Solo un leve repunte de U2
'Songs of innocence' apenas mejora las dos ins¨ªpidas entregas anteriores del cuarteto irland¨¦s
Sol¨ªa preguntarse Bono, el controvertido frontman (y letrista) de U2, si la banda mantendr¨ªa relevancia musical tras el baj¨®n de ventas que, para sus est¨¢ndares, signific¨® No line on the horizon (2009). El dilema concluye m¨¢s de un lustro despu¨¦s, con estas 11 canciones de inocencia sucesivamente aplazadas, rehechas y retituladas (se iban a llamar Songs of ascent): el grupo irland¨¦s resulta tan relevante como la cifra de 500 millones de clientes de iTunes a los que se ha regalado su nuevo disco. Otra cosa es la trascendencia en t¨¦rminos musicales.
Dejando al margen la pol¨¦mica sobre la distribuci¨®n de mayor alcance de la historia (ya sea el eliminar la voluntad o abaratar el arte) Songs of innocence supone un repunte respecto a las dos ins¨ªpidas entregas previas del cuarteto. Pero peque?o. Al menos, esta colecci¨®n zarpa m¨¢s concreta en objetivos, sobre todo en su unidad tem¨¢tica. Epifan¨ªas juveniles, tanto vitales como musicales, protagonizan las letras de Bono, pero eso no libra al disco del aroma a naftalina. Los riesgos quedaron atr¨¢s, en la experimentaci¨®n de los noventa, y U2 carece hoy de su feroz insolencia de los ochenta. Se trata de m¨¢s de lo mismo, aunque esta vez los himnos lleguen con descaro pop. Porque al prestigioso alquimista Danger Mouse se han unido en los controles nombres de comercialidad garantizada: Paul Epworth (Adele, Coldplay) o Ryan Tedder (Jennifer Lopez, Adele).
El engendro inicial con el que se celebra el descubrimiento del punk por parte de unos U2 adolescentes, The miracle (of Joey Ramone), carece de imperdibles: es su t¨ªpica pieza bomb¨¢stica, y el riff glam, los coros y el estribillo van cada uno por libre. Rectifican con la menos ambiciosa Every breaking wave, para a continuaci¨®n firmar una de las pocas cimas del disco, California (There is no end to love). Alejada de los tics grandilocuentes y con un homenaje al Barbara Ann de los Beach Boys, supone una gr¨¢cil reflexi¨®n sobre el paso del tiempo.
Las guitarras ac¨²sticas dominan Song for someone (¨²nica aparici¨®n como productor del viejo compinche Flood), y su romanticismo folk no esquiva los estereotipos. Bono vuelve a recordar a su madre, fallecida cuando era muy cr¨ªo, en Iris (Hold me close), pero todo el sentimiento lo desbarata con su berreo de pretensiones cat¨¢rticas. El falsete y un bajo funk propulsan Volcano, donde chirr¨ªa el coro. Y qu¨¦ pena lo de Raised by wolves: su estribillo vacuo y teatral se carga las buenas maneras narrativas que rememoran la tragedia de un atentado.
Mejores memorias de infancia pueblan Cedarwood Road, marco de uno de los varios destellos con las seis cuerdas a cargo de The Edge. Para entonces, hace ya un rato que Ryan Tedder ha desaparecido de los cr¨¦ditos. Y coincidencia o no, la recta final alberga la fase m¨¢s apreciable del ¨¢lbum. Hay contenci¨®n de base synth pop (Sleep like a baby tonight), elegancia para aludir a la vertiente reggae de The Clash (This is where you can reach me now) y un tratamiento et¨¦reo de los conflictos v¨ªa cuerdas y la voz de Lykke Li (The troubles). Aun as¨ª, el conjunto se adhiere, pero apenas deja poso.
U2. Songs of innocence. Island Records
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