C¨®mo entender lo que no existe
La 31? edici¨®n de la Bienal de S?o Paulo busca comprender una realidad en transformaci¨®n La cita cuenta con una contundente presencia de artistas y comisarios espa?oles
La controversia que amenaz¨® la apertura de la 31? edici¨®n de la Bienal de S?o Paulo se resolvi¨® de manera salom¨®nica: tras la carta abierta firmada por m¨¢s de la mitad de los artistas seleccionados, la organizaci¨®n anunci¨® que Israel ya no ser¨ªa uno de los patrocinadores generales de la cita y que de su financiaci¨®n solo se beneficiar¨ªan tres artistas israel¨ªes. La prensa internacional asumi¨® que este evento est¨¢ comprometido con muchos temas tan importantes como la cuesti¨®n palestino-israel¨ª, y el centenar de artistas participantes coincidieron en que ¨¦sta no deb¨ªa eclipsar a otras que afectan directamente a la realidad del pa¨ªs, como la brutalidad policial, el aborto o la educaci¨®n.
Despejados estos contratiempos, la tarea de explicar lo que nos ofrece esta compleja y ambiciosa bienal no es sencilla, sobre todo cuando consideramos el tema-t¨ªtulo de la misma: ¡°?C¨®mo podemos (pensar / hablar / escribir¡) de las cosas que no existen?¡±. O lo que es lo mismo: ?c¨®mo podemos abordar lo que no se reconoce como existente? Para el grupo que acompa?a al brit¨¢nico Charles Esche en la organizaci¨®n y direcci¨®n de esta bienal ¡ªcompuesto por los espa?oles Nuria Enguita y Pablo Lafuente, y los israel¨ªes Galit Eilat y Oren Sagiv¡ª, la exposici¨®n se propone confrontar ¡°lo contempor¨¢neo¡± como condici¨®n; lo art¨ªsticamente contempor¨¢neo, pero tambi¨¦n las realidades sociales, pol¨ªticas y econ¨®micas contempor¨¢neas. Se trata, dice Esche, ¡°de contribuir a entender esta realidad en constante transformaci¨®n, una transici¨®n entre lo moderno y algo que no sabemos a¨²n muy bien qu¨¦ es¡±. Y los conflictos, la colectividad, la imaginaci¨®n y la transformaci¨®n constituyen el motor de lo que estos comisarios entienden como el momento presente, en transici¨®n, ¡°lo contempor¨¢neo¡±.
La impecable resoluci¨®n espacial que han planteado para el famoso pabell¨®n del legendario arquitecto Oscar Niemeyer consigue articular, de manera generosa y abierta (a veces acad¨¦mica), un complejo entramado de temas y coyunturas que se desarrolla a trav¨¦s de sectores y plantas, desplegando entre espacios de reuni¨®n, de performances y saraos una inmensa polifon¨ªa de formas y de ideas, de banalidades y urgencias, de alegr¨ªas y tragedias para involucrarnos con lo que se proyecta como lo que es el arte y la cultura de nuestro tiempo.
A lo largo de este recorrido, a veces tortuoso o inesperado, nos tropezamos con propuestas y proyectos ¡ªalgunos todav¨ªa en curso¡ª que nos acercan a diferentes aspectos de la religi¨®n (una presencia constante y protagonista en esta bienal) o a problem¨¢ticas sociales, identitarias, sexuales o ecol¨®gicas para abarcar las complejidades del momento actual, cuando, seg¨²n los comisarios, ¡°el fin de lo moderno se encuentra con los inicios, todav¨ªa inciertos, de un nuevo sistema de pensar¡±.
La actualidad no se entiende, pues, a partir de la linealidad del progreso, ni en torno a ¡°la tradici¨®n de lo nuevo¡± que marcaba los designios de la modernidad, sino como una suerte de caj¨®n de sastre que trata de establecer una jerarqu¨ªa diferente de fuentes e inspiraciones, reconociendo las posibilidades actuales de lo pre-moderno y de lo no-moderno, y abarcando lo espiritual o la cultura popular para considerar diferentes lecturas de las condiciones contempor¨¢neas. Como este Brasil pol¨ªtica y socialmente actual; un ahora que se debate entre una continuidad pol¨ªtica progresista, disminuida por la corrupci¨®n, y una ¡°involuci¨®n¡± evangelista enmascarada y edulcorada con el oportuno verdor de las ¡°nuevas¡± tendencias.
Adem¨¢s de la presencia de artistas como Asger Jorn, Hudinilson, Giuseppe Campuzano, Halil Altindere, Etc¨¦tera¡ y Le¨®n Ferrari, Clara Ianni y D¨¦bora Maria da Silva, El Hadji Sy, Jo Baer, Otobong Nkanga, Sheela Gowda, Voluspa Jarpa, Marta Neves, Tony Chakar, Thiago Martins de Melo, Walid Raad o Kasper Akh?j y Tamar Guimar?es, en este entretejido de experiencias no puedo dejar de mencionar tres casos muy diferentes que destacan entre los muchos ejemplos sobresalientes que nos presenta esta importante cita. Para empezar, y para sorpresa de todos, finalmente una bienal internacional tiene una presencia espa?ola relevante y contundente. La selecci¨®n no es el resultado de la presencia de los comisarios espa?oles: ni lo biogr¨¢fico ni lo geogr¨¢fico se imponen en ning¨²n momento sobre los criterios de experiencia, ideas y correspondencias en las decisiones de los comisarios. Esta selecci¨®n es sobre todo sobresaliente porque los artistas espa?oles incluidos ¡ªVal del Omar, Pedro G. Romero, Asier Mendiz¨¢bal, Teresa Lanceta, Juan P¨¦rez Agirregoikoa y Oca?a¡ª contribuyen a trav¨¦s de sus revisiones, re-lecturas, deconstrucciones y recreaciones a que entendamos lo contempor¨¢neo desde la historia y desde la construcci¨®n del conocimiento, y no como una categor¨ªa aut¨®noma del ¡°presente cultural¡±.
Otro caso importante, aunque tal vez malparado, es uno de los ejemplos de ¡°exposici¨®n dentro de la exposici¨®n¡± que presenta la bienal. Me refiero al magn¨ªfico proyecto que podr¨ªa haber sido la fant¨¢stica selecci¨®n de obras y artistas reunida por el comisario peruano Miguel L¨®pez bajo el r¨®tulo Dios es marica.
Independientemente de la importancia y validez de las obras de Nahum Zenil, Oca?a, Sergio Zevallos y Yeguas del Apocalipsis, la muestra de L¨®pez se debilita justamente donde deber¨ªa haberse destacado: en su presentaci¨®n-instalaci¨®n. Desafortunadamente, L¨®pez se decanta por una insufrible instalaci¨®n as¨¦ptica, y hasta anacr¨®nica (en el caso de Oca?a). Realmente parad¨®jico, considerando el papel destacad¨ªsimo de L¨®pez en la promoci¨®n y difusi¨®n de proyectos maricas en Latinoam¨¦rica.
Finalmente, Juan Downey y su monumental serie Video Trans Americas (1973-1976) quiere ser, y es, el coraz¨®n de esta 31? Bienal de S?o Paulo.
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