Eres grande
Steven Spielberg buce¨® en hechos reales en su pel¨ªcula Atr¨¢pame si puedes para contar la historia de un estafador de altura
Se supone que la adolescencia es la edad de la incertidumbre (y en algunos se prolonga esa inseguridad hasta la vejez, qu¨¦ tristeza palmarla sin encontrar tu lugar en el mundo, tu refugio de acero), de la revoluci¨®n hormonal, de la ciclotimia y el desorden emocional, de las gamberradas instintivas, de la negaci¨®n a lo establecido, de la transgresi¨®n con causa o sin ella, de no tener ni puta idea de lo que vas hacer con tu vida aunque los sue?os se acumulen. Esas caracter¨ªsticas pueden sufrir alteraciones en funci¨®n de si eres rico o pobre, inteligente o m¨¢s bien corto, complejo o simple, audaz o t¨ªmido, guapo o feo, pero existen demasiadas reglas y patrones comunes en el universo adolescente.
Steven Spielberg buce¨® en hechos reales en su pel¨ªcula Atr¨¢pame si puedes para contar la historia de un estafador de altura, un maestro en suplantaci¨®n y falsas identidades, un tipo tan imaginativo como escurridizo que tuvo en jaque al FBI y a Interpol una d¨¦cada. Esa esplendorosa carrera comienza cuando el tipo tiene 18 a?os y en tiempo m¨ªnimo trinca millones de d¨®lares.
A ese ins¨®lito genio lo interpreta Leonardo Di Caprio, una estrella molona que te puede hacer creer lo que les d¨¦ la gana a ¨¦l y a Spielberg. Cosas del cine. Pero al ver el careto de pan del flipante impostor Fran Nicol¨¢s y constatas sus haza?as desde que ten¨ªa 17 a?os en el mundo de los pol¨ªticos, empresarios, e incluso de la sagrada realeza, se me escapa la bendita carcajada, algo que la farmacolog¨ªa me hab¨ªa congelado desde hace demasiado tiempo.
A este chaval la incertidumbre le debe de parecer algo propio del retraso mental. Es prodigioso que tuviera tan claras sus metas vitales. Ha demostrado que a edad tan tierna se puede practicar id¨¦ntica metodolog¨ªa que los curtidos profesionales de la pol¨ªtica como intermediario en el trapicheo de influencias y favores, chantaje, suplantaci¨®n de credenciales institucionales, aparente cercan¨ªa a los c¨ªrculos del poder pol¨ªtico y financiero, etc... Verle sentado en compa?¨ªa de Aznar durante solemne acto pepero o adoptando el saludo cortesano hacia Su Majestad en la restringida recepci¨®n despu¨¦s de que le plantaran la corona, tiene el efecto de un tripi. Si la casta fuera consecuente, le dedicar¨ªa una estatua y una avenida a Nicol¨¢s. Este ni?o ejemplifica la farsa en la que ellos solo se diploman al hacerse adultos.
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