Un viajero del idioma espa?ol
Instalado en Madrid desde 2011, la pasada primavera regres¨® a Nueva York por un c¨¢ncer
El pasado nueve de octubre sobre el escenario del auditorio del New School en el West Village de Nueva York, Mark Strand cerr¨® el homenaje, que 17 colegas le ofrecieron por su 80 cumplea?os, haciendo gala de su legendaria iron¨ªa: ¡°Si yo fuera poeta esos ser¨ªan los poemas que habr¨ªa escrito. Y si fuera un poeta con amigos, estos ser¨ªan los amigos que habr¨ªa elegido para que los leyeran. Pero, espera, ?si soy poeta¡±. Premio Pulitzer de Poes¨ªa, ganador de la beca McArthur y poeta Laureado de Estados Unidos, Mark Strand (Canad¨¢ Isla del Pr¨ªncipe Eduardo, 1934) una de las voces m¨¢s brillantes y elegantes de la poes¨ªa estadounidense contempor¨¢nea falleci¨® el s¨¢bado en Brooklyn, en casa de su hija Jessica, acompa?ado por su pareja, la marchante de arte espa?ola Maricruz Bilbao.
Instalado en Madrid desde finales de 2011, la pasada primavera decidi¨® regresar a Nueva York aquejado de un c¨¢ncer. Pero la enfermedad no impidi¨® que este oto?o inaugurara una exposici¨®n de sus collages en la galer¨ªa Lori Bookstein de Chelsea, y que se publicara un volumen de su poes¨ªa completa (Collected Poetry, Mark Strand, Knopf, 2014). Pintura y verso fueron los dos polos de su carrera, que deja 12 poemarios, dos libros de relatos, tres libros infantiles, media docena de antolog¨ªas y tres ensayos sobre arte, uno de ellos (publicado por Lumen en espa?ol) dedicado a Edward Hopper, un pintor con cuyos retratos de una Am¨¦rica extra?a y solitaria, Strand sent¨ªa una particular conexi¨®n. ¡°Recuerdo tomar el tren de el ca?¨®n de Winchester a Nueva York. Antes de entrar en el t¨²nel de Grand Central pod¨ªas ver todas esas ventanas de las casas. Los cuadros de Hopper son los de un viajero que pasa por ah¨ª y mira a quienes est¨¢n dentro. Sus cuadros te enfrentan con fragmentos aislados de una narrativa¡±, declaraba en una entrevista a este peri¨®dico en 2010.
En su juventud Strand pens¨® que ser¨ªa pintor. Se gradu¨® de Antioch College en 1957 y fue a Yale a estudiar con el artista Joseph Albers. En 1960 se mud¨® a Florencia para estudiar literatura durante un a?o. Strand hab¨ªa decidido hacerse poeta. En Iowa, donde trab¨® amistad con Philip Roth termin¨® su primer libro y empez¨® a dar clases antes incluso de haberse graduado en el taller literario. Continu¨® su trabajo docente en Utah, Chicago, Nueva York o Boston, hasta este mismo oto?o cuando imparti¨® un ultimo taller de escritura en la Universidad de Columbia. Junto a sus amigos los tambi¨¦n poetas Charles Simmic y Charles Wright dinamiz¨® la escena po¨¦tica estadounidense. Tradujo a Rafael Alberti y m¨¢s adelante a su amigo Octavio Paz, una de las dos personas m¨¢s inteligentes que hab¨ªa conocido, le gustaba decir. La otra, fue el tambi¨¦n poeta y amigo Joseph Brodsky.
Aficionado al f¨²tbol, al baloncesto, a los toros, apasionado cocinero, t¨ªmido y cercano, Strand con su m¨¢s de un metro noventa de estatura, mand¨ªbula cuadrada y afilados ojos azules ten¨ªa un aire a estrella cinematogr¨¢fica. Constru¨ªa sus bromas y reflexiones en versos cortos y certeros, y en ellos mantuvo siempre una distancia de seguridad, que aumentaba la potencia del sentimiento y de su humor. Como en Las cosas enteras, poema de su primer libro de 1963 traducido por Octavio Paz:
En un campo /soy la ausencia / de campo. / Siempre / sucede as¨ª. / Dondequiera que est¨¦ / soy aquello que falta. / Si camino / parto el aire / mas siempre / vuelve el aire / a llenar los espacios / donde mi cuerpo estuvo. / Todos tenemos razones / para movernos: yo me muevo/ por mantener / enteras a las cosas.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.