En compa?¨ªa de lobos (y gigantes)
Entre un musical inspirado en un cuadro de Seurat (Sunday in the Park with George, 1984) y otro que daba voz a los diversos magnicidas, potenciales o efectivos, de la historia de Estados Unidos (Assassins, 1990), el culterano Stephen Sondheim estren¨® una de sus indiscutibles obras mayores: Into the Woods, con libreto de James Lapine, que convocaba en un bosque oscuro a un buen n¨²mero de personajes ic¨®nicos de los cuentos de hadas (de Caperucita a unas Blancanieves y Bella Durmiente que han desaparecido de esta versi¨®n cinematogr¨¢fica) para revelar sus fracturas an¨ªmicas bajo el arquetipo. Entre pr¨ªncipes encantadores pero no necesariamente honestos, caperucitas capaces de aprender turbias ense?anzas en las entra?as del lobo, brujas de hablar sincopado conscientes de poseer la verdad y una Cenicienta que hu¨ªa de las escalinatas del castillo simplemente porque no lo ten¨ªa claro, la obra sumaba al psicoan¨¢lisis de los cuentos a lo Bruno Bettelheim un cierto aliento existencial, recog¨ªa el esp¨ªritu de La c¨¢mara sangrienta,de Angela Carter, y, en su juego posmoderno, anticipaba el revelador Zarzarrosa de Robert Coover. Lo m¨¢s asombroso, como siempre en casa Sondheim, estaba en la composici¨®n: en ese juego de voces y l¨ªneas mel¨®dicas que se trenzaban como enredaderas en el Pr¨®logo, o se bat¨ªan en hilarante duelo de masculinidades (Agony), o exploraban la intensidad dubitativa de un instante suspendido (On the Steps of the Palace).
INTO THE WOODS
Direcci¨®n: Rob Marshall.
Int¨¦rpretes: Anna Kendrick, Meryl Streep, Emily Blunt, Chris Pine, Johnny Depp, James Corden.
G¨¦nero: musical. EE UU, 2014.
Duraci¨®n: 125 minutos.
En su versi¨®n cinematogr¨¢fica, Into the Woods no pod¨ªa haber encontrado un hogar m¨¢s apropiado que Disney, actualmente en proceso de reformular y cuestionar, precisamente, su legado de princesas de ensue?o y de explorar la subjetividad de sus brujas (Mal¨¦fica). La condensaci¨®n (inevitable) que ha sufrido la obra repercute en un segundo tramo al que no se ha despojado tanto de oscuridad como de l¨®gica interna y necesidad narrativa. El reparto ¡ªen especial, Kendrick, Pine, Streep y Blunt¡ª est¨¢ tocado por la gracia, pero, salvo en su intenso y bien modulado arranque, el director Rob Marshall se empe?a en estropear, con malas decisiones de montaje, lo que tan delicadamente construy¨® Sondheim.
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