Universo Forges
El humorista y sus colegas despliegan un humor tierno y eterno sobre la naturaleza humana
Buena noticia: cabe el humor inteligente en la televisi¨®n p¨²blica. Mala noticia: de los Pecadores impequeibols de Forges solo se han previsto siete cap¨ªtulos, uno por cada uno de los pecados capitales, y ya se nos han ido dos. El programa que dirige un maestro del humor gr¨¢fico naci¨® en La 2 como un modesto experimento, sin horizonte a largo plazo, a pesar de los efectos saludables de esta bocanada de frescura. Pero, ay, en esa corporaci¨®n ahora descabezada miran los aud¨ªmetros como en las privadas, y las apuestas atrevidas resultan tan ef¨ªmeras como lo fueron Torres y Reyes, o Alaska y Coronas en el segundo intento. Relegado a la medianoche del domingo a lunes, el programa de Forges tiene dif¨ªcil congregar a las masas: la entrega de ayer hizo un modesto 2,2% de la audiencia.
El de Forges es un humor ingenioso y comprometido, pero no ¨¢cido ni sectario; es ir¨®nico y casi nunca cruel. Su universo resulta familiar a tantas personas que han seguido sus vi?etas durante medio siglo, y se caracteriza por la ternura. Sus personajes son tan adorables como pat¨¦ticos: Mariano y Concha, los jefes prepotentes, los n¨¢ufragos, los fil¨®sofos Blasillos o las ancianas del pa?uelo resultan en esbozos de psicolog¨ªa, retratos de la naturaleza humana sin caducidad, como la Mafalda de Quino. Forges incluso ha creado una jerga, esa parodia del castellano que tomaba anglicismos para d¨¢rselas de moderno, y todos la entendemos.
Esta vez el humorista mira los siete pecados capitales gregorianos como d¨¦cadas atr¨¢s hac¨ªa el escritor Fernando D¨ªaz-Plaja: no como vicios, sino como ¨¢ngulos desde los que observar las debilidades que tenemos todos. El formato es similar (demasiado quiz¨¢s) al de Ilustres ignorantes, la tertulia c¨®mica que dirige Javier Coronas en Canal+. Cuatro humoristas alrededor del conductor ¡ªla mesa es en esta ocasi¨®n un bocadillo gigante¡ª, debaten sobre temas eternos con un sinf¨ªn de an¨¦cdotas ante el p¨²blico. Muchos de los invitados (Raquel Martos, Juan Luis Cano, Leo Harlem o Agust¨ªn Jim¨¦nez) han pasado por ambos programas, pero la idea y el talante de Forges se diferencian. No busca tanto el disparate y la procacidad; es m¨¢s sereno, siempre cercano. Y ampl¨ªa su oferta con las encuestas y sketchs callejeros de Noelia Bodas, los delirantes inventos del presentador (los m¨ªticos forgendros, como el rebot¨®metro) y, sobre todo, los muchos papeles que interpreta el actor Carlos Chamarro (se luci¨® como un desquiciado santo Job).
En un gran momento, Forges pidi¨® a sus invitados que debatieran con ira, y apenas dur¨® unos segundos una chillona recreaci¨®n de lo que tantas veces se oye en tertulias de otro tipo. Que a esa hora hubiera m¨¢s gente siguiendo Gran hermano (16%) es problema de la gente. Qu¨¦ pa¨ªs, dir¨¢ ¨¦l.
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