El imperio de los sentidos seg¨²n Olafur Eliasson
Superestrella del arte sensorial, el dan¨¦s se interroga sobre los l¨ªmites de la percepci¨®n en dos nuevas exposiciones en Francia y Dinamarca
La primera vez que Olafur Eliasson (Copenhague, 1967) present¨® su obra frente al mundo ten¨ªa 15 a?os. Colg¨® un pu?ado de dibujos de gran formato en las paredes de una improvisada galer¨ªa e invit¨® a sus amigos a observar el resultado. ¡°Me puse nervioso y lo pas¨¦ mal, pero a la vez quer¨ªa que todo el mundo viniera. Por extra?o que parezca, me sent¨ªa exactamente igual que hoy¡±, rememora un par de horas antes de la inauguraci¨®n de su nueva exposici¨®n. El estatus de este hombre de rictus hier¨¢tico y aspecto indudablemente escandinavo ha cambiado bastante desde entonces. Ya no se encuentra en un garaje de extrarradio, sino en la Fundaci¨®n Louis Vuitton, gigantesco palacio de cristal firmado por Frank Gehry y convertido en ¨²ltima atracci¨®n del concurrido circuito parisiense. Eliasson, estrella de ese arte sensorial que hoy invade los museos de medio mundo, acaba de ser escogido para inaugurar su programa de exposiciones.
La muestra se titula Contact y le sirve para explorar, con la falta de comedimiento que ya es marca de la casa, ¡°la relaci¨®n entre uno mismo, el espacio y el universo¡±. Eliasson pretende empujar al visitante hacia cierto v¨¦rtigo existencial a trav¨¦s de un pu?ado de ilusiones ¨®pticas que hacen tambalear los cinco sentidos, fuentes estrobosc¨®picas que dejan estupefacta a la retina y bolas de cristal que dan cuenta de lo que sucede en el exterior mientras exploramos las salas de este oscuro subterr¨¢neo. La comisaria Suzanne Page, a cargo de la direcci¨®n art¨ªstica de la fundaci¨®n, resume la exposici¨®n como ¡°un viaje¡± fundamentado en ¡°un acercamiento emocional al arte¡±. Eliasson, m¨¢s profesoral, lo traduce en sus propias palabras: ¡°En los tiempos que vivimos, es l¨®gico interesarnos por nuestra interacci¨®n con lo que llamamos realidad¡±, sostiene. ¡°Existe un horizonte a partir del cual dejamos de percibir y de entender. A m¨ª me interesa demostrar que esa frontera se encuentra m¨¢s lejos de lo que creemos, que nuestros sentidos son m¨¢s fuertes de lo que sospechamos¡±.
Al acceder a la muestra, no encontramos texto introductorio ni paneles explicativos. La bienvenida corre a cargo de un meteorito que el artista invita a acariciar, capaz de trasladarnos a otra dimensi¨®n gracias al poder de la autosugesti¨®n. Eliasson exhorta al espectador a iniciar un trayecto hacia lo desconocido y asumir el riesgo de perderse por el camino. ¡°Vivimos en una sociedad hiperregulada, donde se nos dice constantemente qu¨¦ debemos hacer y pensar. Cuando le dices a un visitante que busque la salida por s¨ª solo, se desconcierta e incluso se enfada. Esa pasividad no es buena. Dar por sentado que siempre habr¨¢ alguien que te gu¨ªe ¡ªigual que dar por sentadas la paz, la riqueza, la educaci¨®n o la sanidad¡ª resulta negativo. Puede llevarnos a deteriorar o incluso perder lo que constituye la democracia¡±, responde.
No es la primera incursi¨®n de Eliasson en el terreno resbaladizo de la financiaci¨®n privada, pero tal vez s¨ª la mayor. En octubre, un colectivo de fil¨®sofos, cr¨ªticos y artistas, encabezado por Georges Didi-Huberman y Giorgio Agamben, firm¨® una violenta columna contra la fundaci¨®n, fruto de la iniciativa del empresario Bernard Arnault. El colectivo la consider¨® una iniciativa pensada para ¡°desgravar una parte de las ganancias que no se encuentran ya en alg¨²n para¨ªso fiscal¡± y ¡°elevar la cotizaci¨®n de los artistas por los que, temporalmente, hayan decidido apostar¡±. Eliasson, que afirma que la ley¨®, tiene la respuesta a punto. ¡°Se suele sobreentender que lo p¨²blico representa una libertad inexistente en el sector privado. La realidad es otra: el sector p¨²blico asume pocos riesgos y tiene una relaci¨®n ingenua con el arte contempor¨¢neo. En el sector privado, en cambio, se est¨¢n produciendo experimentos interesantes porque tienen mayores recursos, pero tambi¨¦n porque su confianza en el arte es m¨¢s radical y est¨¢n m¨¢s dispuestos a arriesgarse¡±, afirma. ¡°Pero estoy de acuerdo en que no se puede utilizar la financiaci¨®n privada para justificar los recortes en arte y cultura. Yo creo en un sector p¨²blico fuerte, que siga siendo protagonista. Si no, corremos el peligro de que el arte se vuelva un sector dependiente del mercado y que las ferias y subastas se conviertan en lo fundamental¡±, admite.
La muestra parisiense arranca casi a la vez que su otro gran proyecto orquestado en 2014 llega a su fin. Riverbed es un paisaje artificial formado por toneladas de piedra volc¨¢nica, que Eliasson traslad¨® de la Islandia de sus ancestros hasta el interior del Louisiana Museum, ubicado a treinta minutos al norte de Copenhague, la ciudad donde creci¨® antes de mudarse a Berl¨ªn hace veinte a?os. El lugar, que fue propiedad de un hombre casado con tres mujeres llamadas Louise (de ah¨ª ese nombre de reminiscencias sure?as en plena costa b¨¢ltica), emerge en medio de la nada, encajado entre un bosque oto?al y un impresionante acantilado. Al artista, ese espectacular paisaje no podr¨ªa importarle menos: ha preferido reproducir la naturaleza a escala real, pero bajo techo y entre cuatro paredes.
Los fen¨®menos naturales est¨¢n profundamente arraigados en el lenguaje art¨ªstico de Olafur Eliasson, quien se dio a conocer a mediados de los noventa ti?endo las aguas fluviales de ciudades de medio mundo, antes de construir cascadas artificiales bajo puentes neoyorquinos y propagar brumas ilusorias en el interior de galer¨ªas de arte, como hizo The Weather Project (2003), la alucinante aurora boreal que sedujo a dos millones de visitantes en la Tate Modern. ¡°Es una manera significativa de dirigirme a mis semejantes. Hablar de la frontera entre naturaleza y cultura equivale a preguntarme qui¨¦nes somos como especie¡±, explica sobre Riverbed, que conforma con Contact un compendio que resume toda su trayectoria, centrada en la exploraci¨®n de los l¨ªmites de la percepci¨®n y en la enga?osa separaci¨®n entre naturaleza y cultura.
¡°Durante mucho tiempo trabaj¨¦ con esos dos conceptos como si fueran ant¨®nimos y no compartieran ninguna cualidad¡±, relata Eliasson. ¡°Con el tiempo, empec¨¦ a reconsiderar esta polarizaci¨®n. Ahora estoy cada vez m¨¢s convencido de que la cultura es solo un grano que crece sobre la naturaleza¡±. Riverbed transita por esos borrosos confines. Caminar por su vasta extensi¨®n, transitando por las mismas salas que hasta hace poco acog¨ªan a Picasso, Pollock o Warhol, implica agacharse para cruzar las puertas que las intercomunican, o incluso brincar sobre un riachuelo para sortear el desnivel creciente, si se aspira a trepar hasta el t¨¦rmino del recorrido. Aunque, una vez m¨¢s, no exista camino, punto de partida o meta final.
?Se puede vincular su trabajo a esa eventocracia que decret¨® el supercomisario Massimiliano Gioni, abierta a todo lo que deje a la retina estupefacta y suscite un espect¨¢culo traducible en cientos de miles de entradas? Eliasson orquesta acontecimientos, aunque estos no sean necesariamente f¨¢ciles o gratuitos. No cuesta entender hasta qu¨¦ punto el merodeo propuesto por su exposici¨®n cobra dimensiones existenciales, ni tampoco descifrar el habitual subtexto ecologista en la obra del dan¨¦s. Al apropiarse de este paisaje virgen, el visitante terminar¨¢ por alterarlo inevitablemente. A medida que pasen las semanas, se abrir¨¢n nuevos caminos y aparecer¨¢n recodos invisibles en el d¨ªa de la inauguraci¨®n.
Hace una d¨¦cada que museos e instituciones se abren a este arte capaz de estimular varios sentidos a la vez y rinden homenaje a figuras pioneras como Julio Le Parc, Carlos Cruz-D¨ªez o James Turrell, vinculado al movimiento Light and Space. Durante esta inesperada resurrecci¨®n, se ha entendido que sus precursores, tratados con desd¨¦n en su momento, escond¨ªan en realidad una dimensi¨®n pol¨ªtica. En el despertar que persigue Eliasson tambi¨¦n se encuentra el germen de una toma de conciencia, que permite poner en duda la realidad circundante y agudizar el esp¨ªritu cr¨ªtico, como pregonaron los fundadores de colectivos como GRAV o Zero hace medio siglo. La experiencia sensorial se desintegra a causa de la virtualizaci¨®n imperante. Eliasson busca la manera de recomponerla, a riesgo de ser tratado de inocuo, est¨¦ril o incluso decorativo. ¡°Supongo que la ¨²nica respuesta que les puedo dar a mis cr¨ªticos es convertirme en mejor artista¡±, responde con una inesperada modestia. ¡°?Qu¨¦ puedo hacer si la gente opina eso? No es como si yo fuera s¨®lido y ellos fueran l¨ªquidos. Nuestras opiniones tienen el mismo valor¡±.
Olafur Eliasson. Contact. Fundaci¨®n Louis Vuitton. Par¨ªs. Hasta el 16 de febrero de 2015. Riverbed. Louisiana Museum. Humlebaek (Dinamarca). Hasta el 4 de enero de 2015.
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