Un lugar para Catalu?a
El debate que los partidos se muestran incapaces de abordar habita ya en varios libros sobre la encrucijada constitucional a la que se enfrenta el Estado auton¨®mico
Rara vez coincide en el tiempo la publicaci¨®n de una serie de libros tan estimulantes en sus planeamientos, tan documentados en sus an¨¢lisis y tan oportunos en sus propuestas que son ya imprescindibles para establecer el marco hist¨®rico, el proceso pol¨ªtico y las iniciativas jur¨ªdico-constitucionales de un necesario debate, acuciado como siempre por Catalu?a, sobre el inmediato futuro del Estado espa?ol; un debate dif¨ªcil, complejo, que los partidos pol¨ªticos se muestran incapaces de abordar, aunque de ¨¦l dependa la posibilidad de proceder a una reforma constitucional, condici¨®n sin la que ser¨¢ imposible salir de la situaci¨®n a la que hemos llegado, como resultado del agotamiento del pacto constituyente de 1978.
Para comenzar por el principio: Molinero e Ys¨¤s, excelentes conocedores de la vida pol¨ªtica catalana y espa?ola, han elaborado un minucioso relato de los ¨²ltimos a?os de oposici¨®n catalana a la dictadura que culminan, tras el rechazo del "r¨¦gimen especial" ideado por el Gobierno de Arias-Fraga, con el restablecimiento de la Generalitat a?o y pico antes de que se promulgara la Constituci¨®n. Que el honorable Tarradellas ya estuviera all¨ª cuando comenzaban los trabajos constituyentes tuvo algo que ver con la muy activa implicaci¨®n, con propuestas originales y en largos debates sobre autonom¨ªa y autodeterminaci¨®n, naci¨®n y nacionalidad, unidad y pluralidad, de un pu?ado de diputados catalanes ¡ªnacionalistas, comunistas, socialistas¡ª a los que animaba una voluntad de pacto. Tomar nota de la pasi¨®n y la calidad de aquellos debates muestra bien la distancia que media entre un pasado en el que todo estaba por construir y un presente en el que nos hemos aplicado a destruir casi todo.
Que el Estado auton¨®mico posee
los elementos fundamentales de los Estados federales europeos es el axioma del que parte Eliseo Aja
Voluntad de pacto que en 1978 no se manifestaba por vez primera en Espa?a, como bien sabe Roberto Blanco Vald¨¦s, que para responder a la pregunta que abre su laberinto ¡ª?c¨®mo hemos llegado a esto?¡ª se remonta a "la imposible Rep¨²blica" de 1873 y se detiene en el Estado ni unitario ni federal, sino integral, de la segunda Rep¨²blica, capaz de integrar, o eso esperaban los constituyentes de 1931, las diferentes demandas de autonom¨ªa llegadas de las regiones, claro antecedente de la Constituci¨®n de 1978 que ha terminado por alumbrar el "sistema federal espa?ol". ?Federal? No en la intenci¨®n de sus fundadores, pero s¨ª desde el momento en que el proceso de descentralizaci¨®n pol¨ªtica y administrativa discurri¨® hacia una creciente homogeneizaci¨®n de competencias. Y es ese Estado o sistema federal el que se ha visto sometido al doble desaf¨ªo nacionalista liderado por el lehendakari Ibarretxe y su plan y por el president Mas y su proceso. Frente a la deslealtad a la Constituci¨®n de los que esos desaf¨ªos son prueba y resultado, Blanco Vald¨¦s defiende, en tono militante pero no por eso menos riguroso, la vigencia de un Estado que durante 35 a?os ha sabido reconocer la pluralidad existente en Espa?a en los ¨¢mbitos ling¨¹¨ªsticos, cultural, educativo y simb¨®lico.
Que el Estado auton¨®mico posee los elementos fundamentales de los Estados federales europeos es el axioma del que parte Eliseo Aja en la nueva y muy oportuna edici¨®n de su ya cl¨¢sico Estado auton¨®mico, para enseguida se?alar las diferencias estructurales ¡ªlenguas, derecho civil, r¨¦gimen fiscal¡ª que caracterizan el caso espa?ol. Dando por "ineludible" la igualaci¨®n competencial culminada en 1992 con el pacto entre el Gobierno socialista y la oposici¨®n popular, la reforma propuesta con todo detalle para remediar los defectos, ambig¨¹edades y disfunciones acumulados durante estos a?os ser¨¢ la que culmine en sentido federal el camino emprendido desde que Andaluc¨ªa tom¨® la v¨ªa r¨¢pida para alcanzar la plena autonom¨ªa. M¨¢s all¨¢ de un cambio de nombre para designar la misma cosa, la reforma implicar¨ªa el reconocimiento de las Comunidades Aut¨®nomas ahora existentes, un reparto de competencias claro y concreto, la inclusi¨®n en la Constituci¨®n de las principales reglas de financiaci¨®n auton¨®mica, la articulaci¨®n de las relaciones intergubernamentales potenciando las conferencias y los programas comunes, la consideraci¨®n de los estatutos como normas aprobadas definitivamente por los Parlamentos aut¨®nomos, la conversi¨®n del Senado en ¨®rgano de tipo federal y, para hacer posible todo esto, un concepto de naci¨®n en el que quepa la complejidad de Espa?a.
?Qu¨¦ podr¨ªamos inventar que
no haya sido probado ya en
siglo y medio de pleito de Catalu?a?
No le falta raz¨®n, sin embargo, a Santiago Mu?oz Machado cuando, tras remontarse hasta la Guerra de Sucesi¨®n, extender la mirada a Escocia y mostrar su acuerdo con la necesidad de una reforma en sentido federal, advierte que no ser¨ªa suficiente para resolver el problema de fondo al que se enfrenta hoy el estado de las autonom¨ªas: encontrar el lugar de Catalu?a en las dem¨¢s Espa?as, un lugar para el que se invent¨® y aplic¨® el c¨¦lebre principio dispositivo dos veces en el pasado siglo: en 1931, con la Constituci¨®n de la Rep¨²blica, y en 1978, con la vigente Constituci¨®n Espa?ola. Dos veces encontrado, dos veces desertado por los mismos para los que se hab¨ªa construido, ?qu¨¦ podr¨ªamos inventar que no haya sido probado ya en siglo y medio de pleito de Catalu?a?
Molinero e Ys¨¤s terminaban su recorrido afirmando que sin un gran acuerdo que parta de la aceptaci¨®n plena de la "realidad plurinacional espa?ola" no habr¨¢ nada que hacer. Si tal es la clave sobre la que edificar un nuevo pacto, habr¨¢ que rebobinar la historia, al menos desde 2006, para intentarlo de nuevo. Y eso es, dicho con otras palabras, lo que propone Mu?oz Machado en un poderoso ejercicio de imaginaci¨®n constituyente al abogar por una reforma pactada y simult¨¢nea del Estatuto de Catalu?a y de la Constituci¨®n espa?ola. Pactando las dos reformas, los catalanes votar¨ªan su nuevo Estatuto, que al modo de una constituci¨®n no podr¨ªa ser recurrido ante ninguna otra instancia, y el conjunto de los espa?oles votar¨ªa la reformada Constituci¨®n espa?ola que incorporar¨ªa expresamente el Estatuto en el que los catalanes vieran reconocida su realidad como naci¨®n. Y ese ser¨ªa el lugar de Catalu?a en las dem¨¢s Espa?as.
La cuesti¨®n catalana. Catalu?a en la transici¨®n espa?ola. Carme Molinero y Pere Ys¨¤s. Cr¨ªtica. Barcelona, 2014. 374 p¨¢ginas. 21, 90 euros (digital: 12,99).
El laberinto territorial espa?ol. Del cant¨®n de Cartagena al secesionismo catal¨¢n. Roberto L. Blanco Vald¨¦s. Alianza. Madrid, 2014. 472 p¨¢ginas. 19,50 euros (digital: 14,99).
Estado auton¨®mico y reforma federal. Eliseo Aja. Alianza. Madrid, 2014. 405 p¨¢ginas. 24 euros (digital: 15,98).
Catalu?a y las dem¨¢s Espa?as. Santiago Mu?oz Machado. Cr¨ªtica. Barcelona, 2014. 301 p¨¢ginas. 21,90 euros (digital: 12,99).
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