Isabelle Huppert: ¡°El arte y la foto ya seducen m¨¢s que el cine¡±
Comisaria por un d¨ªa, la actriz ha escogido 40 im¨¢genes para una muestra de Mappelthorpe
Isabelle Huppert ha sido otra de las protagonistas de Paris Photo. La actriz francesa ha comisariado una muestra ef¨ªmera sobre el m¨ªtico Robert Mapplethorpe, fot¨®grafo que sembr¨® el p¨¢nico en los c¨ªrculos biempensantes estadounidenses con una fotograf¨ªa inscrita en los m¨¢rgenes e interesada en esos tab¨²es sociales que tanto cultiv¨® la contracultura. Huppert seleccion¨® 40 im¨¢genes representativas de las distintas aristas de su producci¨®n, respondiendo as¨ª a la invitaci¨®n del galerista austriaco Thaddaeus Ropac, quien lleva una d¨¦cada llamando a comisarios estelares a interactuar con la obra de Mapplethorpe. Antes que ella, se enfrentaron al reto Cindy Sherman, David Hockney, Bob Wilson, Hedi Slimane y Sofia Coppola. Como todos ellos, la actriz tuvo acceso libre al cat¨¢logo completo de Mapplethorpe. ¡°Escog¨ª instintivamente¡±, asegura.
Huppert sabe m¨¢s de fotograf¨ªa de lo que parece dispuesta a reconocer. En 2005, la musa de Claude Chabrol y de Michael Haneke organiz¨® una exposici¨®n en Nueva York ¨Cque luego pudo verse en Par¨ªs, Berl¨ªn, Tokio o Madrid¨C que recog¨ªa sus colaboraciones con todos los grandes fot¨®grafos de la ¨²ltima mitad de siglo, como Richard Avedon, Henri Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Robert Frank, Helmut Newton, Nan Goldin, Annie Leibovitz o Juergen Teller. En ella se descubr¨ªa como un personaje fascinado por la mirada de quien se sit¨²a tras el objetivo.
Pregunta. ?C¨®mo escogi¨® esas cuarenta im¨¢genes de Robert Mapplethorpe?
Respuesta. Lo hice de manera espont¨¢nea, sin reflexionar demasiado. Conoc¨ªa la obra de Mapplethorpe, pero tampoco demasiado. Al enfrentarme a sus im¨¢genes, descubr¨ª que pod¨ªa ser transgresor y er¨®tico, pero tambi¨¦n po¨¦tico e inocente. Por ejemplo, muy pocos saben que fotografi¨® a ni?os. Quise reflejar esa parte menos conocida.
P. Mapplethrope dec¨ªa que escogi¨® el arte como forma de expresi¨®n porque fue la ¨²nica manera que encontr¨® de ¡°explorar la locura de la existencia¡±.
R. Est¨¢ claro que fue as¨ª. Existe algo plenamente transgresor en sus im¨¢genes, una voluntad de enfrentarse a los tab¨²es y permitir que veamos cosas que, en principio, no tenemos derecho a observar. Me reconozco en esa voluntad de transgresi¨®n, aunque seguramente no en el mismo grado. En mi caso, dir¨ªa que es algo que ata?e mi relaci¨®n conmigo misma. Cuando uno ejerce un juicio moral sobre sus propios actos, se est¨¢ acortando su propia libertad. Hay momentos en los que se deben hacer las cosas con total libertad, sin preocuparse por c¨®mo nos juzgar¨¢n los dem¨¢s.
P. Hace tres d¨¦cadas que colabora con los grandes nombres de la imagen, de Robert Doisneau a Rineke Dijkstra. ?Qu¨¦ representa la fotograf¨ªa para usted?
R. Mi relaci¨®n con la fotograf¨ªa ha sido fruto del azar. A veces me solicitaban fot¨®grafos y otras veces lo he hecho yo. Siempre he estado dispuesta a dejarme retratar por ellos. En especial, cuando me llevaban hacia un territorio inhabitual para una int¨¦rprete conocida. Por ejemplo, cuando hago una foto con Josef Koudelka, me convierto en un personaje de Koudelka. Dejo de ser una actriz y me convierto en un ser an¨®nimo.
P. De todos los retratos que se ha hecho desde los setenta, ?cu¨¢l es su favorito?
R. Escoger¨ªa a los llamados fot¨®grafos humanistas, porque me llevaron hacia un terreno natural, sin la espectacularidad y el artificio habituales en las fotos que nos suelen hacer a las actrices. Esos fot¨®grafos dirig¨ªan una mirada llena de gracia hacia el mundo que les rodeaba. Esa sofisticaci¨®n de lo natural tambi¨¦n la encuentro en artistas muy distintos, como Peter Lindbergh, que hace fotograf¨ªa de moda. No tiene nada que ver, pero tambi¨¦n me gust¨® mucho trabajar con Roni Horn, quien realiza unas im¨¢genes muy crudas, que no persiguen la belleza. A las actrices nos suelen pedir que seduzcamos. Yo disfruto m¨¢s cuando me piden otra cosa.
P. ?Qu¨¦ le aporta la fotograf¨ªa que no le den el cine o el teatro?
R. Nada. Solo lo hago por el placer de terminar disponiendo de una imagen bella a cargo de un gran fot¨®grafo. Esa colaboraci¨®n es igual que en el cine, pese a la diferencia importante de tiempo que supone. En el fondo, consiste en confiar en la persona que te observa y dejarte llevar. Despu¨¦s, cada fot¨®grafo trabaja de maneras distintas. Philip-Lorca Di Corcia tard¨® tres d¨ªas en hacerme una foto, mientras que a Henri Cartier-Bresson le bastaron diez minutos. Algunos construyen una aut¨¦ntica ficci¨®n entorno a sus im¨¢genes, mientras que a otros les basta con encontrar ese instante decisivo.
P. En la bienal Mois de la Photo se exponen las fotos de insospechados fot¨®grafos amateur, como el escritor Michel Houellebecq. Y usted, ?estar¨ªa dispuesta a exponer sus fotos?
R. No. Solo lo hago con mi m¨®vil o mi tableta, de manera estrictamente ¨ªntima, para guardar recuerdos de los sitios adonde voy o compartirlas con las personas m¨¢s pr¨®ximas. De hecho, dir¨ªa que la foto ha adquirido un car¨¢cter epistolar: las tomamos y las enviamos a los dem¨¢s como si fueran cartas.
P. La fotograf¨ªa vive su mejor momento. El mercado se ha multiplicado por dos en la ¨²ltima d¨¦cada y ciudades como Par¨ªs disponen de un circuito en pleno crecimiento. ?Por qu¨¦?
R. No tengo una explicaci¨®n, porque no soy historiadora del arte, pero tengo esa misma impresi¨®n. A principios de los noventa, recuerdo haber conocido a un peque?o grupo de coleccionistas fotogr¨¢ficos en Nueva York. Entonces era una escena muy minoritaria. El arte se ha popularizado inmensamente en solo un par de d¨¦cadas. ?Qu¨¦ ha sucedido para que la fotograf¨ªa protagonice semejante fen¨®meno, para que cada vez se construyan m¨¢s centros de arte y para que los museos acojan exposiciones que son blockbusters? La verdad es que no lo s¨¦, pero observo que hoy el arte y la fotograf¨ªa ya seducen al mismo nivel que el cine, o incluso m¨¢s.
P. En 1989, las crudas im¨¢genes de Mapplethorpe generaron un inmenso esc¨¢ndalo en Estados Unidos. Asociaciones conservadoras protestaron contra lo que consideraban una verg¨¹enza p¨²blica. 25 a?os m¨¢s tarde, al observar la pol¨¦mica provocada por la escultura de Paul McCarthy en la Place Vend?me, ?se dice que las cosas no han cambiado demasiado?
R. S¨ª, aunque esos colectivos extremistas y moralistas son las dianas perfectas para ese tipo de arte. Es un arte que molesta porque, en el fondo, est¨¢ pensado para molestar. No s¨¦ si es una reacci¨®n natural, pero s¨ª previsible. Supongo que, para alguien que descubra la obra de Mapplethorpe por primera vez, le parecer¨¢ tan escandalosa como el primer d¨ªa. Es un arte que no se ha banalizado, pero tampoco es deseable que se banalice. Si dejara de impactar, perder¨ªa su fuerza.
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