P¨®cima sin colar
Bebiendo directamente del estilo de la Biblia, Gleichmann narra la saga de unos jud¨ªos que comienza en el siglo XIII
En Oslo, un enfermo de c¨¢ncer sin descendencia, Ari Spinoza, se da cuenta de que con ¨¦l acaba la historia de su familia. Para evitar que caiga en el olvido decide escribir los relatos que sobre ella oy¨® a su t¨ªo abuelo en Budapest siendo un ni?o. El resultado es El?elixir de la inmortalidad, la saga de unos jud¨ªos c¨®micamente narigudos y afortunados, pese a sus tr¨¢gicas muertes, que comienza en el siglo XII en Espinosa ¡ªseg¨²n el libro, el pueblo se encontraba ya por entonces en Castilla y Le¨®n¡ª y termina en 1999 en Noruega, adonde los padres del narrador emigraron huyendo de la Hungr¨ªa comunista.
Entre aquellos comienzos en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y su final en la Escandinava, los antepasados del narrador ocuparon cargos importantes en toda Europa. Baruj, el primero, fue el hijo de un rabino que tras un encuentro con el profeta Mois¨¦s obedeci¨® su orden de marcharse de Espinosa para cumplir con un destino superior. Efectivamente, tras varias peripecias llega a ser el m¨¦dico de Alfonso Enr¨ªquez, el primer rey de Portugal.
M¨¢s tarde en la genealog¨ªa llega el cabalista Mois¨¦s de Espinosa, del que se nos dice que fue el autor del Zohar o Libro del esplendor. Sin embargo, de acuerdo con Gershom Scholem ¡ªuno de los grandes especialistas en la c¨¢bala¡ª, el verdadero autor fue Mois¨¦s de Le¨®n. Lo cierto es que no queda del todo claro si se trata de una broma, como tampoco sabemos si lo es la preparaci¨®n de una p¨®cima a base de conejillos de indias en el siglo XII, o el que un Espinosa converso llegue a obispo de Santander en el siglo XV, casi trescientos a?os antes de que se fundara la di¨®cesis. Tambi¨¦n puede ser un detalle humor¨ªstico que el abuelo del narrador, del que se nos dice que ten¨ªa un talento excepcional para las matem¨¢ticas, se equivoque en un c¨¢lculo tan b¨¢sico como el del n¨²mero exacto de antepasados en una determinada generaci¨®n (p¨¢gina 88), pero m¨¢s bien parece que, al igual que los anacronismos, se trata de un despiste del autor.
En cuanto a la estructura, el relato sigue un orden cronol¨®gico, pero con constantes saltos en el tiempo desde el pasado hasta el presente de Ari en Oslo y al momento en que su t¨ªo le contaba las historias en Budapest. A este respecto, por cierto, sorprende la infatigable insistencia en lo buen cuentista que era el t¨ªo y la estupenda influencia que supuso para el narrador. A los saltos temporales se suma el recurso de dividir en varios segmentos las historias individuales de los antepasados, lo que acrecienta el f¨¢rrago y la sensaci¨®n de errabundeo. En mi opini¨®n, lo mejor de la novela se observa en la sensibilidad con que se describen algunas escenas fant¨¢sticas, como los encuentros de vivos y muertos. Aqu¨ª, Gabi Gleichmann bebe directamente del estilo de la Biblia y brilla hasta darse un aire, aunque fugaz, al fabuloso Manuscrito encontrado en Zaragoza, de Potocki.
El elixir de la inmortalidad. Gabi Gleichmann. Traducci¨®n de Cristina G¨®mez Baggethun. Anagrama. Barcelona, 2014665 p¨¢ginas. 23,65 euros (digital, 16,14)
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