¡°Espa?a es un pa¨ªs de cabreros¡±
Esta charla con Juan Mars¨¦ abre una serie de entrevistas a figuras de la cultura en espa?ol sobre una era compleja en lo social, lo pol¨ªtico, lo econ¨®mico y lo creativo
Llega un periodista a casa de Juan Mars¨¦ para una de las cosas que probablemente menos le gustan a Juan Mars¨¦: hablar de s¨ª mismo, de por qu¨¦ y c¨®mo y para qu¨¦ escribe y, en general, de sus cosas. Pero quiz¨¢ porque la entrevista no es promocional, o quiz¨¢ porque un sol templadito proyecta optimista bonanza sobre los balcones a los que da su casa del centro de Barcelona, o vaya usted a saber por qu¨¦, la charla va cayendo torrencial. El escritor celebra hoy su 82 cumplea?os.
Pregunta. ?No se habla demasiado en este pa¨ªs?
Respuesta. Ah, yo estoy totalmente de acuerdo con esto.
P. ?D¨®nde sit¨²a usted la frontera entre el habla y el ruido?
R. En este pa¨ªs hay ruido, s¨ª, se casca demasiado y se grita demasiado. Y los medios de comunicaci¨®n son tan poderosos y omnipresentes que el ciudadano nunca hab¨ªa estado tan informado, al minuto y de forma reiterativa.
Las tertulias suplantan el debate en las Cortes, tremendo
P. Ese ¡°tan¡± al que alude no suena muy positivo...
R. Es tremendo. La enorme proliferaci¨®n de tertulias pol¨ªticas suplanta lo que deber¨ªa ser un debate serio en las Cortes. Un espect¨¢culo tremendo. Y ese es el ruido.
P. ?Por qu¨¦ pasa esto?
R. La libertad informativa est¨¢ muy bien, pero no s¨¦ d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite, no s¨¦ c¨®mo se resuelve eso. La gente est¨¢ atiborrada de informaci¨®n, y la mayor¨ªa no sabe qu¨¦ hacer con ella.
P. Pero, ?no le parece que el nivel medi¨¢tico y el de la calle, digamos el de cafeter¨ªa, comparten un escaso inter¨¦s por aprehender lo que dice el otro?
R. S¨ª, pero ese es el defecto nacional. No se atiende. La soluci¨®n est¨¢, si la hay, en la educaci¨®n, como en tantas otras cosas.
P. Ah¨ª ya metemos el dedo en el ojo tuerto de este pa¨ªs: el sistema educativo. ?C¨®mo lo ve?
R. No me gusta pensar que este defecto es gen¨¦tico, que los espa?oles somos as¨ª. Pero uno identifica muy f¨¢cilmente al enemigo en t¨¦rminos de ¡°el que no piensa como yo, es contrario a m¨ª¡±.
P. En el tema de la educaci¨®n, ?qu¨¦ cree que tiene que hacerse?
R. Incrementar el conocimiento de los valores c¨ªvicos, vamos, lo que cuando yo era un chaval llamaban urbanidad: cu¨¢l ha de ser la relaci¨®n que mantengo conmigo mismo, y cu¨¢l debe ser mi relaci¨®n con los dem¨¢s. Pero estas cosas ya no est¨¢n de moda. Espa?a es un pa¨ªs de cabreros, joder.
P. ?Es un pa¨ªs en el que se llama con demasiada facilidad ¡°in¨²tiles¡± a cosas realmente ¨²tiles? Por ejemplo la cultura, en sentido amplio.
R. S¨ª, pero eso si no se le inculca a la gente de joven¡ Cultura es saber comportarse, tomarte una cerveza con tu vecino y charlar con ¨¦l. Entender tu relaci¨®n con los dem¨¢s y la de los dem¨¢s contigo.
P. ?Influyen esos valores en c¨®mo se escribe o al rev¨¦s, es mejor obviarlos? Novela hecha con el intelecto, o novela hecha con las tripas¡
R. Claro. Se suele hablar de un don, el don del talento para crear. Pero tambi¨¦n se necesita cierto talento literario para leer. Incluso para leer a Verne, para no ponernos serios. Tiene que ver con la cultura, pero tambi¨¦n con la sensibilidad¡ y eso se tiene o no se tiene.
La tecnolog¨ªa est¨¢ matando formas de belleza, como el cine
P. Volvamos a la prensa. En su primera novela, Encerrados con un solo juguete, de 1960, escribe esta frase: ¡°Qu¨¦ tonter¨ªa: ?ten¨ªa algo que ver con la vida lo que llevaban los peri¨®dicos?¡±. ?Tiene alguna vigencia hoy esa frase?
R. Esa novela se escribi¨® en plena dictadura franquista, y yo era consciente de lo que hab¨ªa, y lo traslad¨¦ a los personajes. Hab¨ªa censura, en la prensa y en todo. Lo que tra¨ªan los peri¨®dicos sobre la vida nacional estaba filtrado. Todos tra¨ªan lo mismo, La Vanguardia, el Ya, el Abc, La Prensa, El Diario de Barcelona¡ La prensa no reflejaba la realidad nacional, eso lo sab¨ªa todo Dios. Pero hoy esa frase no la dir¨ªa un personaje m¨ªo. Aparte de esto, yo soy un lector de peri¨®dicos vicioso. Cuando escrib¨ªa Si te dicen que ca¨ª me pasaba horas y horas en la hemeroteca de la Casa L¡¯Ardiaca, ojeando la prensa de los a?os cuarenta y disfrutaba como un loco. Y ah¨ª, no s¨¦ c¨®mo decirle, me lo cre¨ªa todo. Es como que, para que una noticia me la crea de verdad, tiene que pasar tiempo. De lo que leo en el peri¨®dico que acaba de pasar siempre tengo mis dudas.
P. El paso del tiempo. Lo cambia todo, ?no?
Obra escogida
Encerrados con un solo juguete(1960).
?ltimas tardes con Teresa (1965).
La oscura historia de la prima Montse (1970).
Si te dicen que ca¨ª (1973).
La muchacha de las bragas de oro (1978).
Un d¨ªa volver¨¦ (1982).
El embrujo de Shanghai (1993).
Rabos de lagartija (2000).
Caligraf¨ªa de los sue?os (2011).
Noticias felices en aviones de papel (2014).
R. Bueno, aqu¨ª ahora te encuentras cosas tan rid¨ªculas como ciertos historiadores catalanes que est¨¢n revisando las relaciones con Espa?a y est¨¢n reinventando, contando mentiras. Algunos pretenden que Santa Teresa de ?vila era catalana. En contrapartida yo estoy descubriendo, y va a ser un disgusto para ellos, que Xavier Cugat era murciano. Quiero dec¨ªrselo al conseller de Cultura, Ferran Mascarell. Y el famoso torero Mario Cabr¨¦ tampoco era catal¨¢n, era andaluz. Ya de chaval, hab¨ªa quien dec¨ªa en el barrio que Walt Disney era catal¨¢n.
P. La censura franquista acab¨® hace casi 40 a?os. Hoy sin duda subsisten otras, econ¨®micas, pol¨ªticas, la raz¨®n de Estado, la l¨®gica de empresa¡ Usted escribi¨® Si te dicen que ca¨ª consciente de que no ser¨ªa editada en la Espa?a de Franco, como as¨ª fue (lo fue en M¨¦xico). Pero, ?se arrepiente de haberse automutilado, de haberse autocensurado alguna vez?
R. S¨ª, s¨ª, s¨ª¡ soy consciente de eso, claro. En Encerrados con un solo juguete me cort¨¦, est¨¢ claro. No por cuestiones de orden estrictamente pol¨ªtico ¡ªporque nunca me gust¨® que de una forma expl¨ªcita hubiera en mis libros tufos pol¨ªticos, quiero decir, mensajes¡ª, sino m¨¢s bien de orden sexual-er¨®tico. En La oscura historia de la prima Montse, que es una historia de la influencia de la educaci¨®n cat¨®lica en una muchacha, tambi¨¦n me fren¨¦. Por eso luego lo tuve tan claro en Si te dicen que ca¨ª.
P. ?Molesta la realidad para escribir ficci¨®n? ?Vive pertrechado frente a la realidad cuando est¨¢ metido en una novela, o es al rev¨¦s, necesita lo real como motor?
Podemos ha removido el tema y todos los dem¨¢s est¨¢n acojonados
R. Fatalmente quiero saber todo y fatalmente lo vivo al minuto. Otra cosa es que procuro que la realidad no interfiera en mi trabajo. La intelectualidad me interrumpe el trabajo. Y la rabiosa actualidad me incordia. Pero no puedo prescindir de ella. Si no leo la prensa, el d¨ªa no empieza bien para m¨ª. Y adem¨¢s la prensa de papel, lo siento pero¡ de papel. No puedo hacer nada por evitar todo lo que est¨¢ pasando en los ¨²ltimos tiempos, que si el corrupto de cada d¨ªa... As¨ª que al final no hago m¨¢s que encabronarme, es una especie de tortura. Adem¨¢s, soy un escritor fatalmente realista, no puedo prescindir de la realidad, otra cosa es que luego la enmascare.
P. Ya hace mucho que se acu?¨® el concepto realidad virtual. ?No opina que casi todo va siendo ya virtual, que lo digital, lo descargable, lo que est¨¢ pero no puede tocarse ya ha ganado la batalla y ha sustituido a lo tangible, lo palpable, lo que se huele?
R. Es imparable. Pienso que tiene que producirse una depuraci¨®n de cosas superfluas. Probablemente de eso se ocupar¨¢ el tiempo, no lo s¨¦, pero el avance tecnol¨®gico, ese no lo para ni Dios. Aunque no soy pesimista del todo. Creo que el libro de papel seguir¨¢ existiendo, y lo mismo los peri¨®dicos de papel, puede que m¨¢s reducidos. Me resisto a pensar que pueda desaparecer el papel. Mis nietos se r¨ªen. Pero lo m¨¢s grave es que la tecnolog¨ªa est¨¦ matando formas de belleza. El cine, por ejemplo, no es lo que era, la tecnolog¨ªa lo ha matado, es puro tebeo. El cine como una buena idea, un buen guion, unos di¨¢logos... est¨¢ desapareciendo.
Hoy el charnego es el magreb¨ª, o el paquistan¨ª, o el chino
P. M¨¢s realidad, mejor dicho, actualidad. ?C¨®mo vive la irrupci¨®n y auge de Podemos?
R. Ya se ha demostrado que todo est¨¢ por hacer en este pa¨ªs. Y entonces ha venido Podemos. A m¨ª me parece ya muy positivo el revuelo que han montado, han removido el asunto y todos los dem¨¢s est¨¢n acojonados. Han dicho: ¡°A ver, hay que hacer algo, hemos estado durmiendo en la paja y todo iba cojonudo, pero adem¨¢s de expoliar a todo Dios y robar a mansalva, resulta que ahora tenemos que hacer pol¨ªtica¡±.
P. ?No cree que, as¨ª en general, es bueno que la gente se ponga las pilas? Mejor tarde que nunca...
R. Mire los socialistas. Est¨¢n con el agua al cuello. Y se les ocurren ya cosas que ten¨ªan dormidas desde hace siglos, como su relaci¨®n con la iglesia cat¨®lica de este pa¨ªs. O sea, todo lo que ten¨ªan en el programa aparcado por temor a perder votos ¡ªcomo lo de la iglesia¡ª ahora lo empiezan a mover. No lo movi¨® ni Felipe Gonz¨¢lez, ni Zapatero¡ pues ahora que se den prisa, porque...
P. Para votantes fieles de un partido tradicional debe de ser inc¨®modo comprobar por qu¨¦ motivaciones reales se mueven a veces sus l¨ªderes¡
R. Tr¨¢gico. Aqu¨ª mismo, en Catalu?a, est¨¢n pasando unas cosas muy divertidas¡ que un partido como Esquerra Republicana, un partido que se dice de izquierdas, se al¨ªe con la derecha, con la carcundia que es Converg¨¨ncia¡ y pretenda seguir haci¨¦ndose pasar por un partido de izquierdas. O Iniciativa per Catalunya, los antiguos comunistas, ?el partido de los trabajadores! ?En qu¨¦ se ha convertido? Est¨¢n acojonados. ?Vio la comparecencia de Pujol, en la que ech¨® la bronca a todos los pol¨ªticos que estaban ah¨ª?
Cultura es saber comportarte, tomarte una cerveza y charlar
P. La vi, un sainete.
R. Cuando arremeti¨® contra todos ellos con aquel tremendo numerito de arrogancia pol¨ªtica se ten¨ªan que haber levantado y haberle dicho: ¡°Aqu¨ª se queda usted con su discurso de mierda¡±. Y en vez de eso, aguantaron y cuando todo termin¨® hubo casi un besamanos que recordaba a algunas escenas de El Padrino. Fue una cosa vergonzosa.
P. ?C¨®mo ha vivido, como barcelon¨¦s y catal¨¢n, la ascendencia y ca¨ªda de Pujol?
R. Para los que nunca comulgamos con las ruedas de molino del pujolismo, ninguna sorpresa. Nunca fue santo de mi devoci¨®n. Y ahora pienso en el catal¨¢n patriota, pujolista, nacionalista y de derecha, que se ha hecho la siguiente composici¨®n: ¡°Ya no creemos en este hombre, porque en vez de ser fuerte, fue d¨¦bil y se dej¨® llevar por la ambici¨®n, pero lo que levant¨® y lo que encarn¨® sigue vigente¡±. Claro, es que es un sentimiento, una emoci¨®n, eso del nacionalismo, y por lo tanto est¨¢ por encima de las personas. Cuando la persona ya no sirve, la apartan pero se queda el ideal.
P. Hacer creer a la gente que el nacionalismo no es s¨®lo un veh¨ªculo emotivo sino un sistema ideol¨®gico como el socialismo, el marxismo o el fascismo, y convertirlo en arma electoral para asaltar el poder: una falacia, ?no?
R. El delirio identitario, la reafirmaci¨®n de que yo soy esto y los dem¨¢s no lo son: eso es el nacionalismo, una cosa irracional que no concibo. Como soy hijo adoptivo, el asunto identitario para m¨ª es muy secundario. Ahora Josep Maria Cuenca se ha empe?ado en escribir mi biograf¨ªa y...
P. Cuente, cuente¡
R. Ha indagado sobre mis padres biol¨®gicos, pero a m¨ª esto nunca me ha interesado mucho. Para m¨ª, mis padres hasta el final fueron quienes me adoptaron. Pero bueno, Cuenca me ha hecho ver cosas que no sab¨ªa, algunas de ellas interesantes. Por ejemplo, en mis ancestros biol¨®gicos hemos descubierto que tengo or¨ªgenes¡ chinos. O sea, que soy un catal¨¢n con alma medio charnega medio china.
P. Por cierto, ?queda algo del viejo charnego, materializado en el Pijoaparte de ?ltimas tardes con Teresa?
R. Muy poco, es un t¨¦rmino que ya casi no se oye¡ la ¨¦poca de las grandes oleadas migratorias del sur acab¨®. Ahora el charnego es el magreb¨ª. O el paquistan¨ª. O el chino. La Rambla del Raval es ¨¢rabe. Son ellos quienes pugnan hoy por hacerse un sitio en la sociedad catalana.
P. Viviendo en un pa¨ªs en el que, como Espa?a, nadie dimite nunca por nada, ?no dan como ganas de dimitir de todo?
R. Pero hay que batallar para defender un criterio personal y unos intereses, es decir, hay que estar en la brecha. Entregarse, fatal. Y abandonar, ?c¨®mo? Emigrando, pero a m¨ª se me ha pasado la edad. Con 20 a?os es probable que me largara de este pa¨ªs.
P. Bueno, de hecho se larg¨®. A Par¨ªs. Se gast¨® all¨ª la pasta r¨¢pidamente, de la peor manera posible¡ o puede que de la mejor.
R. Ten¨ªa 26. Me la gast¨¦, s¨ª, y volv¨ª con la idea de regresar. Entonces trabajaba en un taller de joyer¨ªa y ya hab¨ªa publicado mi primera novela. Aquello fue, es verdad, m¨¢s que querer ir a Par¨ªs, querer irme de aqu¨ª.
P. Bueno, aquel Par¨ªs deb¨ªa de tener un poder de seducci¨®n¡
R. A Par¨ªs te ibas so?ando no s¨®lo en que podr¨ªas ver las pel¨ªculas que aqu¨ª no pod¨ªas ver o comprarte los libros que aqu¨ª estaban prohibidos, sino en que podr¨ªas ligar m¨¢s. Era irse de la Espa?a de Franco, que era la hostia. Hoy no es lo mismo, hoy se va el que no tiene trabajo. Entonces s¨ª hab¨ªa trabajo en Espa?a. Parados no hab¨ªa. El cabr¨®n de Franco les dec¨ªa a los empresarios: ¡°No vais a tener huelgas, os lo garantizo¡ pero no me vais a despedir a un solo trabajador¡±. Y as¨ª era.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.