Ciervos: animales en busca de sabidur¨ªa
Miguel ?ngel Blanco instala parte de su Biblioteca del Bosque en el Museo Rom¨¢ntico Las salas cobran un nuevo sentido con su colecci¨®n de materiales naturales
En su lucha por la supervivencia, el hombre se hizo cazador, y en el periodo m¨ªtico de la humanidad se instituy¨® una deidad, Artemisa en Grecia y Diana en Roma, en la que honrar la caza como una actividad noble propia de pr¨ªncipes y reyes. Quienes cazan solo tienen ojos para rastrear la codiciada presa, pero aquellos nobles m¨¢s sedentarios que disfrutaban con artes de sal¨®n como la pintura reclamaron a los artistas cuadros de escenas de caza, en los que contemplar c¨®mo los fieros animales salvajes eran acorralados por las jaur¨ªas y acosados por los cazadores. Estas escenas reclamaron una atenci¨®n a la representaci¨®n de bosques y monta?as por parte de los pintores, siendo esta una de las v¨ªas para empezar a interesarse por el paisaje como g¨¦nero art¨ªstico. La pintura de paisaje alcanz¨® su m¨¢xima expresi¨®n en el Romanticismo; sin embargo, este es un g¨¦nero que tard¨® en ser apreciado y comprendido en Espa?a, a pesar de ser un pa¨ªs cuyos reyes y nobles eran grandes aficionados a la caza.
En estas breves palabras se pueden resumir algunos de los argumentos que han conducido a Miguel ?ngel Blanco (Madrid, 1958) a proponer y realizar una singular exposici¨®n en el Museo Nacional del Romanticismo, en la que dialogan algunas piezas de este museo (espejos, grabados, litofan¨ªas, ¨¢lbumes) con ocho obras suyas ¡ªsiete han sido realizadas expresamente para esta muestra¡ª que forman parte de su monumental Biblioteca del Bosque.
El patr¨®n de los cazadores cristianos es san Huberto, quien, al perseguir a un ciervo, este se volvi¨®, le mir¨® a los ojos y le mostr¨® un crucifijo que portaba entre su cornamenta. Este tipo de alegor¨ªas son reinterpretadas por Miguel ?ngel Blanco para construir una especie de relicarios, cargados de referencias metaf¨®ricas, que ha realizado con diferentes materiales ¡ªpuntas y fragmentos de astas de c¨¦rvidos, l¨ªquenes, ra¨ªces, limaduras de mica y otros elementos naturales¡ª con los que el artista construye unos libros-caja de indudable sentido aleg¨®rico, po¨¦tico y narrativo apoy¨¢ndose en los atributos de los ciervos, que la mitolog¨ªa popular ha interpretado como animales que persiguen la sabidur¨ªa.
La Biblioteca del Bosque est¨¢ formada por m¨¢s de 1.150 libros de artista configurados como collages o assemblages de objetos y materiales recolectados en lugares muy determinados que condensan una fuerte carga emocional y aleg¨®rica. En estos libros sin palabras se recrean fragmentos de paisaje y momentos de la ¡°historia natural¡±. El poder de sugerencia de estas obras radica en buena medida en los elementos seleccionados y en la manera en que han sido dispuestos y relacionados entre s¨ª en cada uno de los libros para activar la imaginaci¨®n de quienes los contemplan, pero tambi¨¦n se puede apreciar un nuevo inter¨¦s de estos libros en el di¨¢logo que establecen con el resto de las obras del museo y con el propio espacio de exposici¨®n, presidido por un conjunto de vac¨ªas metopas para exhibir taxidermias y por una monta?a de cornamentas, en el que se puede escuchar una berrea de apareamiento. El conjunto aporta un nuevo sentido al espacio rom¨¢ntico de la sala gracias al posmoderno arte de la instalaci¨®n.
Miguel ?ngel Blanco. El aura de los ciervos. Museo Nacional del Romanticismo. San Mateo, 13. Madrid. Hasta el 1 de marzo.
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