Comicadictos
Quien es ajeno al c¨®mic no comprender¨¢ del todo lo que se hac¨ªa en ¡®Charlie Hebdo¡¯
El tr¨¢gico episodio del atentado a Charlie Hebdo y los comentarios que ha suscitado me han convencido de que quien no tiene costumbre de leer c¨®mics (perdonen la cursiler¨ªa, yo dir¨ªa ¡°tebeos¡±, pero por lo visto el t¨¦rmino ya no se lleva) poco puede entender del asunto. No me refiero propiamente a las cuestiones pol¨ªticas, como la libertad de expresi¨®n, a la que despu¨¦s de haberle hecho dos o tres zalemas convencionales para quedar bien todos los cl¨¦rigos y asimilados ¡ªempezando por el Zumo(sol) Pont¨ªfice¡ª se han apresurado a marcar los l¨ªmites. Sobre esta cuesti¨®n, basta con leer Nada es sagrado, todo se puede decir (Editorial Melusina), de Raoul Vaneigem, un compa?ero intelectual de la misma ¨¦poca en que descubrimos HaraKiri, Wolinski, etc¨¦tera y cuyo admirable resumen cabe en una l¨ªnea: ¡°No hay un uso bueno y malo de la libertad de expresi¨®n, s¨®lo un uso insuficiente¡±. Punto final y pasemos a otra cosa.
Pero, dicho esto, es evidente que quien es ajeno al c¨®mic, a sus usos felices y a¨²n mejores abusos, no comprender¨¢ del todo ni el porqu¨¦ ni el estilo de lo que se hac¨ªa en la revista masacrada. Sumamente d¨²ctil y flexible, adaptado a todos los humores ¡ªjocosos o sombr¨ªos¡ª, a veces narrativo y otras impresionista, el c¨®mic contribuye a dise?ar el perfil ¨¦tico y est¨¦tico de quien se envicia con ¨¦l. Dime qu¨¦ c¨®mic te gusta y te dir¨¦ qui¨¦n eres. Y tambi¨¦n de qu¨¦ tradici¨®n est¨¦tica del llamado gran arte te sientes m¨¢s pr¨®ximo, porque los ilustradores de este g¨¦nero mantienen v¨ªnculos evidentes y a veces no meramente serviles con los grandes maestros de la pintura. ?Qui¨¦n que est¨¦ familiarizado, por ejemplo, con Otto Dix se sentir¨¢ sobresaltado por las m¨¢s audaces caricaturas de los provocadores moralistas ¡ªlos verdaderos moralistas siempre lo son; los dem¨¢s son catequistas¡ª de Charlie Hebdo? Sobre el tema de la pintura en el c¨®micacaban de publicar Luis Gasca y Asier Mensuro un libro muy interesante y bien ilustrado en la editorial C¨¢tedra.
Como ejemplo de la amplitud de placeres que el c¨®mic ofrece a sus adictos, permitan que me tome como ejemplo, ya que soy el hombre que tengo m¨¢s a mano, como dir¨ªa Unamuno. En este momento estoy degustando con la debida parsimonia (s¨®lo leo de un tir¨®n lo que no me gusta) dos obras contrapuestas del g¨¦nero. Por un lado, la m¨¢s reciente entrega de la afortunadamente inacabable saga de Blake&Mortimer. Como los mejores de ustedes recordar¨¢n, Edgar P. Jacobs ¡ªel genial colaborador de Herg¨¦ al que tanto deben algunas im¨¢genes de Tint¨ªn¡ª s¨®lo public¨® doce ¨¢lbumes de las aventuras protagonizadas por Francis Blake y Philip Mortimer. Pero muchos fans nos hemos quedado atrapados en ellas y seguimos pidiendo m¨¢s y m¨¢s entregas de las peripecias de este parang¨®n de la l¨ªnea clara en que se combinan lo polic¨ªaco, el espionaje y la ciencia-ficci¨®n. La actual est¨¢ dibujada por Andr¨¦ Julliard y escrita por Yves Sente: Le b?ton de Plutarque, y es estupenda, claro. El otro c¨®mic es totalmente distinto: Cowboy Henk (Autsaider Comics) de Kama y Seele, un infrah¨¦roe con f¨ªsico de s¨²per, cuyas historietas incansablemente diversas mezclan el absurdo, lo insostenible y provocativo, la guarrada y la franca puerilidad. No son morales ni inmorales, ni docentes ni decentes, ni sat¨ªricas ni apolog¨¦ticas, ni¡ Bueno, v¨¦anlas si se atreven.
Babelia
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