Pierre Daix, bi¨®grafo de Picasso y testigo de una era
El periodista e historiador del arte era uno de los grandes intelectuales comprometidos de la posguerra francesa
Durante gran parte de su vida, Pierre Daix fue el m¨¢s joven de cuantos lo rodeaban. Lo fue en su clase del elitista liceo parisino Henri IV, donde este hijo de la banlieue obrera aterriz¨® por casualidad a los 10 a?os, salt¨¢ndose varios cursos gracias a una inteligencia adelantada a su edad. Lo ser¨ªa tambi¨¦n en las filas de la Resistencia francesa a la invasi¨®n nazi, a las que se uni¨® cuando ten¨ªa 17 a?os, siendo deportado a Mauthausen en 1944. Y lo sigui¨® siendo al regresar a Par¨ªs, sano y salvo pero marcado de por vida, cuando se convirti¨® en uno de los mayores intelectuales de la posguerra francesa, cuyo destino estuvo unido al del Partido Comunista hasta 1972. Su decepci¨®n respecto a la torcida empresa socialista, que hab¨ªa defendido contra viento y marea durante d¨¦cadas, le termin¨® obligando a abandonar sus filas, como explic¨® en un primer tomo autobiogr¨¢fico y algo expiatorio, J¡¯ai cru au matin (1976). Antes de su desenga?o dirigi¨® durante tres d¨¦cadas una de las m¨¢s influyentes publicaciones de la ¨¦poca, Lettres Fran?aises, muy pr¨®xima al aparato comunista.
Reputado novelista, periodista, historiador y cr¨ªtico de arte, Pierre Daix falleci¨® el domingo en Par¨ªs a los 92 a?os. Llevaba varias d¨¦cadas trabajando en distintos libros memoriales, tal vez porque era consciente de que el final se acercaba. Desde un sobrio apartamento del este parisino, alejado de la pomposa intelectualidad de la rive gauche, Daix dedic¨® sus ¨²ltimos a?os a recordar. Pero lo hizo poniendo en duda sus propias invocaciones, enfrent¨¢ndolas sin cesar a la realidad hist¨®rica y dudando hasta de su propia sombra. En 2001 public¨® un libro de recuerdos titulado Tout mon temps, que llevaba el significativo subt¨ªtulo Revisiones de mi memoria. Daix no dud¨® en corregir errores del pasado: tras oponerse a quienes defend¨ªan los excesos comunistas, termin¨® rindi¨¦ndose a la evidencia y reconociendo la existencia de campos sovi¨¦ticos. ¡°Mi negacionismo fue una construcci¨®n intelectual elaborada al cabo de los a?os. Me hab¨ªa manipulado a m¨ª mismo, el colmo para alguien con una formaci¨®n de historiador¡±, escribi¨® en 2008.
Dirigi¨® durante d¨¦cadas
Pero su aut¨¦ntica pasi¨®n, por la que sin duda ser¨¢ recordado, fue el arte. Lo consideraba el ¡°ox¨ªgeno de supervivencia intelectual durante los a?os de la ocupaci¨®n¡±. Daix bi¨®grafo y estudioso de Manet, Rodin, Gauguin, Matisse, Bradel o su contempor¨¢neo Soulages, adem¨¢s de ¨ªntimo de Aragon, ?luard y Picasso. Entre sus mayores aportaciones est¨¢ la de haber contribuido a entender la complejidad de su obra a trav¨¦s de sus magn¨ªficos vol¨²menes. El pintor malague?o le llevaba cuarenta a?os de ventaja, pero se encari?¨® de ese joven al que hab¨ªa conocido una tarde de 1945 en su taller parisino. Despu¨¦s volvieron a coincidir en una expedici¨®n de intelectuales pr¨®ximos al Partido Comunista, en direcci¨®n a Auschwitz. ¡°Fue ah¨ª donde entr¨¦ en su intimidad¡±, confes¨® Daix. La semana pasada, el historiador visit¨® el renovado Museo Picasso de Par¨ªs junto al empresario y coleccionista Fran?ois Pinault, otro de sus amigos m¨¢s ¨ªntimos, quien empujaba la silla de ruedas del historiador mientras este hombre con perfil de sindicalista polaco segu¨ªa suministrando nuevos recuerdos y juicios siempre ponderados.
Cuentan que Daix solo se amedrentaba ante los d¨®berman, a los que consideraba un recuerdo indeleble de sus d¨ªas en el campo de concentraci¨®n. Hace unos a?os, un hu¨¦sped sali¨® del ascensor de su hotel austriaco con un perro de esa raza. ¡°Instintivamente, di un salto de dos metros para atr¨¢s¡±, confes¨®. Siempre se defini¨® como ¡°un superviviente¡±. Siendo uno de los ¨²ltimos representantes de esa generaci¨®n de intelectuales comprometidos bajo el influjo de la utop¨ªa socialista, Daix lo habr¨¢ sido tambi¨¦n, hasta sus ¨²ltimos suspiros, de un siglo que se desvanece.
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