Dorothy Arzner, homenaje a una pionera
El Zinemaldia hace una retrospectiva a la ¨²nica mujer que dirigi¨® en el Hollywood de los a?os 30
Es imposible que el Zinemaldia vuelva a tener una retrospectiva como la de esta edici¨®n. Imposible porque Dorothy Arzner solo hubo una, y nadie se acerc¨® ni de lejos a su carrera: la cineasta (San Francisco, 1897-La Quinta, 1979) fue la ¨²nica mujer, ah¨ª queda eso, que trabaj¨® como directora durante el Hollywood cl¨¢sico, el gobernado por las majors. ¡°No hubo otra directora sindicada en el Hollywood de los a?os 30 y 40¡±, asegura Quim Casas, del comit¨¦ de selecci¨®n del certamen y editor del libro dedicado a Azner, cuyo texto es traducci¨®n del volumen que hace 20 a?os escribi¨® la estadounidense Judith Mayne, presente en el festival de San Sebasti¨¢n y que ha podido ver as¨ª copias restauradas de sus pel¨ªculas. Arzner, harta del machismo de la ¨¦poca ¨Caunque oficialmente nunca se aclararon sus motivos- abandon¨® la industria, en un gesto que recuerda al realizado por la guionista de su ¨¦poca Frederica Sagor Maas, que al vivir 111 a?os tuvo tiempo de vengarse en sus memorias La escandalosa se?orita Pilgrim de todo lo sufrido.
Sin embargo, Arzner no solo destac¨® por lo ¨²nico de su condici¨®n femenina en un mundo tan hostil, sino que efectivamente sus pel¨ªculas fueron buenas. Casas apunta: ¡°Su obra trasciende este hecho anecd¨®tico¡±, y Mayne apunta su infatigable labor por romper los estereotipos incluso en la pantalla. ¡°Cuando sus personajes femeninos asumen su rol tradicional como mujeres se ven abocados al fracaso. Tambi¨¦n es interesante la inversi¨®n de roles de g¨¦nero que hay en sus pel¨ªculas al mostrar a los hombres muy a menudo como fr¨¢giles e inseguros, algo que le reprochaban continuamente y que ella se neg¨® a reconocer¡±. De su lucha ha quedado un legado, y algunas cineastas han entendido su importancia: ¡°Jodie Foster don¨® bastante dinero para la restauraci¨®n de su obra¡±, asegura Mayne.
Arzner se crio en Los ?ngeles (naci¨® y muri¨® en el mismo Estado, California) donde sus padres ten¨ªan un peque?o restaurante de cocina alemana -pa¨ªs de procedencia de su familia paterna- y en el que com¨ªan todo tipo de trabajadores de la industria del cine como Charles Chaplin o Erich von Stroheim. Durante la Primera Guerra sirvi¨® en el Cuerpo de Ambulancias en Los ?ngeles (nunca sali¨® al extranjero) y al finalizar la contienda empez¨® a escalar puestos en la industria, con lo que cuando se convirti¨® en directora conoc¨ªa todos los trabajos relacionados con un rodaje¡ y ella lo recomendaba como opci¨®n en vez de estudiar direcci¨®n de cine en cualquier escuela. Su mejor carta de presentaci¨®n fue el montaje que realiz¨® de las secuencias de toreo de Sangre y arena (1922), la versi¨®n de Fred Niblo protagonizada por Rodolfo Valentino, y empez¨® a editar ya como responsable de esa labor las pel¨ªculas del director James Cruze.
Su carrera como realizadora dur¨® de 1927 a 1943, a?os en los que dirigi¨® tres pel¨ªculas mudas y 14 habladas. Hubo otras directoras en la ¨¦poca muda, pero solo Arzner pas¨® con ¨¦xito al sonoro. Fue muy famosa en su ¨¦poca, y apareci¨® en multitud de medios especializados en la industria, especialmente en los a?os que estuvo a sueldo de Paramount. Variety invent¨® para ella el t¨¦rmino femme megger, en referencia al meg¨¢fono (meg) que los directores usaban durante el cine silente para dar instrucciones. Su lesbianismo nunca fue evidente en su cine, aunque tampoco escondi¨® su vida privada, y fue fuente de inspiraci¨®n para la siguiente generaci¨®n de creadoras lesbianas.
Debut¨® detr¨¢s de las c¨¢maras con un taquillazo, La reina de la moda (1927), y con Manhattan cocktail (1928) se convirti¨® en la primera directora de la historia de una pel¨ªcula sonora. La loca org¨ªa (1929) demuestra su talento, exprimiendo a la estrella de Paramount Clara Bow y lanzando la carrera de Fredric March (con quien Arzner repiti¨® m¨¢s veces). Cuando lleg¨® la Gran Depresi¨®n, Paramount decidi¨® recortar los sueldos de sus trabajadores y Arzner abandon¨® la major para empezar a dirigir como free lance all¨ª donde la llamaran. Por ejemplo en RKO dirigi¨® la segunda pel¨ªcula como protagonista de Katherine Hepburn, Hacia las alturas (1933). Ese mismo a?o se cre¨® el Sindicato de directores y Arzner se apunt¨®: durante d¨¦cadas nunca hubo otra mujer m¨¢s. Con Joan Crawford desarroll¨® una larga amistad, nacida de los rodajes, en MGM, de The last of Mrs. Cheyney y The bride wore red (1937). Aunque su mayor ¨¦xito fuera La mujer sin alma (1936)con Rosalind Russell, las cineastas posteriores destacan Dance, girl, dance (1940), denuncia del lado oscuro del music-hall con Lucille Ball y Maureen O¡¯Hara.
Al empezar la Segunda Guerra Mundial comenz¨® a rodar filmes para las tropas, tanto de entretenimiento como para el entrenamiento, labor que par¨® en 1943 para recuperarse de una neumon¨ªa. Nunca volvi¨® a trabajar en Hollywood, harta de los jefes de las majors. Se dedic¨® a grabar documentales y anuncios para televisi¨®n, y a dar clases: primero en la Pasadena Playhouse, y desde los sesenta y hasta su muerte en 1979 en la Universidad de UCLA: uno de sus alumnos fue un joven Francis Ford Coppola. Antes de fallecer pudo disfrutar de numerosos reconocimientos (tiene hasta una estrella en el Paseo de la Fama) y tributos. Arzner no solo fue la primera mujer, sino que sencillamente, m¨¢s all¨¢ de su sexo, fue una gran directora.
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