Hasta siempre Gandolfini

Cuentan en el imprescindible libro dedicado a los showrunners, Hombres fuera de serie, que la productora HBO y el equipo que hizo posible Los Soprano sufrieron m¨¢s de un ataque de p¨¢nico cuando ten¨ªan que parar el rodaje por la ausencia durante varios d¨ªas de James Gandolfini, inencontrable para los mejores rastreadores. Sin Tony Soprano no hab¨ªa serie. Cuando por fin aparec¨ªa, era evidente que el alcohol y las drogas le hab¨ªan consolado durante su escapada, huyendo de sus demonios o de la tensi¨®n que le creaba su personaje. Por supuesto, esa inseguridad o miedo jam¨¢s se notaba cuando la c¨¢mara enfocaba a este actor genial. Y una noche, en la ciudad de Taormina, despu¨¦s de que el hombre gordo y excesivo se pusiera hasta arriba de foie, vino y ron, le fulmin¨® un infarto. Ten¨ªa 51 a?os, pero a los 37, cuando empieza a rodar esa serie legendaria, aparentaba tener la misma edad que cuando la palm¨®. Cuesta imaginarlo de ni?o o de anciano. Simplememente era, es y ser¨¢ Tony Soprano, un grandioso mal bicho al que muchos consideramos como alguien de nuestra familia.

No se prodig¨® excesivamente en el cine y tuvo pocos papeles protagonistas, pero sus apariciones siempre fueron memorables. Por ello, siento un poco de congoja al verle en La entrega y sabiendo que fue su ¨²ltima interpretaci¨®n. Me ocurri¨® lo mismo hace poco tiempo observando y sintiendo la ¨²ltima, amarga, extraordinaria composici¨®n que hizo Philip Seymour Hoffman en El hombre m¨¢s buscado. La despedida de Gandolfini afortunadamente es muy digna en una pel¨ªcula que est¨¢ a la altura de su talento. El guion lo ha escrito Dennis Lehane, lo cual es una garant¨ªa de calidad. Lehane escribi¨® varios cap¨ªtulos de The wire, se maneja admirablemente en novelas negras y desbordantes de estilo y tambi¨¦n lleva su firma la tan voluminosa como apasionante Cualquier otro d¨ªa, que considero su obra maestra. El universo de Lehane nunca abandona Boston, la geograf¨ªa f¨ªsica y sentimental que mejor conoce. Me cuenta alguien que ha le¨ªdo su relato La entrega que tambi¨¦n se desarrolla en Boston, pero en la pel¨ªcula la trama se ha trasladado a Brooklyn. Trata del dinero sucio que lava la mafia chechena a trav¨¦s de recaudaciones que se depositan en los bares. El personaje que interpreta Gandolfini alguna vez crey¨® que era un ganador, fue el due?o de ese bar que ahora administra para los negocios de esos gangsters salvajes que vinieron del fr¨ªo. Y no se resigna a ser un perdedor. Su primo, que atiende la barra, mima a los clientes m¨¢s acorralados y todo en ¨¦l denota soledad y resignaci¨®n, no se queja. Va a haber notables y sorprendentes giros en esta historia negra, violenta y compleja que el director Michael Roskam conduce con sentido est¨¦tico, tensi¨®n y sutileza. Y es gozoso ver actuar juntos a Gandolfini y al magn¨ªfico actor ingl¨¦s Tom Hardy, un tipo con muchos registros al que siempre me lo creo, aunque su camaleonismo logre que no sea f¨¢cil identificarlo inmediatamente de una pel¨ªcula a otra.

¡®A second chance¡¯ no tiene capacidad para contagiar el dolor y es mon¨®tona

La directora danesa Susanne Bier se maneja con convicci¨®n y profundidad en las historias tr¨¢gicas, en los retratos de gente machacada por la perdida o la fatalidad. A m¨ª me conmueve especialmente la ¨²nica incursi¨®n que hizo en el cine estadounidense con la muy emotiva, desgarrada y triste Cosas que perdimos en el fuego. Pero siempre sabe transmitir la angustia de sus personajes, sus dilemas morales, sus traumas, su inaplazable necesidad de ponerse de acuerdo con la vida. Me ocurr¨ªa hasta ahora. A second chance no solo me mantiene distanciado de la desesperaci¨®n y el derrumbe que sufren los padres cuyos beb¨¦s han muerto. Tambi¨¦n la forma de contarlo me resulta mon¨®tona, sin capacidad para contagiar ese dolor. Y me pone de los nervios el continuo griter¨ªo de los personajes, desde una pareja de yonquis que tienen abandonado a su cr¨ªo a un polic¨ªa y su esposa que afrontan con aparente templanza el insomnio del suyo. Un amigo que tiene ni?os peque?os y al que ha impresionado esta pel¨ªcula me asegura que se necesita ser padre o madre para captar las esencias, el dolor y la verdad de A second chance. No estoy de acuerdo. Cuando el cine es bueno, cuando me engancha, puedo identificarme y conmoverme incluso con los sentimientos de los marcianos y de las hormigas, con cosas que no he vivido jam¨¢s.

Ni el trabajo

Siento mucho respeto por la carrera de Antonio Banderas. Tiene un enorme m¨¦rito haber triunfado en un cine y en un idioma que no son los tuyos. Pero sospecho que la edad en Hollywood impone en numerosos casos la caducidad del estrellato, tener que buscarte esforzadamente la vida cuando antes pod¨ªas elegir entre multitud de ofertas. Banderas protagoniza y tambi¨¦n ha producido Aut¨®mata, un argumento de ciencia ficci¨®n que dirige Gabe Ib¨¢?ez. El planteamiento inicial suena a Blade Runner, pero en cutre. Y va a peor. Esos robots que son bastante m¨¢s humanos y racionales que la gente que los invent¨® solo producen tedio. Y, por supuesto, ning¨²n miedo esa Tierra desertizada en la que solo quedan 20 millones de seres humanos. El director busca en vano la emoci¨®n del receptor. Todo es un disparate. No se salva nada. Incluida la interpretaci¨®n de Banderas.