El franquismo no fue un p¨¢ramo cultural
El brit¨¢nico Jeremy Treglown indaga en las huellas que han dejado la guerra y la dictadura en la cultura espa?ola actual
A lo largo del siglo XVIII, los numerosos viajeros brit¨¢nicos que visitaron Espa?a y publicaron sus impresiones para lectura de sus connacionales (y, de paso, tambi¨¦n de los espa?oles) recibieron el cari?oso y ambiguo apelativo de ¡°curiosos impertinentes¡±. Jeremy Treglown, un acreditado profesor de Literatura Comparada, se ha sumado a esa larga y heterog¨¦nea tradici¨®n con una obra de t¨ªtulo intrigante y tem¨¢tica m¨¢s apasionante, puesto que pretende examinar la influencia y los legados del franquismo en la cultura espa?ola actual. Una tarea ciertamente dif¨ªcil, compleja y plagada de riesgos no s¨®lo interpretativos ya que, en sus propias palabras casi liminares, los espa?oles padecen algo parecido a ¡°una obsesi¨®n por la ¡®memoria¡¯ que est¨¢ pol¨ªticamente manipulada y es culturalmente amn¨¦sica¡±.
Cabe decir, tras la lectura del libro, que Treglown ha logrado su objetivo de ofrecer un balance del peso de la memoria del franquismo en la Espa?a de los ¨²ltimos decenios bastante equilibrado, atento al matiz y la distinci¨®n y ajeno a los manique¨ªsmos y simplificaciones. Y no es poca cosa lo logrado, si tenemos en cuenta que algunos de sus colegas que abordaron recientemente la misma tem¨¢tica o similar son autores de afirmaciones tan peregrinas como la que sostiene que hasta la victoria socialista de 1982 los artistas espa?oles no hab¨ªan disfrutado ¡°de subvenciones del Estado y de acceso al resto del mundo¡±.
Treglown no sigue esa estela, ni mucho menos. Sin que por ello dejen de apreciarse, a veces, resabios de esos estereotipos en juicios infundados. Como cuando supone que la dictadura militar de Primo de Rivera en los a?os veinte ¡°reforz¨® el feudalismo¡± (en realidad fue un caso can¨®nico de ¡°modernizaci¨®n reaccionaria¡±). O cuando nos presenta a Carmen Franco Polo como ¡°la temible hija de Franco¡±, y presidenta del organismo que gestiona el Valle de los Ca¨ªdos (ambas cosas dif¨ªcilmente cre¨ªbles: la una porque cabe verla como cualquier cosa menos ¡°temible¡± y lo otro porque el monumento forma parte de Patrimonio Nacional, organismo estatal donde nada pinta la duquesa de Franco).
El consecuente ¡°viaje por la memoria y la cultura del franquismo¡± se abre con un recorrido por las herencias materiales de la dictadura (en particular, el Valle de los Ca¨ªdos, considerado como ¡°monstruosa cripta¡±) y prosigue con un repaso al devenir del arte y la cultura espa?ola desde la Guerra Civil y hasta m¨¢s all¨¢ de la Transici¨®n, con especial tratamiento de ¡°las guerras de la historia¡± (la historiograf¨ªa sobre la contienda y el franquismo, incluyendo el fen¨®meno de la memoria hist¨®rica), la literatura (desde Ram¨®n J. Sender y Agust¨ªn de Fox¨¢ a Camilo Jos¨¦ Cela y Antonio Mu?oz Molina) y la producci¨®n cinematogr¨¢fica (desde el cine de Raza y Cruzada hasta la obra de Saura y Almod¨®var).
Las conclusiones del autor son muchas, bastante diversas y muy variadas. Pero entre todas ellas cabe mencionar algunas que rompen la idea de que el franquismo fue un p¨¢ramo cultural tenebroso, y que los espa?oles de la posguerra y del posfranquismo carecieron de oportunidades para conocer su propio pasado, por temor inducido m¨¢s que por decisi¨®n propia y voluntaria, si acaso.
La primera idea sobre el franquismo como yermo est¨¦ril queda desmentida por varias evidencias incontestables: los artistas Eduardo Chillida, Antoni T¨¤pies, Manolo Millares y Antonio Saura gozaron ¡°de celebridad internacional y todos vivieron y trabajaron en la Espa?a de Franco¡±; en tanto que los novelistas Camilo Jos¨¦ Cela, Miguel Delibes o Luis Mart¨ªn-Santos alcanzaron estatura y proyecci¨®n internacional pese a vivir bajo la dictadura (Tiempo de silencio, de 1961, se tradujo a 16 idiomas), como igualmente sucedi¨® con los cineastas Juan Antonio Bardem, Luis Garc¨ªa Berlanga o Carlos Saura (El verdugo, de 1963, fue la gran triunfadora en el Festival de Cine de Venecia). As¨ª pues, cabe dudar de la tesis seg¨²n la cual ¡°de la dictadura no pod¨ªa salir nada bueno¡±, sobre todo porque ¡°la cultura espa?ola comenz¨® a ser posfranquista mucho antes del fin de la dictadura¡±.
La segunda idea sobre la amnesia pol¨ªtica de los espa?oles resulta discutible cuando ¡°la Guerra Civil y el periodo que le sigui¨® dominan la vida editorial de Espa?a como ning¨²n otro tema¡±, y ello desde los a?os sesenta sin soluci¨®n de continuidad y a¨²n antes (Jos¨¦ Mar¨ªa Gironella publica con enorme ¨¦xito Los cipreses creen en Dios en 1953, convirti¨¦ndose en un autor que ¡°tiene mucho que decir a los lectores de hoy, y no solamente espa?oles¡±).
Y lo mismo cabe decir para otra de las nuevas artes m¨¢s renovadoras y de mayor audiencia p¨²blica: ¡°En el cine espa?ol nunca hubo un pacto de olvido¡±. Por eso mismo, el abierto apoyo de Treglown a la necesidad de exhumar y dignificar las fosas de represaliados no implica que tal operaci¨®n pueda tener efectos pol¨ªticos directos (¡°Garc¨ªa Lorca sobrevive en sus obras: encontrar sus huesos no cambiar¨¢ nada¡±), ni que ello suponga el eclipse de las v¨ªctimas de la represi¨®n practicada por los republicanos luego vencidos (y cita a las 135 v¨ªctimas religiosas de la di¨®cesis de Ja¨¦n como ejemplo v¨¢lido).
En definitiva, Treglown reitera la complejidad de la historia del franquismo y del posfranquismo y advierte contra los manique¨ªsmos interpretativos de uso y curso habitual: ¡°La memoria cultural no tiene sentido si recupera s¨®lo la mitad del pasado¡±. Nada que objetar a tan sabia recomendaci¨®n de un ¡°curioso impertinente¡± m¨¢s en la l¨ªnea de Gerald Brenan que de otros practicantes del g¨¦nero menos cultos y m¨¢s doctrinarios.
La cripta de Franco. Viaje por la memoria y la cultura del franquismo. Jeremy Treglown.Traducci¨®n de Joan Andreano Weyland. Ariel. Barcelona, 2014. 357 p¨¢ginas. 22,90 euros (digital, 14,99)
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