Negruras perturbadoras en el Guadalquivir
Alberto Rodr¨ªguez te engancha con los anzuelos m¨¢s s¨®lidos y menos tramposos
![Antonio de la Torre y Nerea Barros en la presentaci¨®n de 'La isla m¨ªnima' en San Sebasti¨¢n.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UEO7ZH4OLMMR6FVMY2PKFFJBOQ.jpg?auth=d8e6ba8d855ae1bdbb0da31b6d19d0ea3839f9189bf640da7ce2db6f818bfda6&width=414)
Sospecho que a ese brillante y genuino director espa?ol llamado Alberto Rodr¨ªguez ¡ªeste hombre tan inteligente y complejo, con nombre y apellido tan poco adecuados para tirarse el rollo de prima donna en el cine espa?ol, tambi¨¦n tiene pinta de normal, de legal, de buen t¨ªo¡ª, autor de La isla m¨ªnima, le zumban los o¨ªdos, se le agota la paciencia, percibe la cercan¨ªa del ataque de nervios y est¨¢ a punto de agredir al pesado de turno cada vez que tiene que aclarar no haber visto esa obra de arte con formato de serie de televisi¨®n titulada True detective. Y por supuesto, ¨¦l no tiene la culpa de que cualquier cin¨¦filo que haya saboreado la larga inmersi¨®n de dos polic¨ªas en sus infiernos ¨ªntimos y su escalofriante constataci¨®n de que el mal anda por todas partes y est¨¢ desbocado, todo ello ambientado en los pantanos y las marismas de Luisiana, piense en esa inevitable referencia y constate parecidos argumentales, ambientales, de atm¨®sfera, entre la obra maestra que invent¨® el inquietante Nic Pizzolatto al ver la pel¨ªcula de Rodr¨ªguez. Mala suerte esa jodida coincidencia. Pablo Berger, creador de la muy meritoria Blancanieves, debi¨® de pillar id¨¦ntico rebote en el estreno de The artist, ante la seguridad de que los tiempos actuales no son tan milagrosos para que el gran p¨²blico pierda el sue?o ante la posibilidad de disfrutar sucesivamente de dos pel¨ªculas en blanco y negro y mudas.
Aclarada esa indeseada comparaci¨®n, les puedo asegurar, tanto a los fascinados por la ¨²ltima joya de HBO como a los que la desconocen, que no saldr¨¢n defraudados de La isla m¨ªnima. Alberto Rodr¨ªguez te engancha a su historia con los anzuelos m¨¢s s¨®lidos y menos tramposos. Te hace pensar a lo largo de la tenebrosa intriga, te desasosiega, reinan los matices, hace turbias y cre¨ªbles las situaciones y los personajes, hay doble fondo hasta en lo que parece transparente, ni los di¨¢logos ni el gesto m¨¢s leve tienen desperdicio, la c¨¢mara posee estilo y un lenguaje poderoso, deja cierto poso. Tambi¨¦n apuesta muy fuerte por la ambig¨¹edad, un profesional de la abyecci¨®n puede albergar tambi¨¦n al compa?ero que te protege en una situaci¨®n l¨ªmite, que te salva la vida, el demonio tiene anverso y reverso. Los actores clavan sus frases, sus gestos, sus miradas, sus silencios. Encuentro admirable el trabajo de Javier Guti¨¦rrez. Con Ra¨²l Ar¨¦valo no tengo demasiada qu¨ªmica, siempre me resulta demasiado intenso, pretende ser tan natural que me resulta artificioso, no me despierta una fobia comparable a la que siento por Javier C¨¢mara o Marisa Paredes, pero hasta el momento no le pillo el punto a un actor tan un¨¢nimemente alabado. En cualquier caso, estoy dispuesto siempre a recibir el rayo de luz que borre mi ofuscaci¨®n. Hago memoria con la obra de Alberto Rodr¨ªguez y descubro que me gustan todas sus pel¨ªculas, siempre me interesa su mundo, me fascina su sabidur¨ªa al trasladarlo a im¨¢genes y sonidos. Con Urbizu me ocurre algo parecido y que en el caso de La vida mancha me enamora. Y, por supuesto, alguien como el firmante de esta cr¨®nica, que siente alergia hacia los sentimientos patri¨®ticos y el corporativismo, celebra que en el cine espa?ol se hayan realizado este a?o dos pel¨ªculas como El ni?o y La isla m¨ªnima. Ser¨ªa justo y necesario que la filmograf¨ªa de un director tan bueno como Alberto Rodr¨ªguez tuviera continuidad, que no dependiera excesivamente de su ¨²ltimo resultado en la taquilla. Ojal¨¢ que el gran p¨²blico reconozca ese talento, esa calidad.
Los actores clavan sus frases, sus gestos, sus miradas, sus silencios
La personalidad del director franc¨¦s Fran?ois Ozon siempre se ha sentido seducida por las tem¨¢ticas retorcidas, por la transgresi¨®n, por la indesmayable vocaci¨®n de provocar al espectador con tramas y desenlaces enemistados con las convenciones. Y a veces, como en el caso de En la casa y Joven y bonita, sus deseos mantienen armon¨ªa con el notable resultado art¨ªstico. Pero exprimirse tanto el cerebro en funci¨®n del sorprendente ¡°m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa¡± en cuestiones psicol¨®gicas y sexuales tiene sus riesgos. O afinas o puedes caer en lo grotesco. Su ¨²ltima entrega, Una nueva amiga, a pesar de sus revolucionarias pretensiones, solo es rid¨ªcula. La colitis mental de Ozon y su osada certidumbre (como la de Almod¨®var en esa cosita bochornosa titulada Los amantes pasajeros) de que la heterosexualidad es un invento de la moral burguesa, de que en el fondo todos somos homosexuales, lesbianas, travestidos, transexuales o bisexuales en el m¨¢s convencional de los casos, es una teor¨ªa que deber¨ªa admitir la negociaci¨®n como m¨ªnimo. Estar¨ªa dispuesto a cre¨¦rmela mientras que dura la pel¨ªcula a condici¨®n de que me lo intentaran demostrar con inteligencia, agudeza y gracia, virtudes ausentes en este alarde de estupidez complacida, de in¨²til osad¨ªa expositiva, de situaciones cochambrosas, de interpretaciones lamentables. No les voy a narrar los delirios de Ozon. Solo les prevengo. Pero seguro que ¨¦l se siente como la reencarnaci¨®n del esp¨ªritu de Bu?uel.
S¨¦ que la forma ideal de comenzar el d¨ªa no consiste precisamente en ser testigo de una trama en la que una mujer cuya enfermad es irreparable y letal decide juntar durante un fin de semana a toda su familia y a una amiga para despedirse de ellos y largarse por voluntad propia a la tumba. Un tema tan doloroso y sombr¨ªo est¨¢ desarrollado en Silent heart con extrema delicadeza, verosimilitud, sensaciones reconocibles, humanidad nada postiza ni sensiblera e int¨¦rpretes convincentes por Bille August, un director que llevaba mucho tiempo perdido despu¨¦s de haber firmado la tan dura como emocionante Las mejores intenciones, aquel guion de Bergman en el que este ajustaba feroces cuentas con sus recuerdos, su sentido de culpa, sus demonios.
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