Joaqu¨ªn Reyes retrata a Monedero
El resultado de la imitaci¨®n es inquietante para el verdadero y para el falso, porque a veces ambos se superponen
Joaqu¨ªn Reyes viene de la estepa albacete?a lleno del desparpajo de un periodista pendenciero que ensaya sus met¨¢foras en la barra de un bar vac¨ªo. Dentro tiene el fuego de la documentaci¨®n, y la arroja por la boca en forma de caricatura. Es evidente que se prepara los personajes, y que estos aparecen en el fondo de sus caricaturas como son en la realidad, solo que manejados seg¨²n su punto de vista. No los maneja como una marioneta: los hace vivir como si fueran de verdad, por eso se viste de ellos.
Con esos materiales, el fuego y el desparpajo, Joaqu¨ªn Reyes ha retratado a Pablo Iglesias, a Ana Pastor, a Esperanza Aguirre¡, y esta noche, en su serie antol¨®gica de El Intermedio, le dio sombra y luz a Juan Carlos Monedero que, adem¨¢s, era el hombre del d¨ªa. Despu¨¦s de la invocaci¨®n pantufla del l¨ªder de Podemos en La Sexta noche, que el Gran Wyoming y Sonia Sabat¨¦s subrayaron en este programa de humor e informaci¨®n, ha sido durante todo el d¨ªa Monedero el personaje que ha cubierto el espectro que marca poderosamente, y a toda hora, la presencia de Podemos en los medios.
Como suele ocurrir, Reyes no hace caricatura, a pesar de que su gesto es el de un bandolero que resalta las varices de su personaje: grita, distorsiona, se refiere a su h¨¦roe de cada momento con el apellido bien resaltado en su voz y en la pantalla, pero todo lo que dice est¨¢ m¨¢s o menos presente en la verdadera identidad del caricaturizado.
La copia no desmerece a la realidad, pues el humor (el de Reyes, que es muy buen humor, razonablemente irrespetuoso y no necesariamente burl¨®n) lo que hace es poner de manifiesto lo que sobra de la cara, del cuerpo, de la voz, del personaje escogido; en el caso de Monedero, que acabo de ver, la creaci¨®n de Joaqu¨ªn Reyes resulta a veces m¨¢s sobria que el Monedero verdadero; el Monedero falso (por llamar as¨ª al que representa el humorista) hace mofa de s¨ª mismo, mientras que el verdadero comparte consigo mismo la naturaleza de la seriedad, como si viniera de un mitin y a¨²n no se hubiera cambiado de cara, de modo que permanece enfadado (consigo mismo y, en la caricatura de esta noche, con Pablo Iglesias¡).
Lo que ocurre, como se vio en otro momento del mismo programa, es que a veces el Monedero real se toma tambi¨¦n a broma y es capaz de cantar porque est¨¢ en Sevilla. El resultado de la imitaci¨®n es inquietante para el verdadero y para el falso, porque a veces ambos se superponen y resultan, juntos, la imagen de un personaje que har¨ªa bien en verse en este espejo para arreglarse algunos tics, que en su caso ya podr¨ªa decirse que son tics y tacs.
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