La enfermedad de la democracia
Javier Pradera investig¨® la relaci¨®n entre corrupci¨®n y pol¨ªtica en un ensayo in¨¦dito que acaba de publicarse
El pasado mi¨¦rcoles durante la presentaci¨®n de Corrupci¨®n y pol¨ªtica. Los costes de la democracia (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores), el nuevo libro de Javier Pradera que acaba de rescatarse de entre sus papeles in¨¦ditos, el historiador Santos Juli¨¢ volvi¨® a acordarse de un comentario que con frecuencia este repet¨ªa a prop¨®sito de su generaci¨®n: ¡°Siempre nos hemos equivocado¡±. ¡°Javier no s¨®lo era un editor, un periodista, un escritor y un investigador, sino que sobre todo hab¨ªa defendido unas convicciones fuertes con la pr¨¢ctica de su vida¡±, explic¨®. ¡°Y esas convicciones estaban ¨ªntimamente relacionadas con unas expectativas concretas, las de transformar tanto el Estado como la sociedad¡±.
Primavera de 1994: Javier Pradera empieza a escribir el libro. ¡°No era un hombre ¨¢grafo¡±, apunt¨® Santos Juli¨¢, ¡°necesitaba la escritura para entender c¨®mo estaban pasando las cosas¡±. Poco antes de las elecciones legislativas de 1993, Felipe Gonz¨¢lez fue abucheado en la universidad y se hab¨ªa visto obligado a prometer a los estudiantes que asumir¨ªa sus responsabilidades pol¨ªticas por el caso Filesa, una trama corrupta de financiaci¨®n ilegal del partido socialista. La atm¨®sfera era ¡°de retirada¡±, mucha gente ped¨ªa que se fueran, explic¨® Santos Juli¨¢, pero ante el temor de lo que pudiera venir, se le otorg¨® al PSOE ¡°un nuevo plazo¡±. El caso Rold¨¢n, que afectaba a la Guardia Civil, y el caso Rubio, que tuvo que ver con el Banco de Espa?a, estallaron durante esa primavera de 1994. Pradera empez¨® a ordenar sus investigaciones, a releer sus columnas period¨ªsticas, a intentar comprender qu¨¦ hab¨ªa sucedido.
La corrupci¨®n estaba corroyendo el modelo que hab¨ªa salido de la Transici¨®n. Y ese es el gran tema del libro de Pradera (?c¨®mo se ha llegado a este cenagal?), pero para explorar sus aristas lo relaciona con otros dos asuntos centrales: ¡°la creciente profesionalizaci¨®n de las gentes dedicadas a la pol¨ªtica y el cambio de posici¨®n de los partidos dentro del sistema de democracia representativa desde su constitucionalizaci¨®n¡±. Sobre esas tres patas se levanta un fin¨ªsimo an¨¢lisis de ¡°un sistema pol¨ªtico dominado por un aparato estatal que administra ya casi la mitad del producto nacional y que interviene cada vez en m¨¢s aspectos de la vida de los ciudadanos¡±, escribe Pradera en la introducci¨®n del libro. Y apunta: ¡°El centro de inter¨¦s de esta reflexi¨®n no es la corrupci¨®n pol¨ªtica en general sino las manifestaciones en particular de esa degeneraci¨®n de la vida p¨²blica en los sistemas de democracia representativa avanzados, esto es, caracterizados por elecciones libres, la independencia del poder judicial, la autonom¨ªa de los medios de comunicaci¨®n y la organizaci¨®n de la participaci¨®n ciudadana a trav¨¦s de los partidos¡±.
Hay quienes llevan a la pira ¡°a las democracias ¡®existentes¡¯ en nombre de las democracias ¡®imaginarias¡±, escribi¨®
Fernando Vallesp¨ªn, que se ha ocupado del estudio introductorio del libro, escribe ah¨ª que las reflexiones sobre la corrupci¨®n que Pradera hizo ¡ª¡°?hace ya 20 a?os!¡ª no se diferencian sustancialmente del actual estado de opini¨®n, expresa inquietudes y temores parecidos y manifiesta un igual impulso hacia la necesidad de emprender reformas¡±. Hay un punto sobre el que merece la pena detenerse. Pradera entra a fondo en la ci¨¦naga de la corrupci¨®n, y por eso sabe que le toca analizar c¨®mo los partidos se han transformado en enormes maquinarias de poder, con un sinf¨ªn de tent¨¢culos clientelares donde se enlodan los pol¨ªticos profesionales. Por eso entiende que no se puede descargar toda la culpa en casos individuales, y que urge enfrentarse a esa enfermedad, que no s¨®lo amenazaba entonces a Espa?a sino que hab¨ªa tenido sonados caso tambi¨¦n en Francia y en Italia, para buscar mecanismos que contribuyan a atajar la cat¨¢strofe.
Algo iba rematadamente mal (como ahora), pero Pradera advert¨ªa ya entonces que no puede satanizarse la vida pol¨ªtica. ¡°El principal nudo a desatar en las democracias desarrolladas es la corrupci¨®n institucional que ha engendrado el desmesurado crecimiento de los aparatos de los partidos y el enorme aumento de los gastos electorales en la competici¨®n interpartidista¡±, apunta y, con su iron¨ªa caracter¨ªstica, critica a tantos dem¨®cratas intransigentes, sean de de derechas como de izquierdas, que pretenden llevar a la pira ¡°a las democracias existentes en nombre de las democracias imaginarias¡±. ¡°La desesperaci¨®n ante las desgracias del mundo y un moralismo indistinguible de la moralina¡±, escribe, ¡°refuerzan las jeremiadas de los profetas que denuncian la inautenticidad del sistema democr¨¢tico espa?ol¡±.
Moralina y pestes sobre la actual democracia: entonces como ahora. Pradera insist¨ªa en decir que su generaci¨®n se hab¨ªa equivocado siempre. Pero no lo hac¨ªa nunca, cont¨® Santos Juli¨¢, como una f¨®rmula de consolaci¨®n para justificar las metidas de pata del pasado. Si las cosas salieron mal, habr¨¢ que ver qu¨¦ ha sido lo que no funcion¨®. Primavera de 1994, Javier Pradera afina la inteligencia y se guarda la rabia y empieza a escribir: ¡°El desvelamiento de la corrupci¨®n pol¨ªtica ha sido un proceso lento y doloroso para la Espa?a democr¨¢tica¡¡±. Unas 200 p¨¢ginas despu¨¦s, el meticuloso diagn¨®stico sobre la enfermedad de las democracias modernas es incuestionable. Sigue tocando buscar las soluciones.
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