegemos tanto que no s¨¦ cu¨¢l podr¨ªa ser un novio ideal para ella¡±.
¡°Mi cabeza es solo m¨ªa y en ella no entra nadie¡±, exclama Etxeberria antes de presentar su primera colecci¨®n para mujer en MBFWM. Es el espejo de la l¨ªnea masculina que mostr¨® hace una semana en Nueva York y de la que ayer se vieron de nuevo algunas piezas. Un doblete que parece dif¨ªcil de mantener para la econom¨ªa de una peque?a empresa. La propuesta femenina tambi¨¦n est¨¢ realizada ¨ªntegramente en piel a partir del patr¨®n de prendas b¨¢sicas, como las camisetas o el vestido negro. ¡°Yo no me inspiro en el aire. Trabajo sobre archivo¡±, asegura acerca de su proceso creativo. ¡°Por ejemplo, tengo un vestido-capa de Balenciaga de los a?os cincuenta que analizo y estudio hasta que comprendo c¨®mo funciona su volumen. Luego construyo algo nuevo a partir de ¨¦l. No es una copia, sino un punto de partida que llevo a mi terreno y una forma de aprender e ir evolucionando. Y hago lo mismo con mis propios dise?os. Parto de ellos y luego me vuelvo cada vez m¨¢s loco¡±.
La protagonista de la historia de Etxeberria, con sus esquem¨¢ticos trajes en costosas pieles que se moldean como si fueran mantequilla, exhibe una belleza casi antag¨®nica a la Helbig. Una es salvaje y brutal y la otra coqueta y delicada. Pero, utilizando un s¨ªmil cinematogr¨¢fico, si sus historias fueran pel¨ªculas, ambas tendr¨ªan un autor en el sentido otorgado por la Nouvelle vague. A su distinta manera, los dos son creadores viscerales.
Roberto L¨®pez Etxeberria (?ibar, 1976) es el hombre de moda tras una aventura neoyorquina que, asegura, le ha hecho captar la atenci¨®n de los grandes almacenes Barneys. Su vertiginoso ascenso refrenda el trabajo de la plataforma Ego, donde debut¨® hace siete temporadas. Este certamen para emergentes (que se celebra durante la sexta y ¨²ltima jornada) ha servido para oxigenar el calendario principal de MBFWM cuando parec¨ªa estar a punto de ahogarse por su escler¨®tica falta de renovaci¨®n y su completa desconexi¨®n con el p¨²blico m¨¢s all¨¢ de la bianual sobreexposici¨®n medi¨¢tica. Al mismo tiempo, el veloz ¨¦xito de Etxeberria habla de las carencias del paisaje en el que ha brotado.
Tambi¨¦n hay quien encuentra su dise?o poco variado y, desde luego, el trabajo con el cuero no es algo nuevo en Espa?a. Roberto Torretta (Buenos Aires, 1950) lleva 20 a?os haciendo de la ropa en piel su se?a de identidad y para primavera/verano 2015 concibe piezas asim¨¦tricas cuyo movimiento diagonal resulta igual de ¨¢gil en este material que en crep¨¦ de seda. Pero es necesario que aparezcan miradas tan personales como la de Etxeberria para que una tradici¨®n se renueve. Y para que la principal cita de la moda espa?ola gane car¨¢cter y emoci¨®n.
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