Novela de Patricia Gadea
La artista precoz que se arroja por igual a la celebraci¨®n del arte y a la vida exagerada
La vida breve de Patricia Gadea es una novela; una novela que no requiere ser escrita y ni siquiera contada porque sucede una y otra vez en la realidad con todos los pormenores de un arquetipo narrativo. La novela de la vida de Patricia Gadea es la del artista precoz que irrumpe en el mundo desplegando facultades que parecen tan innatas como su atractivo personal, que es halagado y celebrado, que se arroja por igual a la celebraci¨®n del arte y a la vida exagerada de los para¨ªsos artificiales; el artista ansioso por viajar de la periferia a la metr¨®polis; el que de pronto ya no es joven ni nuevo y deja de ser celebrado por los mismos que halagaron su juventud y su novedad, en estos mundos de las artes que se envanecen de su propia trascendencia y son tan volubles como los de la moda; el artista que ahora se descubre en el margen, que se retira a la sombra o es empujado a ella, el que llega al declive tan anticipadamente como lleg¨® a la plenitud, el que sigue trabajando en su involuntaria oscuridad con la misma perseverancia con que trabaj¨® en medio del ¨¦xito, el que muere tan olvidado que muchos de los que lo conocieron ni siquiera llegan a leer su necrol¨®gica.
Esa novela del artista tiene a veces un cap¨ªtulo p¨®stumo que tambi¨¦n se ha cumplido en el caso de Patricia Gadea: a?os despu¨¦s su obra tard¨ªa es descubierta, y se le presta una atenci¨®n que tan bien le habr¨ªa venido cuando estaba vivo. La novela de Patricia Gadea es la par¨¢bola amarga del artista en un mundo regido por la moda y el dinero, en un pa¨ªs que dilapid¨® los a?os de prosperidad en espect¨¢culos y fuegos de artificio y no supo aprovecharlos para crear una educaci¨®n s¨®lida y un tejido cultural perdurable, un pa¨ªs embotado y satisfecho en su propia ignorancia y tan hostil a la imaginaci¨®n y a la belleza como al conocimiento.
Tambi¨¦n es una novela generacional. Patricia Gadea, que naci¨® en 1960, encontr¨® que su primera juventud coincid¨ªa con el estallido cegador de las libertades. Como muchos de nosotros, los que empez¨¢bamos a hacernos adultos en esa ¨¦poca, los ¨²ltimos setenta, los primeros ochenta, Patricia Gadea lleg¨® simult¨¢neamente al aprendizaje de su vocaci¨®n y al de su ciudadan¨ªa, y naveg¨® con aturdimiento y felicidad en el torbellino de todas las cosas nuevas que aparec¨ªan de golpe, todas mezcladas, el oro y el oropel, la ebriedad de la modernidad est¨¦tica y las im¨¢genes triviales de la publicidad, las libertades pol¨ªticas y las sexuales, las galer¨ªas de arte y los bares nocturnos, lo internacional y lo castizo, la amenaza del golpismo y el resplandor turbio de las drogas, el triunfo masivo de los socialistas en las elecciones y la perduraci¨®n de la mugre visual del atraso y de los ¨²ltimos a?os de la dictadura: los marrones sombr¨ªos y la pana y las barbas del final de los setenta y los azulejos en relieve y las mamparas de cristal color caramelo y los paisajes al ¨®leo con ciervos y caba?as en los escaparates de las tiendas de muebles y los nuevos coloridos pop de los grupos de moda y de las primeras pel¨ªculas de Pedro Almod¨®var.
Patricia Gadea lleg¨® simult¨¢neamente al aprendizaje de su vocaci¨®n y al de su ciudadan¨ªa, y naveg¨® con aturdimiento y felicidad en el torbellino de todas las cosas nuevas que aparec¨ªan de golpe
Esa es la atm¨®sfera en el arranque de la novela de Patricia Gadea: la artista de veintitantos a?os tiene una cara y un corte de pelo que pod¨ªan ser los de la cantante en un grupo de entonces. Pero desde muy pronto su ambici¨®n y hasta su temeridad desbordan las limitaciones juveniles de su destreza, y pinta cuadros de grandes dimensiones y de composici¨®n muy elaborada, con una crudeza algo tosca que tiene que ver con la precocidad, pero sobre todo con el descaro jubiloso de quien est¨¢ decidido a atreverse a todo, a abarcarlo todo: la tradici¨®n muy cercana entonces de la pintura abstracta y sus densidades materiales y la liviandad de la iconograf¨ªa pop; la afirmaci¨®n del presente y la nostalgia y la burla de los tebeos de la infancia; la textura sucia de las fachadas con grafiti y de los carteles de espect¨¢culos gastados y desgarrados en la intemperie. Patricia Gadea mostraba su devoci¨®n por Jackson Pollock, por Luis Gordillo, por Van Gogh, y al mismo tiempo por las vi?etas de Francisco Ib¨¢?ez en los tebeos de Bruguera y los dibujos animados de la televisi¨®n, y por los paisajes y los bodegones depravados de los comedores espa?oles.
Antes de llegar a Nueva York, Patricia Gadea estaba recibiendo valiosos influjos neoyorquinos: la vulgaridad muy calculada de Philip Guston, el sentido del movimiento sin sosiego de Keith Haring, el fraseo nervioso de los dibujos de Jean-Michel Basquiat, y tambi¨¦n su amor por las superficies de las paredes y las viejas puertas de madera y las cortinas met¨¢licas pintarrajeadas. En la novela de Patricia Gadea, Nueva York es el escenario inevitable del deslumbramiento y del desenga?o: ese Nueva York todav¨ªa desastrado y vibrante de la mitad de los ochenta, la ciudad tentadora y peligrosa, sucia y barata, que parece prometerle todo al que llega y le niega casi todo, donde un artista aprende de golpe en algunos meses todo lo que en otro sitio le costar¨ªa a?os o no aprender¨ªa nunca, y donde tambi¨¦n descubre la dificultad amarga de todo, el espejismo y la dificultad no ya del ¨¦xito, sino de la supervivencia.
Hay una ferocidad urgente, una afilada energ¨ªa pol¨ªtica en su apropiaci¨®n de la imaginer¨ªa de los carteles de circo para retratar y denunciar el gran circo de la vida p¨²blica espa?ola de aquellos tiempos
Regresada a Espa?a, en los primeros a?os noventa Patricia Gadea alcanza esa madurez fulgurante de quien encuentra al mismo tiempo lo que tiene que decir y la mejor manera, la ¨²nica posible de decirlo. Hay una ferocidad urgente, una afilada energ¨ªa pol¨ªtica en su apropiaci¨®n de la imaginer¨ªa de los carteles de circo para retratar y denunciar el gran circo de la vida p¨²blica espa?ola de aquellos tiempos, el insensato desvar¨ªo colectivo de conmemoraciones y olimpiadas, la gran burbuja que ya hab¨ªa empezado a hincharse antes de que arreciara la burbuja inmobiliaria y especulativa del cambio de siglo, con su triunfalismo hist¨¦rico de carcajada de payaso y su armaz¨®n endeble de carpa de circo.
Despu¨¦s viene el declive gradual, el retiro. En la novela de la vida de Patricia Gadea el itinerario que la llev¨® de Madrid a Nueva York conduce ahora a Palencia, al desgaste f¨ªsico prematuro y a la soledad, a una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n. Pero el amor por el trabajo no termina nunca. En una sala del Reina Sof¨ªa de Madrid, en la galer¨ªa Garc¨ªa, pueden verse obras suyas de los ¨²ltimos a?os, muchos dibujos, sobre todo, en formatos peque?os ahora, tinta sobre papel muchas veces, en un tono menor, como en voz baja, como de anotaciones en cuadernos, una maestr¨ªa fatigada e ir¨®nica, una depuraci¨®n para llegar a lo m¨¢s despojado y verdadero de quien uno mismo es, cuando ya parece que no importa nada, que nadie presta atenci¨®n. Hace a?os me dijo Carlos Pujol que no hay novela que no sea una novela de fantasmas. A m¨ª me gustar¨ªa imaginar que el fantasma de Patricia Gadea deambula con una sonrisa complacida, desenga?ada y sabia, por estas salas de exposici¨®n en las que tan tard¨ªamente se le hace justicia.
Patricia Gadea. Atomic-Circus. Museo Reina Sof¨ªa. Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 5 de enero de 2015.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.