Yo renunci¨¦ a la estrella Michelin
Casa Julio, un restaurante de un peque?o pueblo valenciano, ha pedido a la Gu¨ªa que le retire para la edici¨®n de 2015 el prestigioso galard¨®n que ha ostentado cuatro a?os
La primera vez fue el 24 de noviembre de 2009. Se fue a la cama un poco tocado por una cata de vinos sin acordarse de lo que suced¨ªa aquella noche. A las 8.30 de la ma?ana ten¨ªa la cabeza a punto de estallar y varias llamadas perdidas. Pens¨® que era una broma hasta que recibi¨® una foto de la gu¨ªa roja donde su restaurante figuraba ya con una estrella. No la esperaban. Nunca trabajaron para eso. ¡°En qu¨¦ l¨ªo nos hemos metido, Jos¨¦ Luis¡±, le dijo a su socio y jefe de cocina. Luego vino la euforia. ¡°Est¨¢ mal decirlo, pero era la hostia. Nos daban una estrella, ?a nosotros que estamos en un lugar en el que la gente no sabe ni llegar!¡±. No abrieron ese d¨ªa. Ni las dos semanas siguientes. Las vacaciones son sagradas. Pero empezaron las reservas en masa, visitas de colegas, cientos de consejos sobre cualquier detalle, algunas envidias, m¨¢s reformas... y tambi¨¦n mucha ilusi¨®n y aprendizaje. Nunca m¨¢s volvi¨® a dormir tranquilo la v¨ªspera del fallo de Michelin. Cuatro a?os despu¨¦s renunciaron a la estrella.
Fontanars dels Alforins es un peque?o pueblo de unos 1.000 habitantes en la frontera entre Valencia y Alicante, bien metido hacia un interior que siempre vivi¨® de la agricultura hasta que sucumbi¨® a la construcci¨®n. En los a?os 40 la familia Biosca inaugur¨® Casa Julio, una fonda de viajeros que fue evolucionando con las ideas de cada generaci¨®n. Julio, jefe de sala de 37 a?os y cuarto en la l¨ªnea sucesoria, pens¨® en 2005 que deb¨ªa aportar su sello al negocio familiar -donde tambi¨¦n trabajan su hermana y su madre- incorporando lo que hab¨ªa aprendido en sus estudios y durante su estancia en el restaurante Zortziko de Bilbao, de donde se trajo a Jos¨¦ Luis Ungidos para liderar la nueva cocina que se propon¨ªan hacer. ¡°Busc¨¢bamos algo novedoso sobre la base de la gastronom¨ªa tradicional. Pero mantuvimos las dos velocidades¡±, explica. Se refiere a que igual daban de comer a gastr¨®nomos que ven¨ªan de toda la provincia, como cortaban pan y embutido para los bocadillos de los desayunos de fin de semana.
El problema no es la gu¨ªa, sino el mundillo que se ha generado alrededor¡±, cree Julio
Fueron dos a?os muy duros. Su p¨²blico de siempre no aceptaba aquellos cambios. Lo de comer en raciones m¨¢s peque?as y en diferentes platos no encajaba con el ideario mediterr¨¢neo de sus clientes de toda la vida. ¡°Las raciones, al centro¡±, le ped¨ªan. Apenas comenzaba el boom de la gastronom¨ªa en Espa?a. ¡°Aqu¨ª en el pueblo esto eran chorradas¡±, se?ala. Cada semana probaron con una carta nueva hasta dar con la tecla. Y la fama creciente termin¨® por atraer una noche a un inspector de la Gu¨ªa Michelin. Fue solo, cen¨®, pag¨® y pidi¨® hablar con ellos. Estuvieron dos horas largas. Era 2007. ¡°Trabajan muy bien. No tengo ning¨²n reproche. Al contrario, por el respeto que le tengo a la gu¨ªa prefiero salirme¡±. Porque su problema, dice, no es la publicaci¨®n, sino ¡°el mundillo que se ha ido generando alrededor¡±. ¡°La tonter¨ªa que te entra por esa puerta. Y cuando todo el mundo te dice que eres el mejor, el d¨ªa que no te dan la segunda te cabreas¡±, se?ala. No volvieron a detectar a ning¨²n otro empleado de Michelin hasta que recibieron la estrella dos a?os despu¨¦s.
El impacto de la estrella es todav¨ªa m¨¢s fuerte cuando te la quitan¡±, afirma Pascal Remy,? exinspector de la Gu¨ªa Michelin
No todos viven con alegr¨ªa su condici¨®n de estrellado. O al menos no para siempre. Julio no es el primero en abandonar este selecto club. El 24 de febrero de 2003, el chef franc¨¦s Bernard Loiseau se vol¨® la cabeza con su escopeta de caza cuando empez¨® a correr la voz de que le ser¨ªa retirada la tercera estrella que ostentaba. Ya por entonces sufr¨ªa depresi¨®n, pero su viuda culp¨® a la prensa. El cocinero Alain Senderens quiso renunciar a sus tres estrellas en 2005 y abri¨® el debate sobre la impostura y servidumbres en determinados sectores de la supuesta alta cocina ¡°En estos locales se hace mucho teatro. Tienen poco que ver con la vida real. Es un sistema que me parece un poco pasado de moda¡±, lanz¨®. El ¨²ltimo ha sido el chef belga Fredrick Dhooghe, que asegur¨® este a?o que quer¨ªa ser libre ¡°para poder servir un pollo asado, sin que ellos me digan que ese tipo de plato no es digno de un restaurante con una estrella¡±.
Los otros desestrellados
En Francia,el segundo pa¨ªs con m¨¢s estrellas del mundo (tras Jap¨®n), otros cocineros renunciaron ya a sus galardones. Joel Robuchon lo hizo en 1996. Le siguieron Alain Senderens en 2005, Antoine Westremann en 2006, y Olivier Roellinger en 2008.
En Espa?a, ha habido otros casos parecidos al de Casa Julio en los que suele imperar la voluntad de cambiar de ritmo, como el caso de Trist¨¢n, en Mallorca. Miquel Ruiz tambi¨¦n renunci¨® a las estrellas para abrir en D¨¦nia El baret de Miquel, un peque?o bar de pueblo convertido en todo un centro gastron¨®mico de la zona. El chef Joan Borr¨¤s renunci¨® a su estrella en el Hostal Sant Salvador de Vall de Bianya (Girona) tras sufrir un tumor cerebral.
Los motivos pueden ser ideol¨®gicos, pr¨¢cticos, de salud (como el chef catal¨¢n Joan Borr¨¤s, que cambi¨® la marcha tras padecer un tumor cerebral) o incluso econ¨®micos. Porque pr¨¢cticamente ning¨²n restaurante de este tipo es rentable. Ferran Adri¨¤ explic¨® en su momento que lleg¨® a perder medio mill¨®n de euros al a?o con elBulli. Como cuenta Pascal Remy, un exinspector de la gu¨ªa Michelin que trabaj¨® para la publicaci¨®n durante 16 a?os y que plasm¨® luego su cr¨ªtica visi¨®n en El inspector se sienta a la mesa (Planeta), quien recibe esta distinci¨®n ¡°necesitar¨¢ m¨¢s dinero¡±. Con la primera estrella suele llegar el primer cr¨¦dito. ¡°Todo lo que gane con los nuevos clientes tendr¨¢ que reinvertirlo. Adem¨¢s, para la gente eres fabuloso cuando la recibes, pero el d¨ªa que la pierdes, muchas veces por motivos distintos a la calidad, el impacto negativo es todav¨ªa mucho m¨¢s fuerte¡±, se?ala. Para Remy, los restaurantes entran en un c¨ªrculo vicioso formado por la gu¨ªa, las marcas y el propio establecimiento que puede imponer unas determinadas ideas preconcebidas. ¡°Es una presi¨®n muy fuerte, y uno puede dejar de hacer lo que desea a cambio de pensar en qu¨¦ es lo que desear¨ªa que hiciese la gu¨ªa Michelin¡±, sostiene este inspector que recuerda la relaci¨®n que existe, ¡°desde el mismo d¨ªa de su fundaci¨®n¡±, entre el negocio de los neum¨¢ticos de esta firma y el n¨²mero de estrellas que tiene en cada pa¨ªs. ¡°A m¨ª me encargaron formar al equipo de inspectores que trabajar¨ªa en Jap¨®n y me pidieron que fu¨¦ramos generosos. Era un pa¨ªs al que hasta entonces se le resist¨ªa mucho a Michelin¡±, recuerda. Este peri¨®dico ha intentado recabar la versi¨®n de la publicaci¨®n sin ¨¦xito.
La gu¨ªa se cre¨® en 1900 como complemento ideal para viajeros que pod¨ªan sufrir un percance o un pinchazo y necesitaban comer o pasar una noche. Hoy, otras voces como la del cr¨ªtico gastron¨®mico de EL PA?S, Jos¨¦ Carlos Capel, comparten la idea de que la generosidad (o la racaner¨ªa) en la concesi¨®n de estrellas guarda relaci¨®n con la estrategia de negocio de la marca de neum¨¢ticos en cada pa¨ªs. A¨²n as¨ª Capel observa la renuncia de Casa Julio como un fen¨®meno aislado y solo encuentra aspectos positivos en recibir esta distinci¨®n. ¡°A alguien le puede causar presi¨®n, pero la mayor¨ªa de cocineros matar¨ªa por una estrella¡±, sostiene. En Espa?a, el quinto pa¨ªs m¨¢s premiado por Michelin, 169 restaurantes se reparten ahora mismo 203 de estas distinciones.
Casa Julio ha renunciado al men¨² degustaci¨®n, pero conserva la calidad y todo su potencial gastron¨®mico
La de Julio dur¨® cuatro a?os. En verano de 2013, celebrando su cumplea?os en un reputado restaurante, vio acercarse al camarero con una botellita de spray y se temi¨® lo peor. ¡°Y ahora...¡±, les solt¨® a ¨¦l y a su novia con el dedo ¨ªndice en el pulsador, ¡°el aroma de jerez¡±. Aquel restaurante ten¨ªa una estrella Michelin, como el suyo. Tambi¨¦n men¨² degustaci¨®n y algunas otras caracter¨ªsticas que hab¨ªa encontrado replicadas en infinidad de lugares. ¡°Un men¨² degustaci¨®n tiene que ser como la obra de un artista, solo as¨ª tiene sentido. Lo que no puede ser es un men¨² de racionamiento porque entonces est¨¢s vendiendo humo¡±, defiende Julio. Aquel d¨ªa fue el punto de inflexi¨®n. ¡°Sent¨ª que quer¨ªa alejarme un poco de todo aquello¡±, recuerda en una mesa del comedor de su restaurante.
En verano de 2013 escribieron a la gu¨ªa, pero al parecer el correo nunca se recibi¨® y Casa Julio volvi¨® a tener una estrella en 2014. Pero Jos¨¦ Luis y ¨¦l ya hab¨ªan decidido poner fin a su proyecto. Aunque profundamente agradecidos a Michelin, estaban cansados. Ya no cre¨ªan en algunas de las l¨ªneas b¨¢sicas de un restaurante de este tipo y cada uno tir¨® por su lado.
No sabremos qu¨¦ hubiera pasado si Julio hubiera querido seguir optando a la estrella. ¡°La calidad no ha bajado, pero la carta ahora es m¨¢s sencilla¡±, se?ala ¨¦l. El lugar tiene dos empleados menos y ha desterrado el men¨² degustaci¨®n de su oferta. Pero conserva su potencial gastron¨®mico, algunos platos de la anterior etapa y su propietario, adem¨¢s, disfruta de una vida m¨¢s acorde con sus principios gastron¨®micos actuales. Una vida fuera de la gran constelaci¨®n Michelin.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.