Sancho Panza viaja a las Indias
Andr¨¦s Trapiello retoma su homenaje a Cervantes con una novela en la cual fabula con las aventuras en ultramar del escudero tras la muerte de Don Quijote
?El mundo al rev¨¦s! Sancho Panza se ha quijotizado del todo. Muerto el Caballero de la Triste Figura ahora salen a resolver entuertos y vencer miedos quienes le sobrevivieron al ir detr¨¢s de una misi¨®n harto dif¨ªcil, cambiar de vida en las Indias. Solo que se topar¨¢n con la aventura m¨¢s insospechada: encontrarse a s¨ª mismos. La cita es en El final de Sancho Panza y otras suertes (Destino), donde Andr¨¦s Trapiello (Manzaneda de Torio, Le¨®n, 1953) junta al fiel escudero con el bachiller Sans¨®n Carrasco, su esposa Antonia y sobrina de Alonso Quijano y al ama Quiteria.
Los cuatro conviven en una novela que contin¨²a el camino abierto por Miguel de Cervantes en su obra maestra al mezclar realidad, presente y ficci¨®n como un solo mundo. Viven esas criaturas con su creador, con la presencia ausente de don Quijote, con el falso caballero y su escudero copiados por Avellaneda, y el efecto de la obra cervantina en la gente.
Es una manera de resarcir el sue?o de Cervantes. De hacer justicia po¨¦tica a ¨¦l mismo porque cuando llega de la guerra de Argel intenta pasar a las Indias. Pero menos mal que no lo hizo porque, tal vez, no habr¨ªa escrito su obra
Es la continuaci¨®n del homenaje a Cervantes iniciado hace 10 a?os por Trapiello en Al morir Don Quijote, donde recreaba lo que suced¨ªa con los personajes de la obra en aquel lugar de La Mancha tras el fallecimiento del ingenioso hidalgo. El final de Sancho Panza¡ ¡°es una manera de resarcir el sue?o de Cervantes. De hacer justicia po¨¦tica a ¨¦l mismo porque cuando llega de la guerra de Argel intenta pasar a las Indias. Pero menos mal que no lo hizo porque, tal vez, no habr¨ªa escrito su obra¡±, recuerda el escritor dentro de la Torre del Oro, a orillas del Guadalquivir.
Cuatro siglos despu¨¦s, una parte del sue?o est¨¢ a punto de hacerse realidad. La locura de don Quijote de trastocar el mundo.
Inmensas nubes grises rodean Sevilla, mientras su r¨ªo tiene encima el cielo azul. En un d¨ªa as¨ª, como el del mi¨¦rcoles, pudo haber embarcado Sancho Panza a las Indias, en compa?¨ªa de sus tres amigos, junto a p¨ªcaros y maltrapillos, en la nao La Favorita. La Torre del Oro habr¨ªa sido testigo de sus aventuras f¨ªsicas, morales y existenciales.
Es una confirmaci¨®n de que don Quijote vive. De que sus personajes son tan reales como su creador. No se trata de competir con Cervantes porque eso es imposible
¡°El final de Sancho Panza¡. es una confirmaci¨®n de que don Quijote vive. De que sus personajes son tan reales como su creador. No se trata de competir con Cervantes porque eso es imposible. Su genio y su lengua son ¨²nicos y esa empresa es absurda. Se trata de simpatizar con su esp¨ªritu¡±, dice Trapiello. Esta no es una novela hist¨®rica, busca extender los ideales de libertad y cierta anarqu¨ªa cervantina, ¡°las causas del Quijote no est¨¢n perdidas¡±.
Unos trece a?os ha estado el autor leon¨¦s con esta novela cuyos tres pilares de investigaci¨®n se basan en lo literario (El lazarillo de Tormes, las Cartas de Santa Teresa y Don Quijote), en lo hist¨®rico (Bernal D¨ªaz del Castillo, Bartolom¨¦ de las Casas, Cr¨®nicas de Indias, etc¨¦tera) y en la vida cotidiana (Cartas privadas de Emigrantes de Indias 1540-1616, compiladas por Enrique Otte).
Sevilla es el punto de encuentro del pasado y del futuro de esta historia de convivencia entre el creador y sus criaturas, entre la realidad y la ficci¨®n. Sevilla fue importante para Cervantes antes de escribir su gran obra. Una enso?aci¨®n cervantina all¨ª es imposible, pero un asomo a trav¨¦s de los sitios por donde habr¨ªan estado Sancho Panza y sus amigos no, con Andr¨¦s Trapiello como gu¨ªa.
Una enso?aci¨®n cervantina en Sevilla es imposible, pero un asomo a trav¨¦s de los sitios por donde habr¨ªan estado Sancho Panza y sus amigos no
Las gradas de la Catedral donde transcurr¨ªa la vida de sevillanos, cambistas, indianos, marinos, sacerdotes y dem¨¢s gentes que decid¨ªan parte del destino del mundo ahora vive el trasiego de turistas. En uno de sus frentes el Archivo de Indias, antes Casa de la Contrataci¨®n, la zona ¡°donde se escuchaba el sonido de una lengua que se estaba haciendo¡±.
Una manzana m¨¢s abajo, hacia el r¨ªo, la Casa de la Moneda, ¡°lo m¨¢s cervantino que se conserva, junto a las iglesias donde est¨¢ guardado el siglo XVII¡±. Detr¨¢s, la Torre del Oro, donde fondeaban los barcos, donde la ilusi¨®n part¨ªa y los rezos por un buen viaje se compart¨ªan entre los que se iban y los que se quedaban. Donde las naos han sido reemplazadas por embarcaciones de turistas.
A su derecha, entrando por una de las calles del Arenal, la antigua playa de Sevilla, el Hospital de la Caridad. Al lado, las atarazanas sumergidas en el silencio y las sombras de sus arcos de ojivas. En la esquina, el postigo del Aceite, una de las pocas puertas para entrar a la ciudad que se conservan. Culebreando un poco la antigua c¨¢rcel, donde estuvo un d¨ªa Cervantes y donde en la novela de Trapiello durmi¨® su escudero, solo hay una placa.
Detr¨¢s, la Plaza de San Francisco con su palmera solitaria, bajo cuya sombra est¨¢ la escultura de quien da origen a todo esto, don Miguel de Cervantes Saavedra.
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