?Y si Robert Capa s¨®lo tom¨® 11 fotos en el desembarco del D¨ªa D?
John G. Morris, editor de 'Life', cree que el fot¨®grafo no hizo m¨¢s im¨¢genes en Normand¨ªa
Si hay una imagen ic¨®nica de la II Guerra Mundial son las fotograf¨ªas movidas que tom¨® Robert Capa el 6 de junio de 1944 en la playa de Omaha durante el D¨ªa D. El soldado Edward K. Regan, del 116 Regimiento de Infanter¨ªa, aparece en primer plano, con el agua hasta el cuello, bajo el intenso fuego alem¨¢n, en una foto que le convirti¨® en un s¨ªmbolo de todos los soldados que trataban de sobrevivir a aquella guerra. Hasta ahora se cre¨ªa que, con las prisas, la mayor¨ªa de aquellas fotos se estropearon en el laboratorio en Londres durante el proceso de revelado. ?Y si no fuese cierto? ?Y si Capa s¨®lo hubiese tomado durante la locura de Omaha las 11 fotos que han llegado hasta nosotros? ?Si nunca hubiese habido m¨¢s im¨¢genes? John G. Morris, de 98 a?os, el jefe de Capa durante la II Guerra Mundial como editor de fotograf¨ªa de Life, el ¨²ltimo testigo vivo de aquellos hechos, el tipo que vio salir desencajado del laboratorio al t¨¦cnico con l¨¢grimas en los ojos gritando ¡°?Todo se ha perdido!¡±, acaba de sembrar una duda sobre una historia que durante d¨¦cadas ha servido para ilustrar la importancia y a la vez la fragilidad del periodismo.
¡°Ahora parece que es posible que Bob [Robert Capa] no hiciera m¨¢s fotos en la playa¡±, explica John G. Morris (Chicago, 1916) por tel¨¦fono desde su domicilio de Par¨ªs. De este editor de fotograf¨ªa, que trabaj¨® para Life, Magnum ¨Cfue el primer director de la agencia¨C, The Washington Post, The New York Times y National Geographic, se puede decir que es una leyenda viva del periodismo y el ¨²ltimo testigo de una ¨¦poca dorada del reporterismo (cuando Capa y Ernie Pyle, Herbert L. Mathews y Ernst Hemingway contaban una guerra en la que el mundo se jugaba su futuro). Son dos definiciones que, aplicadas a cualquier otro, sonar¨ªan a t¨®pico pero que, en este caso, son descriptivas. Morris acaba de publicar un libro con sus propias im¨¢genes de Normand¨ªa, Quelque part en France. ?te de 1944 (Marabout), con las ¨²nicas fotos que tom¨® durante su carrera ya que se dedic¨® sobre todo a trabajar con el material de los dem¨¢s con un talento y un ojo ¨²nicos.
Los dos bi¨®grafos de Capa, Richard Welhan en Robert Capa (La F¨¢brica) y Alex Kershaw en Sangre y champ¨¢n (Debate), as¨ª como el propio John G. Morris en sus memorias, Consigue la foto. Una historia personal del fotoperiodismo (La F¨¢brica), dan una versi¨®n muy parecida de los hechos. ¡°Era mi¨¦rcoles por la tarde y se trataba de unas fotos que el mundo estaba esperando, en el sentido literal, desde el martes. Llegar al cierre era una enorme responsabilidad¡±, se?ala Morris para explicar la importancia de las im¨¢genes, las ¨²nicas que reflejaban el desembarco en la primera l¨ªnea de combate. Capa no lleg¨® a Inglaterra hasta la ma?ana del 7 de junio y desde Weymouth se despacharon los carretes de 35 mil¨ªmetros hasta Londres, donde Morris y su equipo estaba esper¨¢ndolos, ya muy nerviosos porque, con la confusi¨®n, hasta las 18.30 no recibieron la informaci¨®n de que los rollos estaban de camino. Adem¨¢s, la agencia Acme hab¨ªa difundido las primeras im¨¢genes de las playas, tomadas por Bert Brandt, aunque carec¨ªan de la ¨¦pica y la acci¨®n que Capa hab¨ªa logrado. Con las pel¨ªculas por fin en su poder, Morris puso en marcha todo el proceso para llegar al cierre de la revista Life. Sin embargo, con las prisas y la presi¨®n, se produjo el desastre: el t¨¦cnico de laboratorio se equivoc¨® y las dej¨® en la secadora con la puerta cerrada y la emulsi¨®n se estrope¨®. Hasta ahora se pensaba que, de 100 im¨¢genes, se salvaron 11, seg¨²n Morris, y ocho se mandaron al mundo.
Casi sin darle importancia, Capa (Budapest, 1913 ¨C Indochina, 1956), despacha as¨ª la escena en sus memorias, Ligeramente desenfocado (La F¨¢brica): ¡°Siete d¨ªas m¨¢s tarde me enter¨¦ de que las fotograf¨ªas que hab¨ªa tomado en Easy Red se consideraban las mejores del desembarco. Sin embargo, un asistente de laboratorio hab¨ªa aplicado demasiado calor al secar los negativos; las emulsiones se fundieron y se destintaron ante los ojos de toda la oficina de Londres¡±. John G. Morris escribe en las suyas: ¡°Gracias al coraje de Capa y a la buena suerte que tuvimos en la oficina de Londres, unas pocas fotograf¨ªas del D¨ªa D ocupan un lugar en la historia visual de nuestro siglo. Sin embargo, siempre me perseguir¨¢ el fantasma de lo que perdimos. Capa no se tom¨® a mal la noticia de que hab¨ªamos derretido la emulsi¨®n de sus fotos y jam¨¢s habl¨® conmigo de ello".
?Qu¨¦ ha cambiado? ¡°Ahora parece que tal vez no hab¨ªa nada en los otros rollos. Recientemente, expertos en fotograf¨ªa han se?alado que es imposible arruinar la emulsi¨®n en ese tipo de pel¨ªculas solo con el calor. Ahora creo que es posible que Bob mandase todos los carretes a la vez y que s¨®lo en uno de ellos hubiese im¨¢genes¡±, explica Morris, utilizando siempre un cuidadoso condicional. ?Qu¨¦ pudo ocurrir entonces en la playa? Las hip¨®tesis se pierden en la niebla de la guerra. ?Fallaron las c¨¢maras, los carretes? ?Dispar¨® menos de lo que pensaba en medio del horror de Omaha que con tanta precisi¨®n describi¨® Steven Spielberg en el arranque de Salvar al soldado Ryan, im¨¢genes que Morris utiliza para explicar las condiciones de trabajo de su amigo? El propio Capa lo describe muy bien en sus memorias: ¡°La c¨¢mara vac¨ªa me temblaba en las manos. Era un nuevo tipo de miedo el que me sacud¨ªa el cuerpo de pies a cabeza y me crispaba la cara¡±.
En cualquier caso, este episodio, del que Morris habl¨® por primera vez la semana pasada en la CNN en una entrevista con Christiane Amanpour, sirve para bucear en los recuerdos de un extraordinario editor, un fot¨®grafo que guarda la memoria de un siglo y que sigue conservando una enorme vitalidad. Viaj¨® a Madrid hace dos a?os para la presentaci¨®n de su libro y ha viajado a varios pa¨ªses europeos para promocionar el nuevo. Sin nostalgia, sin pesimismo, sin a?oranza, sin una visi¨®n apocal¨ªptica, habla de los nuevos tiempos de los que forma parte porque, a punto de alcanzar el siglo, sigue siendo un referente: est¨¢ trabajando en otro libro y la revista Matador le va a dedicar en su n¨²mero de enero un dossier especial.
Preguntado por los nuevos tiempos, la era de los selfies, y sobre c¨®mo esto influye en la fotograf¨ªa, Morris responde: ¡°Se hacen muchas m¨¢s fotos, es cierto, pero im¨¢genes realmente buenas hay tan pocas como antes. Creo que la calidad ha sobrevivido en unas cuantas publicaciones y hay hoy tanto deseo como antes de mostrar el horror de la guerra. Adem¨¢s, la tecnolog¨ªa est¨¢ permitiendo cubrir la guerra desde las dos partes. Durante la II Guerra Mundial no vimos lo que ocurr¨ªa en las ciudades alemanas arrasadas por la aviaci¨®n aliada¡±. Habla de su admiraci¨®n por el inmenso Don McCullin ¨Cque sigue en activo y cubri¨® la guerra de Siria, con casi 70 a?os¨C, del talento de Robert Capa para contar un conflicto sin mostrar casi sangre y sigue estando muy orgulloso de haberse peleado por publicar en primera p¨¢gina de The New York Times dos im¨¢genes de AP que comprendi¨® inmediatamente que pod¨ªan cambiar la percepci¨®n de lo que ocurr¨ªa en Vietnam: la ejecuci¨®n de un vietcong, tomada por Eddie Adams en 1968 durante la Ofensiva del Tet, y la de la ni?a abrasada por el napalm tomada por Nick Ut en 1972. La pasi¨®n por la fotograf¨ªa y la vida, la aversi¨®n por la guerra han marcado una carrera tan larga e intensa como el siglo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.