?En qu¨¦ se parece ya Beatriz de Moura a Ben Bradlee?
Como el pen¨²ltimo mito del periodismo mundial, la editora reci¨¦n retirada seguir¨¢ con pasi¨®n y entusiasmo en la brecha de su oficio
Cuando se retir¨® Ben Bradlee, el pen¨²ltimo mito del periodismo mundial, que hizo mejor el oficio con la cobertura que su peri¨®dico, el Washington Post, del caso Watergate, todos pensaron que el hombre se iba a mirar elefantes, en el cementerio que los peri¨®dicos crean para ellos.
Pero al d¨ªa siguiente de terminar su tarea de editar el que entonces era el mejor peri¨®dico del mundo (probablemente) Bradlee se despej¨® la agenda de fiestas de homenaje (tuvo centenares: las contaba su amigo el humorista Art Buchwald) y le pidi¨® a su sucesor un puesto concreto: descubrir nuevos periodistas. Y con cerca de noventa a?os (acaba de morir, a los 93) segu¨ªa haciendo esa tarea. Se trataba, dec¨ªa ¨¦l, de avistar talento joven y de llevarlo al peri¨®dico despu¨¦s de hacer a cada uno de aquellos muchachos algunas preguntas mientras tomaban caf¨¦ en el hotel Madison, enfrente de la (todav¨ªa) venerable sede del peri¨®dico.
Ahora que se ha retirado, y que le hacen fiestas, la ¨²ltima anoche mismo en la Fil de Guadalajara, organizada por Planeta, el grupo al que se ha adscrito su editorial, algunos piensan que Beatriz de Moura, la m¨¢s influyente e interesante de las editoras que ha habido en este ¨²ltimo medio siglo en lengua espa?ola, va de veras a retirarse a su Palomar barcelon¨¦s a cuidar de la historia que ha hecho.
Qu¨¦ va. De Moura ser¨¢ como Ben Bradlee, se dedicar¨¢ a buscar talento nuevo, pero durante un tiempo dir¨¢ que, en efecto, cuidar¨¢ el citado fondo, y ser¨¢ cierto. Pero la estirpe editorial, ese veneno, que es como el del teatro, de buscar libros nuevos, de concebirlos y acelerarlos, de contribuir con su propio talento a tratar de que nuevos nombres propios ingresen en la historia de la literatura, como hizo en su espl¨¦ndido pasado, est¨¢ dentro del esp¨ªritu de Beatriz de Moura y se ir¨¢ con ella. No va a evaporarse; se le ve, en el rostro, en las ganas y en esa pasi¨®n que le lleva al entusiasmo propio de los editores cuando descubren un destello y lo llevan al conocimiento de sus compa?eros de oficina.
La estirpe editorial, ese veneno, es como el del teatro, de buscar libros nuevos, de concebirlos y acelerarlos
Y ella, Beatriz de Moura, est¨¢ en esas; acaba de despojarse de las tareas perentorias del negocio (que ahora lleva su sucesor, Juan Cerezo), acaba tambi¨¦n de recibir en M¨¦xico el premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz, est¨¢ a punto de recibir en Madrid el premio Leyenda de los libreros¡, y, como Bradlee, acepta estos homenajes con buen humor, y con gratitud, como anoche mismo, cuando Jes¨²s Badenes, uno de los m¨¢s altos directivos de Planeta, y Nubia Mac¨ªas, ex de la Fil y ahora directiva del citado grupo en M¨¦xico, fueron desgranando sus m¨¦ritos y celebr¨¢ndolos.
Al final de esos parlamentos, ella (que es previsora y concreta) explic¨® qu¨¦ iba a hacer: en efecto, se va a cuidar del fondo que cre¨® a lo largo de los 45 a?os de Tusquets, pero ya lleg¨® a un acuerdo con Planeta, su nuevo grupo, para poner en marcha el Fondo de Apoyo a los Escritores de su editorial, que llevar¨¢ el nombre de Antonio L¨®pez Lamadrid. A¨²n no se sabe cu¨¢les ser¨¢n las normas que han de regir el Fondo citado, pero es leg¨ªtimo pensar que por ah¨ª nadar¨¢ otra vez el entusiasmo editorial que anida en esta mujer que, como Bradlee, se retira para seguir trabajando.
El Fondo Antonio L¨®pez Lamadrid. L¨®pez Lamadrid, Toni, fue una palabra mayor en su vida; fue el hombre que la ayud¨® a hacer Tusquets, la persona que con su perspicacia y su nobleza hizo del trabajo en com¨²n tambi¨¦n una fiesta movible y perpetua (para ella y para los autores). Toni estuvo muy presente en la expresi¨®n de gratitud que constituy¨® este homenaje de Planeta a Beatriz de Moura. A la entrada del restaurante Ofelia Bistr¨®, una fotograf¨ªa de los dos juntos, tomada poco antes de que Toni muriera en septiembre de 2009, indicaba la ra¨ªz de ese afecto, pero tambi¨¦n pon¨ªa de manifiesto que, en efecto, se abre otro mundo y otro camino.
Pero quien crea, en medio del festejo, que ella deja ahora su olfato editorial en casa no s¨®lo se enga?a, como se enga?aron con Ben Bradlee, sino que desconoce en qu¨¦ lugar del coraz¨®n se alberga la pasi¨®n de un verdadero editor.
Babelia
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